“LOS SIETE MITOS DE LA CONQUISTA ESPAÑOLA” DE MATTHEW-RESTALL

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Este libro pretende una desmitificación de un fenómeno tan complejo como el de la conquista de la América española. Restall está adscrito a la Nueva Filología (New Philology), una escuela que aúna la Filología y la Etnohistoria a través de los documentos de una sociedad para comprender la perspectiva que tiene de su propia historia, siendo de especial interés para el estudio de los pueblos colonizados. Restall, en un artículo titulado "Filología y etnohistoria. Una breve historia de la “nueva filología” en Norteamérica" (publicado en la revista Desacatos número 7, otoño de 2001, pps- 85-201, del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, México) sostiene, refiriéndose a Mesoamérica pero entiendo que extensible al libro que analizo, que la etnohistoria es eficaz por tres razones. La primera por lo que, siguiendo a John Kicza, define como integridad y vigor de las culturas indígenas hasta el presente. La segunda por la riqueza y diversidad de las fuentes. La tercera, por "la concatenación de las actividades de un grupo diverso de investigadores que ha creado una visión colectiva metodológica e interpretativa, y un impulso constructivo que ha permitido la creación y el desarrollo de dicha visión". Respecto del método añade que “la nueva filología contiene (de hecho o en potencia) los mejores aspectos de tres posibilidades historiográficas, de acuerdo con las categorías propuestas por Haber (1999:310-311): las ciencias sociales históricas, la historia tradicional, y la nueva historia cultural".

Entrando a valorar el libro de Restalla, el objetivo de estudio queda delimitado por el autor en estas palabras: "Los siete mitos de la conquista aparecen en la leyenda de Cortés, según la cual el talento militar, la utilización de la tecnología española más avanzada, la manipulación de los crédulos ´´indios´´ y un emperador azteca supersticioso fueron los elementos que le permitieron liderar un ejército de varios centenares de españoles en la osada conquista de un imperio de millones de personas, y sentar así un precedente que servirá de referencia para las restantes conquistas españolas en América" (pág. 19).

Como expondré a continuación, entiendo que Restall se deja llevar por muchos prejuicios contra lo español y eso influye negativamente en la obra que comentaré. No obstante, a pesar de sus errores, supone un importante avance para la comprensión de la conquista.

Estructura de la obra.

En “Introducción. Las palabras perdidas de Bernal Díaz” (pág. 17 y ss.) Restall explica que "Este libro trata de las imágenes dibujadas por hombres como Díaz sobre las conquistas españolas en América, así como de las imágenes elaboradas por historiadores y otros individuos que durante los últimos cinco siglos siguieron a Díaz..." (pág. 20). Eso pretende en siete capítulos (“Un puñado de aventureros. El mito de los hombres excepcionales”, pág. 25 y ss.; “Ni sueldo ni obligación. El mito del ejército del rey”, pág. 59 y ss.; “Guerreros invisibles. El mito del conquistador blanco”, pág 81 y ss.; “Bajo el dominio de Su Majestad el Rey. El mito de la completitud”, pág. 107 y ss.; “Las palabras perdidas de La Manlinche. El mito de la comunicación y el fallo comunicativo”, pág. 123 y ss.; “El exterminio de los indios. El mito de la devastación indígena”, pág. 151 y ss.; “Monos y hombres. El mito de la superioridad”, pág. 189 y ss.; concluye con el “Epílogo: La traición de Cuautémoc”, pág. 207 y ss.


Primer mito: el de los hombres excepcionales.

Una pregunta clave y habitualmente repetida, que Restall considera el núcleo de su libro, es la de cómo pudo un puñado de aventureros acabar con imperios tan poderosos como los precolombinos. Restall mantiene que los conquistadores no eran tan pocos y que los imperios conquistados no eran tan grandes. Pero, ¿cómo puede mantener eso si el imperio mexica tenía unos 20 millones de habitantes en medio millón de km2 y el inca una población ligeramente inferior en 2 millones de km2? Las coronas de los Reyes Católicos en la península ibérica sumaban medio millón de km2 y unos 7 millones de súbditos. Restall no explica adecuadamente su afirmación pero la mantiene relacionándolo con lo que considera otro error de los historiadores: que el descubrimiento y conquista de América fue una gran hazaña llevada a cabo por un grupo reducido de hombres. Esta valoración implica, según Restall, que los historiadores hayan dado a ese escaso número de hombres la consideración de excepcionales. Para desvirtuar su excepcionalidad mantiene que el descubrimiento se debió a la concurrencia de diversas circunstancias especialmente afortunadas, sobre todo económicas, que fueron estímulo y ayuda para los conquistadores. Pone como ejemplo de ello a Colón negando que fuera un gran descubridor incomprendido que, sólo gracias a obstinación y perseverancia, demostró la esfericidad de la tierra. Restall defiende que su éxito se debió a la casualidad y la fortuna y que “Cuando la corona de Castilla comprendió la magnitud de su fracaso y de su engaño, envió un agente al Caribe para detener a Colón y traerlo de vuelta a España encadenado” (pág. 35). La crítica de Restall no explica los misterios colombinos (como el origen de Colón, los oscuros intereses de las cortes europeas, los posibles viajes clandestinos a las Américas previos al suyo, la historia del “piloto desconocido”, etc.) y sus prejuicios quedan de manifiesto en el análisis del mito cuatro cuando dice que la reacción de la corona fue por el incumplimiento de Colón de lo estipulado en las Capitulaciones de Santa Fe y no por su engaño. Y Restall reconoce que la intervención de la corona pudo deberse a la revuelta de los colonos en La Española y a los problemas de desgobierno, circunstancias estas que no implican que Colón dejase de ser un “hombre excepcional” en el sentido en que lo hace el autor.  

