CELEBRACIÓN DE LA TOMA

El símbolo que mejor resume la celebración que cada día 2 de Enero rememora la Toma de Granada es la tremolación del estandarte de los Reyes Católicos por parte del Concejal más joven de la Corporación municipal desde el balcón del Ayuntamiento en la Plaza del Carmen al tiempo que grita tres veces el nombre de la ciudad. Cada vez que el público congregado oye el nombre de la ciudad pronuncia un “¿qué?”. La tercera vez que se pronuncia el “¿qué?” responde el Concejal diciendo "por los ínclitos Reyes Católicos, don Fernando V de Aragón y doña Isabel I de Castilla. ¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva Andalucía! ¡Viva Granada!". Tras estas palabras suena el himno nacional. A la Tremolación en el balcón del Ayuntamiento le ha precedido una misa en la Capilla Real donde se ha realizado una primera tremolación del estandarte, realmente una réplica de 1.616, y un desfile con presencia de miembros de la Corporación municipal y otros estamentos de la ciudad, incluyendo representaciones de la Iglesia Católica y de las Fuerzas Armadas, desfile que traslada desde la Capilla Real hasta el Ayuntamiento escoltado el pendón de los Reyes Católicos. El actual protocolo de la fiesta se instauró en 1.982 por obra del entonces gobierno municipal del PSOE, siendo el que perdura a pesar de que en años posteriores, buscando dotar a la ceremonia de contenidos nuevos, se han incluido numerosos elementos que no han logrado consolidarse. Entre otras cosas, durante los años 2.000 y 2.001 se cambió el nombre de la festividad por el de Día de Granada procediéndose a la lectura del Manifiesto por la Tolerancia, un texto consensuado entre el Ayuntamiento y varias organizaciones que no contó con el apoyo de la ciudadanía. Otras modificaciones puntuales que han desaparecido son las visitas a La Alhambra y a la estatua del Rey Boabdil en el Paseo del Violón. De todos los cambios el que sí se ha consolidado es la concentración de todos los actos sólo el día 2 cuando años atrás algunos de ellos tenían lugar el día 1.

La inmensa mayoría de la población granadina parece apoyar la celebración del Día de la Toma bajo la forma del protocolo de 1.982 y se ha volcado en los últimos años asistiendo a ella de manera cada vez más intensa. La acción de quienes proponen la supresión o modificación radical de la fiesta, fundamentalmente organizaciones y simpatizantes de izquierda, nacionalistas andalucistas y colectivos y simpatizantes islámicos, ha encontrado la concentración de grupos de extrema derecha que se congregan, junto al abundante público, ante el Ayuntamiento exhibiendo banderas españolas y símbolos asociados al régimen franquista y a la ultra derecha.

Andrés Bernáldez (hacia 1450 - 1513), conocido como el cura de los Palacios, fue un eclesiástico e historiador español que en su “Historia de los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel”, nos describe la capitulación de la Granada de Boabdil diciendo que: “el rey Muley Baudili, acompañado de muchos caballeros, con las llaves en las manos encima de un caballo” se dirigió al Rey Fernando dándole las llaves “e dijo: «Toma, Señor, las llaves de tu ciudad, que yo y los que estamos dentro somos tuyos», y el Rey don Fernando tomó las llaves y dióselas a la Reyna, y la Reyna se las dio al Príncipe, y el Príncipe se las dio al Conde de Tendilla, al qual, con el Duque de Escalona, Marqués de Villena, e con otros muchos caballeros e con tres mil de a caballo e dos mil espingarderos, envió entrar en la Alhambra e se apoderar de ella, e fueron, e entraron, e mostraron en la más alta torre primeramente el estandarte de Cristo, que fue la Santa Cruz, que el Rey traía siempre en la santa conquista consigo; e el Rey e la Reyna e el Príncipe e toda la hueste se humillaron a la Santa Cruz e dieron muchas gracias e loores a Nuestro Señor; e los Arzobispos e clerecía dijeron Te Deum Laudamus.”

Te Deum, expresión que previene del latín y significa “A ti, Dios”, son las palabras iniciales de un cántico que es uno de los primeros himnos cristianos, siendo tradicional de acción de gracias. Comienza diciendo, “Te Deum laudamus: / te Dominum confitemur. / Te aeternum patrem, / omnis terra veneratur”, es decir, “A Tí, oh Dios, te alabamos, / a Tí, Señor, te reconocemos. / A Tí, eterno Padre, / te venera toda la creación”. Y más adelante continúa diciendo: “Te per orbem terrarum / sancta confitetur Ecclesia”, es decir, “A Tí la Iglesia santa, / extendida por toda la tierra, te aclama”. Y respecto al papel en la conmemoración de la Toma de Granada por la Iglesia, en un artículo aparecido en el periódico Ideal de Granada el 2 de Enero de 1.999, el misionero y “Padre Blanco” José María Cantal Rivas dice que “seguramente, la misa del 2 de enero tuvo su razón de ser en una época en que la teocracia católica servía de vinculo identificativo de unión frente a la teocracia musulmana (al Sur) y, a los pocos años, a la teocracia protestante (al Norte). Si pudo tener una justificación en aquellos tiempos hoy en día, desde el punto de la espiritualidad eucarística y misionera, no tiene ninguna” .Y más adelante continúa: “Yo no sé si ha habido o hay una reflexión teológica seria, en nuestra facultad de teología y en la diócesis, sobre las implicaciones y deducciones pastorales y misioneras de la forma actual de la celebración de la toma, con una misa en la que la espada de Isabel la Católica es llevada por un compañero sacerdote (…) pero es mi deber de cristiano el alertar de una incoherencia. (…) Y es que, si la Iglesia es misionera por esencia (…) cualquier cosa que dificulte la misión” (y él entiende que estar presente en la ceremonia de la Toma una representación de la Iglesia Católica así lo hace) “afecta a la esencia de la Iglesia”. El “Padre Blanco” José María Cantal Rivas nos explica en su artículo que hoy no puede hablarse de Iglesia misionera con una espada y que la dimensión religiosa de la Toma debe ceder a otras valoraciones más acordes con los tiempos y sensibilidades actuales.

