EL MAESTRE DE CALATRAVA, DON RODRIGO TÉLLEZ GIRÓN, Y DON DIEGO PONCE DE LEÓN EN EL ROMANCERO

En las “Guerras civiles de Granada” (1595) de Ginés Pérez de Hita (1544-1619) se cita el romance en que a presencia de Boabdil, el Rey Chico, llegan dos mensajeros. El primero, malherido y “con el rostro demudado”, dice: “Nuevas te traigo, Señor, - y una mala embajada” informando de la proximidad a Granada de los ejércitos cristianos, acaudillados por los Reyes Católicos, quienes han hecho el juramento “de no salir de la vega - hasta ganar Granada” y le cuenta las heridas que ha sufrido consecuencia de un choque en La Vega entre cegríes y abencerrajes: “treinta zegrís quedan muertos, - pasados por el espada. / Los cristianos bencerrajes - con braveza no pensada, / con otros acompañados - de la cristiana mesnada, / hicieron aqueste estrago - en la gente de Granada”. Continúa: “Estas palabras diciendo, - el Zegrí allí desmaya: / desto quedó triste el Rey, - no pudo hablar palabra. / Quitaron de allí al Zegrí, - y lleváronle a su casa”.

Don Rodrigo Téllez Girón (1456-1482), Maestre de la Orden militar de Calatrava que participó en la Guerra de Sucesión Castellana como partidario de Juana contra la futura Isabel la Católica, aparece en muchos romances del ciclo fronterizo. Entre las varias versiones del “Romance del Maestre de Calatrava” la más antigua y breve define al héroe diciendo “¡Ay Dios, qué buen caballero - el Maestre de Calatrava! / ¡Cuán bien que corre los moros - por la vega de Granada!,”, personaje que “Con su brazo arremangado - arrojara la su lanza / Cada día mata moros, - cada día los mataba, / vega abajo, vega arriba, - ¡oh, cómo los acosaba! / Hasta a lanzadas metellos - por las puertas de Granada” con tanta bravura y y fortaleza que “Tiénenle tan grande miedo - que nadie salir osaba. / El rey, con gran temor, - siempre encerrado se estaba; / no osa salir de día; - de noche bien se guardaba”. El antagonista literario del Maestre de Calatrava es Albayaldos, supuestamente venido de África ya que en Granada ningún caballero había capaz de enfrentarse al Maestre, y quién sabe si el trasfondo de este personaje Albayaldos corresponde al auxilio esperado por los nazaríes de los soberanos africanos. En la versión incluida en “Rosa Española. Segunda parte de Romances” (1573) de Joan de Timoneda (nacido entre 1518 y 1520-1583) aparece Albayaldos debido al miedo que los granadinos tenían del Maestre: “Oído lo había Albayaldos - en sus tierras donde estaba; / arma fustas y galeras, - por la mar gran gente armaba, / saléselo a recebir - el Rey Chico de Granada”. Albayaldos, una vez en Granada, recibe confirmación de ese temor: “-“La verdad, dijo el moro, - la verdad te fue contada, / que no hay moro en mi tierra - que lo espere cara a cara, / si no fuere el buen Escado, - que era alcaide del Alhama; y una vez que saliera - ¡caro costó a Granada!”. Posteriormente, don Rodrigo y Albayaldos se encuentran: “Andando en la pelea - con Albayaldos topara: / con la fuerza del Maestre - Albayaldos se desmaya. / Cayó muerto del caballo, - su fin allí lo acabara. / Los suyos desque lo vieron - cada cual a huir se daba”.

En el “Romance de la muerte de Albayaldos”, cuyos versos comienzan diciendo “Santa Fe qué bien pareces” este llega a Granada y “Diérale el rey dos mil moros, - los que él le señalara: / todos los toma mancebos, - casado no le agradaba”. Con tales fuerzas Albayaldos sale por La Vega buscando a don Rodrigo y este “salióse los a recebir - por aquella vega llana / con quinientos comendadores, - que entonces más no alcanzaba”. Ambos rivales se encuentran en medio del combate después que Albayaldos hiriera a un cristiano y don Rodrigo “a grandes voces diciendo: - ´¡Santiago! y ¡Calatrava!´ ” mata al moro Albayaldos: “Álzase en los estribos, - y la lanza le arrojaba: / diole por el corazón, - salido le había a la espalda”.

El “Romance del moro Alatar”, que comienza con el verso “De Granada parte el moro”, hace coincidir a Alatar, el Aliatar histórico, Alcaide de Loja y suegro de Boabdil, con el Maestre: “Camino va de Antequera, - parecía que volaba. / (…) / Antes que llegue Antequera, - vido una seña cristiana; / vuelve riendas del caballo - y para allá lo guiaba, / la lanza iba blandiendo - parecía que la quebraba. / Saléselo a recebir - el maestre de Calatrava.”. Sin mediar palabra “arremete el uno al otro” tras haberse encomendado cada uno a su Dios: “Acometió recio al moro, - la cabeza le cortara;”

En el “Romance del Maestre de Calatrava” se narra el duelo con el moro Barbarín: “Oídolo ha Barbarín, - que quiere tomar la empresa; / las damas lo están armando, - mirándolo está la Reina. / Muy gallardo sale el moro, - caballero en una yegua, / por las calles donde iba - va diciendo: “¡Muera, muera!”. Tras un tenso diálogo entre los contrincantes “Apártanse uno de otro - con diligencia y presteza, / juegan muy bien de las lanzas, - arman muy buena pelea” y el Maestre, “más diestro”, consigue herir a Barbarín. Este huye “desesperado” sin responder a los requerimientos del Maestre que apela a la reputación de Barbarín entre las damas para continuar el combate. Como Barbarín no lo hace, el Maestre le arroja su lanza: “Acertádole había al moro,- el moro en tierra cayera; / apeádose ha el Maestre,- y cortóle la cabeza”.

Don Manuel Ponce de León, personaje de seguramente escasa trascendencia histórica pero de presumible actividad galante tan intensa que bien pudiera justificar el generoso tratamiento que de su figura hace el Romance, da nombre a uno en el que el Rey solicita la intervención de alguno de sus caballeros “más preciado” para derrotar a un moro que hasta ese momento ha resultado invencible en lid. Don Manuel Ponce de León se ofrece voluntario a pesar de estar débil a causa de unas heridas que “Gran lástima le dan las damas - de velle que va tan flaco”. Llegado al lugar del encuentro don Manuel se encuentra con el moro que trata de intimidarlo para que se retire revelándole su secreta identidad: ““Que yo soy el moro Muza, - ese moro tan nombrado: / soy de los almoradíes, - de quien el Cid ha temblado”. A lo que don Manuel responde, en clara alusión a su doble compromiso, guerrero y galante, responde “que pues las damas me envían, - no volveré sin recaudo”, como finalmente logra ofreciendo al Rey la cabeza cortada de su contrincante.


Gonzalo Antonio Gil del Águila
Granada, 22 de Marzo de 2009

0 comentarios :: EL MAESTRE DE CALATRAVA, DON RODRIGO TÉLLEZ GIRÓN, Y DON DIEGO PONCE DE LEÓN EN EL ROMANCERO