Si bien es cierto que la historiografía del siglo XX limitó los excesos respecto de los “hombres excepcionales” entiendo que Restall lleva demasiado lejos sus conclusiones en este sentido. Llevado de una visión materialista, Restall desprecia la pervivencia del ideal caballeresco y guerrero de los conquistadores españoles, de profundas raíces medievales que arrancan de la fidelitas ibérica prerromana, un ideal templado durante los siglos de la “Reconquista”. Sólo así podrían explicarse otras gestas contemporáneas, como la de Castell Nuovo, en la que un tercio viejo (3.500 hombres) pereció voluntariamente antes que rendirse a los turcos que, sitiándoles durante meses en una proporción final de 20 a 1, les ofrecieron una salida honrosa. Restall no explica ese sentimiento ni sus consecuencias y por ello este apartado debe ser valorado prudentemente.

En apoyo de sus tesis, Restall mantiene que las crónicas son exageradas, carentes de método y tendentes a ensalzar al conquistador. No lo comparto plenamente, y valga como ejemplo que los cronistas detallan hechos poco favorables. En este sentido, debe citarse la descripción que Bernal Díaz hace de la tortura de Cuauhtémoc en 1521 (hecho poco honroso) y la desaprobación que le merece su ejecución en 1525 por orden de Cortés. Si los cronistas reflejaban hechos poco favorables, habrá que darles alguna validez a los que son favorables.

Restall afirma que la tácticas de Cortés no son excepcionales (páginas 47 y 48); como tampoco lo son las medidas legalistas que adopta para garantizar la expedición o la presencia de aliados indígenas. Pero ha de recordarse que los conquistadores adoptaron los sistemas legales y métodos de conquista propios de la época, encontrándose en Restall lo que puede ser una valoración negativa de los españoles. Otro ejemplo es cuando quiere considerar providencial que Cortés fue favorecido al hablar Malinche el maya y el náhuatl. Pero es evidente que, de no haber aparecido Malinche, los conquistadores habrían buscado y encontrado muchos otros traductores que cumplieran su función. Lo innegable es que los conquistadores fueron hombres con habilidades que les permitieron aprovechar las circunstancias que se presentaron. Y eso fue precisamente lo que define su excepcionalidad.


Segundo mito: el ejercito del Rey .

Existe la creencia de que la conquista se hizo por ejércitos bajo las órdenes de los reyes de España. Pero España, tal y como la conocemos hoy, no existía. Los estados de la península ibérica eran posesiones patrimoniales de los Habsburgo (y yo añadiría que, en los momentos iniciales de la conquista, de los Tratámara). Explica que España nunca envió ejércitos para la conquista, entre otras cosas porque los conquistadores no sufrieron derrotas importantes y porque la verdadera importancia de los territorios sólo fue conocida después de su conquista. Esta se hizo según un sistema de franquicias ofrecido por la corona por lo que cada conquistador tenía libertad de acción. Las huestes empleadas se vinculaban con su promotor por medio de un contrato, iban armadas y utilizaban tácticas militares (pág. 66 y ss.) pero no pueden ser consideradas un ejército porque ni recibieron instrucción militar, ni tuvieron una jerarquía bien definida, ni cobraron un salario. Por el contrario, eran grupos armados privados (pág. 71 y ss.) que obtendrían beneficio en caso de conquista. Su reclutamiento se hacía a expensas del promotor con la promesa de riquezas, siendo lógico que parte del personal contara con experiencia militar. Parece que el mito del ejército del rey nació en el siglo XVII cuando los tercios españoles habían disfrutado de una larga y merecida fama como la mejor infantería del mundo. Restall incurre en cierta contradicción porque, precisamente la ausencia de un ejército, implica cierta excepcionalidad de los conquistadores, cosa que pretende negar en el punto anterior.


Tercer mito: el conquistador blanco.

 Restall mantiene que los españoles suelen representarse combatiendo contra hordas de innumerables indígenas (entiendo que es una visión errónea de Restalla porque la historiografía española comprende que sin la intervención de aliados indígenas no habría sido posible la conquista). Restall concede que no cabe duda de que los españoles resultaron superados en número por sus enemigos pero señala que también fueron superados en número por sus aliados nativos y por negros libres o esclavos. Una perspectiva interesante de la obra es cuando Restalla ofrece una visión basada en las fuentes indígenas que presenta a los españoles como actores secundarios que participan en una guerra civil indígena de la que sacan beneficio (página 83). Cortés usa la enemistad entre tlaxcalas y mexicas y Pizarro se aprovecha del enfrentamiento entre los hermanos Atahualpa y Huascar. Es evidente que, sin el apoyo de una parte de los indígenas, los conquistadores no habrían logrado sus conquistas.