Los acontecimientos que sucedieron a la capitulación de Granada hasta la expulsión de los moriscos de toda España en 1.609, incluyendo los intentos gubernamentales de asimilarles a la población de confesión católica y las rebeliones musulmanas de 1.500 - 1.501 y 1.568 – 1.571 en el Reino de Granada, no pueden ser juzgados desde los valores del siglo presente si no desde la perspectiva de una época que en sus manifestaciones ordinarias nos parece hoy cruel y en la cual política y religión mantenían una estrecha relación que a los occidentales de nuestro tiempo nos resulta inaceptable. A mi entender, hoy, antes que fijarnos en la dimensión religiosa del hecho de la Toma debemos hacerlo en la política apreciando que a finales del siglo XV se vivía, tras un largo proceso de siglos, un enfrentamiento entre el naciente estado español compuesto o recompuesto sobre la unión de Castilla y Aragón y la previa fragmentación de los pueblos hispanos, fragmentación a través de la cual caminaron y se impusieron los Reinos cristianos con las ideas de Reconquista y unificación.

Obligado resulta recordar en estas breves líneas que a modo de pinceladas de fractura impresionista dibujan escenas e impresiones sobre la Toma de Granada a Francisco Ayala García-Duarte, el centenario pensador nacido en la ciudad en 1.906, el cual, en sus memorias publicadas desde 1.982 bajo el nombre de “Recuerdos y olvidos”, dice sobre la Toma de Granada: “No sé por qué, esa ceremonia, a la que nos llevaban como a una alegre diversión, me inundaba de tristeza. ¿Sería bastante para ese efecto el sentimentalismo, en gran medida literario, las nostalgias arábigas derramadas sobre mi imaginación infantil? ¿Bastarían esas cosas para hacerme amarga la conmemoración de la Toma de Granada por los Reyes Católicos, una amargura, por lo demás, nunca confesada a nadie?” Ese Ayala que vivió el exilio tras la Guerra Civil y que nos dice, refiriéndose a los vencedores de la contienda: “Yo, por mi parte, también me sentía venido a menos y me cuidé mucho de no hallarme presente en la investidura de los nuevos poderes, adornados con el yugo y las flechas de Isabel y Fernando, pues ahora no sería un simulacro, una simple ceremonia sólo penosa para la fantasía literaria de un niño, sino la atroz realidad a la que sucumbieron, entre tantísimos millares de víctimas, García Labella, Lorca y varios miembros de mi propia familia”.

Como he comentado unas líneas antes, considero que lo esencial de la Toma de Granada en 1.492, y lo que debe señalarse desde la intelectualidad y la clase política, es que marca de manera simbólica el final de ese confuso y largo período que denominamos Reconquista y el comienzo de la construcción del actual estado español sobre el soporte político de los reinos cristianos, no debiendo olvidarse que el proceso de Reconquista adscribe las tierras hispanas al ámbito de la cultura occidental y europea, occidentalidad y europeidad que aportan evidentes peculiaridades que nacen de la prolongada coexistencia, que no convivencia, de “las tres culturas”. Y esa compleja esencia, que no el credo católico, es el elemento que hoy debe recuperarse como fundamento del discurso de la idea de España. Cosa distinta son los ropajes con que en algunos momentos de nuestra historia reciente, y desde perspectivas encontradas entre sí, se han vestido estos hechos y conceptos para justificar discutibles interpretaciones de la historia de nuestro país, sus sentimientos religiosos y sus mitos fundacionales. Los tiempos presentes requieren que se rememore la Toma como un hecho político trascendental vaciándolo de significaciones religiosas en beneficio de las políticas porque la religión hace tiempo que en el mundo occidental debería ser exclusivamente una cuestión íntima y personal. Evidentemente, no todo es tan sencillo, pero conseguir esto sería seguramente un logro importante.

Curioso es recordar el repique de campana que el 2 de Enero se realiza desde la Torre de la Vela, la más alta de la Alcazaba de la Alhambra, y cómo la tradición popular asegura a la moza casadera y soltera que la haga repicar su emparejamiento a lo largo del nuevo año. Hoy día no son sólo mozas solteras si no también grupos de niños, jóvenes y turistas los que suben a disfrutar de parte de una fiesta que debe su origen a aquellos hechos de 1.492 que se comentan en este artículo. Como la campana es grande y pesada resulta necesario que a menudo tiren de la cuerda que la hará sonar varias personas como recordatorio de que en muchas ocasiones sólo aunando esfuerzos pueden conseguirse resultados.

Gonzalo Antonio Gil del Águila

Granada, 2 de Enero de 2.008.

Artículo publicado en el número de enero de 2011 en la revista GARNATA HISTORIA Y ACTUALIDAD

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