Un hecho que a menudo se olvida es que en la conquista, además de castellanos, intervinieron indígenas y esclavos africanos. Un ejemplo es el de Juan Valiente que, habiendo sido esclavo, luchó en Chile junto a Valdivia alcanzando honor y propiedades (página 92). Pero Restall no aclara porqué un negro criado en España como español en vez de esclavo ha de ser equiparado a los esclavos negros procedentes de África. Otra vez apunta a una excepcionalidad entre los conquistadores que pretende negar. Lo relativo a la aportación de negros como conquistadores, en vez de como meros esclavos, es un hecho sobre el que Restall no aporta argumentos sino suposiciones, no obstante ser un interesante campo de estudio que puede deparar descubrimientos inesperados.

Restalla considera que los conquistadores no deben ser equiparados a “españoles”. En primer lugar, porque en aquella época España, como estado, no existía, si no que era una idea relacionada con complejo sistema de posesiones patrimoniales (entendamos que Trastámara, primero, y Austrias, después). En segundo lugar porque en la conquista intervinieron europeos y, como se ha dicho, elementos indígenas. El ejemplo más destacado es el de los tlaxaltecas, que se unieron a Cortés de manera decisiva para librarse del yugo al que le sometían los mexicas.


Cuarto mito: el de la completitud.

La idea de "conquista española" se ha usado porque los españoles querían describir sus logros y conquistas como hechos consumados aunque no se dominó completamente todo el territorio, obviándose así que determinados puntos del continente contaron con una influencia española mínima o inexistente. Justifica la existencia de este mito en que los conquistadores necesitaban hacer creer que la conquista era completa para cobrar recompensas pero esta explicación me parece absurda ya que los conquistadores percibían su recompensa al explotar el territorio conquistado. Es cierto que hubo zonas que se sustrayeron al dominio español, pero estas, como reconoce el autor, eran marginales o periféricas. Es lógico pensar que no podían controlarse territorios tan extensos de manera eficaz con recursos escasos. He de añadir que habría de esperarse a la “segunda conquista de América” en la época de los Borbones para que avanzar en la idea de completitud. Además, el dominio no implicaba la ocupación completa del territorio. Piénsese, por ejemplo, que Roma que ejerció influencia cultural y soberanía los vascones aunque no los sometió plenamente. 


Quinto mito: la comunicación.

El primer encuentro entre Cortés y Moctezuma así como el de Pizarro con Atahualpa simbolizan el choque de dos culturas. Restall sostiene que las especulaciones sobre esos primeros diálogos han generado un mito con dos variantes. Inicialmente prevaleció el mito de que la comunicación había sido efectiva de acuerdo con el interés de los conquistadores de demostrar que los nativos habían sido convertidos. Posteriormente, este mito fue cuestionado por autores como Tzvetan Todorov que, basándose entre otros en los escritos de Fray Bartolomé de las Casas, planteaban que no hubo comunicación. Restall entiende que ambas formas del mito son incompletas y que los fallos comunicativos citados en las crónicas no fueron tan favorables a los españoles como se ha pretendido. Todavía hoy, en nuestro mundo globalizado con innumerables medios de comunicación, existen barreras de comunicación de carácter étnico y cultural que producen desencuentros. Es lógico pensar que en aquella época los desencuentros hubiesen sido mayores.


Sexto mito: la devastación indígena.

Restall señala que “El mito de los españoles como dioses ha adoptado diversas formas a lo largo de los siglos, pero todas comparten una visión de los americanos indígenas como sociedades tan supersticiosas, crédulas y primitivas en sus reacciones ante los invasores que no conocen la razón ni la lógica, mientras que los españoles son tan superiores en su tecnología y manipulación que su presión psicológica resulta arrolladora” (pag. 174).  Analizando los escritos de Gómara (en los que no hay referencia a la deificación)  y los de Bernal Díaz, que considera erróneos al traducir mal la palabra teteoh (pag. 164 y ss.) entiende que no se identificó a los españoles con dioses. No obstante, aun cuando no fueran considerados como tales, existió hacia ellos cierta admiración. Para los indios, la existencia de otras razas fue una sorpresa, pero no lo era para los europeos. El mito de la divinidad de los españoles tal vez se diera en los primeros contactos y no porque los indígenas fueran tontos (pág. 175) sino porque el influjo de su religión era para ellos más importante de cuanto podía serlo para aquellos conquistadores. No me parece que la cuestión de la divinidad de los españoles fuera determinante, pero sirve para tratar el último mito sobre el que Restalla parece tener bastantes prejuicios.

Restalla desmiente el mito de la devastación explicando que la cultura indígena perdura durante el siglo XVI aunque le afecto la crisis demográfica. Gran parte de los pueblos indígenas mantuvo su vitalidad étnica y sociocultural a través de una extraordinaria capacidad de adaptación que les permitió adoptar como propias instituciones impuestas por los conquistadores, como el cabildo, que supuso un mecanismo para el  desarrollo municipal indígena. Restall define “una pérdida de 40 millones de personas en un siglo” como “probablemente el mayor desastre demográfico de la historia humana” (pág.185) pero entiende que los conquistadores no tuvieron intención de exterminar a unos indígenas que necesitaban, sino que la mortandad se derivó a las enfermedades importadas.   En este apartado estoy de acuerdo con Restall y considero que aporta un punto de referencia interesante al señalar la capacidad de adaptación de los indígenas.


Séptimo mito: la superioridad de los conquistadores.

Restall sostiene que los cronistas y los historiadores modernos, invadidos por el eurocentrismo, explicaron la conquista con la superioridad de los españoles, siendo este uno de los mitos más sólidos que llegó a negar la humanidad de los indígenas americanos (pág. 190). Este mito lo explica con la idea de la voluntad divina (guiando la conquista como un milagro y a España como un pueblo elegido) en relación con la idea de culpabilidad de los indígenas en su derrota porque sus jefes confundieron a los conquistadores con dioses (pág 193 y ss.). Los indígenas fueran incapaces de hacer frente a la conquista pero explica que, fundamentalmente, hubo tres causas de su derrota: la enfermedad, la  desunión y el uso del acero (poniendo a la espada por delante del arcabuz y el mastín). Restall aporta varias citas de lo que considera visiones equivocadas, pero algunas de ellas parecen más acertadas que la suya. Una de las citas es de J. H. Elliot: “La superioridad debía de ser más que meramente técnica, y quizá obedecía, en última instancia, a la mayor seguridad y aplomo de la civilización que generaron los conquistadores. En el impero inca hallaron una civilización que había iniciado ya el declive, tras una época de esplendor; en el imperio azteca, por otro lado, se enfrentaron a una civilización todavía joven y en pleno proceso de evolución. Así pues, cada uno de estos imperios se vio sorprendido cuando menos capaz era de ofrecer resistencia efectiva; ambos carecían de seguridad en sí mismo y en su capacidad de supervivencia en un universo dirigido por deidades implacables, y vivían constantemente al límite de la destrucción. El conquistador, ávido de fama y riqueza, sumamente seguro de su capacidad de obtenerlas, se plantó ante el umbral de un mundo fatalista resignado a sucumbir; y en el nombre del a cruz lo conquistó” (pág. 193 y 194). Otra de las citas es de Benjamín Keen: "Los españoles eran hombres renacentistas, con una visión del mundo esencialmente laica, mientras que los indios tenían una visión mucho más arcaica, en la que el ritual y la magia desempeñaban una función importante" (pág. 195).

Restall critica a Elliot, y de manera implícita a Keen, diciendo que las palabras del primero contienen "gran parte de la mitología de la conquista: ésta se logra gracias a unos pocos hombres excepcionales, ávidos de riqueza; los imperios indígenas se destruyeron en poco tiempo; y los españoles disfrutan de una doble ´´superioridad´´ por su desarrollo tecnológico y su civilización. Elliot no culpa explícitamente a la religión indígena, pero se sobreentiende la idea cuando alude al ´´mundo fatalista´´, una versión moderna de la ´´superstición´´ que atribuían a los indígenas los españoles de la era colonial.”  Entiendo que Restall no está acertado en la crítica. Parece que su intención es dignificar a toda costa a los indígenas. Así, por ejemplo, no habla de los sacrificios humanos que ofrecían a sus dioses con la intención de aplacar su ira. Tampoco habla del juego de pelota que culminaba con el sacrificio del vencedor. Ni de las guerras que permitían la captura de prisioneros vivos para  el sacrificio. ¿Cómo se puede pensar que una mentalidad que asume esos sacrificios no es fatalista ni supersticiosa? Los conquistadores tenían una mentalidad propia del final de la Edad Media y del comienzo del Renacimiento pero los pueblos precolombinos compartían muchas de las características que el mundo mediterráneo había dejado atrás hacía siglos, o incluso milenios. Las diferencias no implican una superioridad moral de los conquistadores (y en ese sentido nada hay que objetar a Restalla porque los valores son subjetivos) pero suponen la constatación de que estos disponían de medios y conceptos más modernos y eficaces. Por algún motivo que no queda claro, Restall se opone a reconocerlo abiertamente aunque lo hace implícitamente al menos dos ocasiones. Una es cuando dice que la conquista fue parte de un episodio de globalización en el acceso a los recursos, admitiendo que los pueblos del Viejo Mundo tenían cierta superioridad gracias al potencial alimentario. Otra cuando reconoce como inevitable que tras el descubrimiento la forma de vida precolombina estaba destinada a cambiar drásticamente hacia adelante por el empuje de un mundo en una  fase de desarrollo.


Especial referencia al epílogo.

En el epílogo se trata la muerte por de Cuauhtémoc, el último rey de México que asumió el poder en 1520. Cuauhtémoc fue hecho prisionero tras la toma de Tenochtitlán en 1521. Pidió a Cortés que le matara, pero este le mantuvo con vida y permitió su tortura para obtener información sobre el posible escondite de tesoros. Después, Cuauhtémoc  se convirtió al cristianismo y, en 1524, acompañó a Cortés en una expedición a la actual Honduras. Restall apunta que la proporción de indígenas en esta expedición pudo ser de 15 por cada europeo y que, en un momento determinado, surgió la sospecha de una conspiración con la participación de Cuauhtémoc. En la investigación de los hechos existieron malentendidos, problemas de comunicación a pesar de la presencia de traductores e intereses contradictorios de los propios indígenas. Cortés ordenó la muerte de Cuauhtémoc y otros caudillos indígenas con remordimiento. Restall explica con  este incidente "que la traducción exacta entre el español y las lenguas indígenas era menos importante que las intenciones e intereses de la comunicación, objetivo que todos los protagonistas de Itzamkanac lograron transmitir, lo cual supuso la muerte de los dirigentes nahuas, el incómodo alivio del rey maya, y la conciencia atormentada de Cortés" (pág. 217). Señala que "...las actuaciones de los señores nahuas y mayas [que influyeron en el desenlace] demostraron que estaba lejos de ser los indígenas asustados, fatalistas y traumatizados del mito de la devastación" (218). Este epílogo viene a ser un ejemplo de lo complejo que es analizar la conquista. 

Gonzalo Antonio Gil del Águila
agosto de 2013

CELEBARACIÓN DEL DÍA DE LA TOMA DE 2011

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Los actos conmemorativos de la Toma de Granada por los Reyes Católicos han tenido lugar con las críticas de grupos independentistas y de izquierda enfrentados a otros de derecha. No obstante, este año (2011) no se ha repetido una situación como la del anterior (2010) cuando, ante los insultos de independentistas y radicales de izquierda en la Plaza del Carmen al Ejército, el general jefe del MADOC les respondió diciendo: "soy un general de un Ejército democrático, no consiento que me chiflen". Este año (2011) la celebración de La Toma ha tenido lugar, como viene siendo habitual, con manifestaciones fuera de tono e insultos en la Plaza del Carmen. Que la cosa no haya llegado a más a pesar de temerse que así fuera puede atribuirse al aviso de que la Fiscalía emprendería acciones judiciales contra quienes se comportaran inadecuadamente, al mayor despliegue policial y al partidop de fútbol que a las 12:00 enfrentó al Granada CF con el Alcorcón en el estadio de Los Cármenes.

El acto comenzó con la reunión de los miembros del Ayuntamiento en el salón de comisiones y la entrega del estandarte real a la concejal Isabel Fernández Muriel. Esta, escoltada por gastadores, bajó las escaleras del Ayuntamiento y sobre las 10:30 salió a la Plaza del Carmen. A su llegada, nacionalistas y ultraizquierdistas lanzaban gritos de "independencia", "viva Andalucía libre", "no tenemos nada que celebrar" o "en Granada, fachas fuera" mientras que algunos ultraderechistas levantaban el brazo derecho. Ambos grupos se encontraban separados por un cordón policial.

A continuación, la comitiva se dirigió a la Capilla Real atravesando Reyes Católicos, Plaza de Isabel la Católica, Gran Vía y Oficios. Una vez en la Capilla Real se ofició la misa por el arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez. Durante su homilía dijo que "una guerra es una derrota de la humanidad aunque lo que celebremos sea una victoria" y mantuvo que esta fue "extraordinaria, exquisita y humana en comparación con otro tipo de conquistas en las que se pasaba a cuchillo. Comparada con otros fenómenos, estuvo marcada por una extraordinaria humanidad y gestos de amor (...) y ese pensamiento español fue el antecedente de los derechos humanos porque se reconocía que las personas de otros pueblos tenían la misma alma". Mostró su gratitud por "una tradición de la que no tenemos que avergonzarnos sino que dar las gracias" y reclamó libertad religiosa. Tras la misa, el concejal Eduardo Moral tremoló el estandarte y luego se hizo la ofrenda a los Reyes Católicos colocando en sus sepulcros una corona de laurel y un ramo de flores. Acabada la ofrenda se regresó al Ayuntamiento desde cuyo balcón Fernández Muriel tremoló el pendón saludando al público de Plaza del Carmen con el ritual de "-¡Granada! -¿Qué?".

Ante la tremolación desde el balcón algunos congregados gritaban "los genocidios no se celebran", "España asesina", "puta España", "Ejército asesino", o "no eran moros, eran granadinos" mientras enarbolaban banderas de Andalucía con las expresiones "Andalucía Independencia" o "Stop Nazis". Frente a ellos había banderas españolas sin el actual escudo constitucional, banderas de Falange y como pancartas con la expresión "Por una nueva reconquista. Alianza Nacional". Sin relación con ambos grupos un tercero exhibía una pancarta con el lema "Recuperemos el papel histórico que Andalucía le ha robado a la región de Granada". Los simpatizantes independentistas y de extrema izquierda aplaudían ante el himno de Andalucía y pitaban al Ejército. Los ultraderechistas gritaban vivas a España y al Rey ante el himno nacional y aplaudieron al Ejército.

El alcalde, José Torres Hurtado y el subdelegado del Gobierno, Antonio Cruz, coincidieron en señalar que el acto acto se había desarrollado con ausencia de incidentes.

Por la tarde se celebró en el Teatro Isabel La Católica la denominada Fiesta de las Culturas en la cual se entregó el Granadillo 2011 al periodista Jesús Quintero, que no acudió al acto, en consideración a su trabajo a favor del diálogo entre culturas. La marroquí Ihsan Rimiki interpretó canciones populares españolas y hubo música y danza árabes y andalusíes.

Desde la asociación Granada Histórica se ha pedido el reconocimiento de la fiesta de la Toma como bien de interés cultural mientras que la Plataforma Granada Abierta promovió un acto en la Fundación Euroárabe bajo el lema "Por el diálogo entre las culturas". Durante el acto se presentó el libro "La España racista", de Esteban Ibarra, y el autor pidió la creación de una "Fiscalía de Delitos de Odio" para combatir la intolerancia.

Gonzalo Antonio Gil del Águila

Publicado en NOTICIAS DE GRANADA

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OLOR DE PRIMAVERA

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Bocanada de aire nuevo
con las frutas hoy vencidas
vienes trayendo el olor
del huerto de una familia.

Hueles a la rosa bella
y al nocturno jazmín,
y a la regada tierra
con la brisa de la tarde.

El aire trae los olores
de naranjas y limones;
de la tierra y el agua,
de ciruelas y melones;

nísperos y mandarinas,
de albaricoques, granadas,
manzanas y nectarinas,
clementinas y pomelos,


peras, paraguayas, kiwis,
plátanos, higos, cerezas,
chirimoyas, membrillos,
sandías, uvas y fresas,

alcachofas, espinacas,
acelgas, ajos, judías,
berenjenas y patatas,
lechugas, apios, boniatos,

escarolas, coliflores,
pepinos, calabacines;
pimientos, puerros, rábanos,
cebollas, coles, perejiles;
champiñones, zanahorias.

Y en todas nuestras casas
los tomates y lechugas
que sazonan ensaladas
con vinagre, sal y aceite.


Dulce primavera, ¡vénte!,
tras la lluvia del almendro
y con los frutos vencidos
¡dános olor de aire nuevo!



Gonzalo Antonio Gil del Águila
Granada, 3 de mayo de 2011

EL ARBITRAJE

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Ambas partes habían convenido someterse a arbitraje y aguardaban el laudo. Entre tanto, la carrera del sol seguía su curso, impasible frente al odio alojado en los corazones de todos menos uno. Este vivía en la tierra, como los demás, pero tenía su espíritu en el cielo junto al sol. Pudiéndose haber impuesto sin esfuerzo prefirió discutir en derecho por convicción. La nómina de los dolientes era inmensa y el árbitro comprendió que en esa querella la razón asistía al poderoso y no a la masa. Pero el árbitro se sintió hermanado con la tierra por el odio a un sol distante. Pasó el momento de la justicia igual que la estación cálida cede ante la fría, el solitario fue proscrito y la tierra se dio a los débiles.

Gonzalo Antonio Gil del Águila
2009

LA ANTIGUA MELODÍA

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Recuerda conmigo esa antigua melodía, profundo y confuso sentimiento, que nunca compartimos. En la primavera de nuestras vidas deseaba llevarte al castillo del cielo y bailar juntos entre las nubes bajo el sol. Ahora es invierno y la luna se refleja sobre el lago. Estás a mi lado pero preferiría un cielo azul y que los rayos del sol bañaran tu rostro. ¿Bailarás conmigo sobre el agua de la misma forma que antes pudimos volar por el cielo? Construiría para ti el castillo sobre las aguas, haría venir de nuevo la primavera, oiría tu sonrisa y escucharía tu mirada. Por encima de nuestras cabezas los pájaros cantarían en su lengua secreta.

Gonzalo Antonio Gil del Águila
2009

DISQUISIONES DE PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN SOBRE LA ETIMOLOGÍA DE LA ALPUJARRA EN SU OBRA “LA ALPUJARRA: SESENTA LEGUAS A CABALLO PRECEDIDAS DE SEIS EN

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Advirtiendo que “Discordes andan historiadores y orientalistas acerca del origen y significación de la palabra Alpujarra”, Pedro Antonio hace la siguiente enumeración:

“PRIMERA OPINIÓN.- Según Luis del Mármol, Alpujarra proviene de la voz árabe abuxarra, que él traduce: la rencillosa, la pendenciera”.

“SEGUNDA OPINIÓN.- D. Miguel Lafuente Alcántara dice lo mismo, como si lo copiara reverentemente, permitiéndose tan sólo traducir indomable en lugar de rencillosa, y conservando lo de pendenciera”.

“FUNDAMENTO DE ESTAS DOS OPINIONES.- Todos los cronistas antiguos están contestes, principiando por el historiador musulmán Aben-Ragid, en que los Agarenos no lograron dominar las fragosidades alpujarreñas ni reducir a los cristianos que allí vivían, sino pasados siglos de la batalla de Guadalete y de la ocupación de casi toda la Península por las legiones Africanas y Asiáticas. Y, aún después; si éstas penetraron y reinaron en la Alpujarra, fue por la buena y a condición de tolerar la Religión del Crucificado, cuyo culto siguió, en efecto, siendo libre durante otros dos o tres siglos, hasta que poco a poco, y sin violencia alguna, los más absorbieron a los menos, o los menos se refundieron en los más, al punto de no quedar un solo alpujarreño que se acordase de la fe de sus mayores.- Creen, pues, Mármol y Lafuente Alcántara que los calificativos de rencillosa, pendenciera e indomable le venían como de molde a aquella región en los tiempos en que los moros tuvieron la primera idea de ella”.

“IMPUGNACIÓN DE TODO LO DICHO.- Es, sin embargo, muy de extrañar que el mismo Aben-Ragid, relator de esos hechos, nunca llame a la Alpujarra sino la Tierra del Sirgo (por la mucha seda que en ella se criaba); y sorprende aún más, que, después de haber publicado Mármol la citada versión, otros filólogos e historiadores hayan continuado poniendo en tela de juicio la verdadera significación del nombre que hoy lleva aquel territorio”.

“Romey y Mr. Sacy, por ejemplo (TERCERA OPINIÓN), se fijan en que Suar-el-Kaici y otros revoltosos de la Andalucía oriental levantaron por las Serranías de Granada algunas fortificaciones llamadas Al-Bord-jela, (Castillo de los Aliados), y creen que de este nombre vino a formarse el de Alpujarras”.

“En cambio (CUARTA OPINIÓN), Xerif Aledrix y nuestro insigne Conde aseguran por otro lado que Alpujarra vale tanto como Al-bugscharra, voz árabe que se interpreta Sierra de hierba o de pasto”.

Finalmente, el ilustrado orientalista y literato de nuestros días, Sr. Simonet, dice (QUINTA OPINIÓN) que no le parece buena ninguna de las traducciones que conoce de Albuxarrat (que, según él, era como verdaderamente llamaban los moros a aquella Serranía), y aventura la idea de si podrá traducirse Alba Sierra, aunque añade modestísimamente a renglón seguido que está muy lejos de creer haber acertado más que los otros”.

Prudentemente, Pedro Antonio de Alarcón ofrece al lector la posibilidad de escoger la teoría que más le guste mientras afirma de sí mismo “Yo no escojo ninguna... por la sencilla razón de que no sé el árabe” para continuar diciendo que “En lo que, a pesar mío, no puedo abstenerme de dar un humilde dictamen (o, por mejor decir, he tenido que darlo anticipadamente, al ponerle título a esta obra), es respecto de si debe escribirse La Alpujarra o Las Alpujarras” explicando que ha “optado por el singular” no sin “pasar antes por angustiosas vacilaciones”. Honestamente continúa: “Figuraos que el plural tenía en su abono estos antecedentes: Primero: El empleo que hacen de él varios autores antiguos y modernos siempre que hablan de aquel país; Segundo: El usarlo en la conversación bastantes gentes, bien que fuera de Andalucía; Y tercero, y mucho más importante: La autoridad de la Academia Española, que define así, en su Diccionario de la Lengua Castellana, la voz ALPUJARREÑO, ÑA: «Adj. que se aplica al natural de Las Alpujarras, y a lo perteneciente a ellas». Había, pues, harto motivo para decidirse por el plural, -y ya lo había usado yo mismo en cierta ocasión, obligado por la fuerza del consonante... Sin embargo, hacíaseme cuesta arriba escribir Alpujarras al frente de este libro y en la mayor parte de sus hojas, cuando toda mi vida había dicho y oído decir La Alpujarra; y como me pusiera a excogitar razones para mantenerme dentro de mi dulce rutina (¡qué rutina no es dulce en estos tiempos de tantas dislocaciones y extravíos!), encontré en apoyo del singular los tres fundamentos siguientes: Primero: Que Hurtado de Mendoza, Mármol, Lafuente Alcántara y otros escritores de muchas humanidades y escrupulosa conciencia, en sus Historias relativas a aquella región, la llaman siempre La Alpujarra; Segundo: Que del propio modo la mientan constantemente casi todos los naturales de la provincia de Granada, empezando por los de su culta capital; Y tercero, y principalísimo: Que así la nombran los mismos alpujarreños”. Más adelante nos explica que “Por lo demás, comprenderéis que a mí me importa un bledo que la Alpujarra se llame de este o del otro modo; -pues, como dice muy oportunamente la Julieta de Shakespeare: «Lo que llamamos rosa embalsamaría lo mismo el aire si tuviera cualquier otro nombre.».

Respecto a los límites de la Alpujarra nos dice que “en este punto la verdad y el error son más evidentes a mi juicio, y más fáciles, por tanto, de separar”. Y continúa diciendo que no sabe “quién sería el primero (tal vez Méndez de Silva) que escribió la peregrina especie de que «la Alpujarra, mide diez y siete leguas de longitud desde Motril a Almería, por once de anchura, desde Sierra Nevada al mar»...”
Preciso es hacer un amplio parántesis para hablar de la legua como unidad de medida.
La legua castellana se fijó originalmente en 5.000 varas castellanas, es decir, 4,19 km o unas 2,6 millas romanas, y variaba de modo notable según los distintos reinos españoles y aun según distintas provincias, quedando establecida en el siglo XVI como 20.000 pies castellanos, es decir, entre 5.573 y 5.914 metros. La legua de 20 al grado comenzó a ser utilizada en España en el siglo XVII en sustitución de la legua de 17,5 al grado, es decir de 17,5 leguas por grado de longitud
Siguió utilizándose de forma profusa mucho después de ser oficialmente abolida por Felipe II en 1568, pero Carlos IV por Real Orden de 26 de enero de 1801 estableció:

“Para que la legua corresponda próximamente a lo que en toda España se ha llamado y llama legua, que es el camino que regularmente se anda en una hora, será dicha legua de veinte mil pies; La que se usará en todos los casos que se trate de ella, sean caminos Reales, en los Tribunales y fuera de ellos”.
Retomando la explicación de Pedro Antonio en el punto en que la dejamos, “- Fuera quien fuese, este deslinde tuvo la fortuna de que lo copiasen al pie de la letra muchos graves autores, y hoy sigue dando la vuelta al mundo, en Diccionarios geográficos, Enciclopedias, Guías, y toda clase de itinerarios pintorescos, como una verdad de a folio”. Pero esta valoración es errónea y “La prueba es que los mismos historiadores del siglo XVI, que la transcriben a cierraojos, distinguen luego entre Tierra de Motril, Alpujarra y Tierra, o río de Almería, presentando cada región por separado como cosas muy diferentes. Y, por si esto no bastara, esos mismísimos historiadores, al describir en otros pasajes la comarca alpujarreña, la dividen en las tahas o distritos que contenían, resultando de sus propios datos que no abarcaba, ni con mucho, las vertientes orientales de Sierra de Gádor ni las occidentales de Sierra de Lújar. Por último: ningún motrileño ni almeriense (exceptuando a los nacidos en la banda occidental de Sierra de Gádor: que tienen razón en creerse alpujarreños), se ha considerado jamás a sí propio como hijo de la Alpujarra.”

Nuestro autor nos recuerda que “Ya lo he indicado muchas veces (apoyándome en idénticas consideraciones que ahora): por Alpujarra se entiende todo el terreno comprendido entre Sierra Nevada y el mar, y encerrado luego, como en un rectángulo, por las sierras laterales; es decir: todo lo que queda dentro del horizonte sensible que se abarca desde las cimas del Cerrajon de Murtas; todo lo que sería un solo valle, a no existir la Contraviesa; todo lo que, visto desde el mar de Albuñol, mirando al Mulhacén, tiene, en fin, un cielo común...” porque “El común denominador, la razón de ser de la Alpujarra como comarca, es el cinturón de cumbres y olas que la rodea, el pedazo de cielo que la cobija”. Y nos aclara que en “la frontera occidental de la Alpujarra principia en el Picacho de Veleta; baja con el río de Lanjarón hasta el río de Órgiva; gana luego la Sierra de Lújar, y corre (por donde mismo va la raya del Partido judicial de Motril) hasta caer al mar entre Castel de Ferro y Torre de Paños. Y la frontera occidental empieza hacia Ohánes; busca las crestas de Sierra de Gádor, y va a morir en la Punta de las Sentinas.- Dicho se está, por consiguiente, que quedan reducidas a diez u once las famosas diez y siete leguas del consabido geógrafo”. Mientras que de los límites al Norte y Sur “no hay que ocuparse” porque son evidentes “el Mediterráneo y Sierra Nevada.- Sólo advertiré que, entre Sierra Nevada, y el Mediterráneo, en línea perpendicular, no median nunca las pretendidas once leguas, sino ocho, todo lo más; y esto, sólo hacia el Campo de Dalias; que, por los puntos restantes, apenas llegarán a siete, -midiendo siempre a vuelo de pájaro”.

Granada, 6 de Enero de 2.008

LAS ARTES LIBERALES

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Es común alterar según conveniencias diversas el significado de las palabras cayendo así en un juego de confusiones que inunda la mente con voces y ecos impidiendo oír el canto de los pájaros. Antonio Machado (1) nos dice: “Desdeño las romanzas de los tenores huecos / y el coro de los grillos que cantan a la luna. / A distinguir me paro las voces de los ecos, / y escucho solamente, entre las voces, una". Sigamos su consejo y oigamos “entre las voces, una” haciendo en consecuencia de la hermenéutica la guía de estas breves líneas. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española da como cuarta definición a la entrada “liberal” lo siguiente: “Dicho de un arte o de una profesión: Que ante todo requiere el ejercicio del intelecto”. Y a intelecto lo define como “Entendimiento, potencia cognoscitiva racional del alma humana”. El término arte tal y como se usaba en la Edad Media, momento en que se procedió a la consagración de la expresión Artes Liberales, no tiene el sentido que vulgarmente se le otorga en la actualidad, y por tales Artes se entendía aquel conjunto de disciplinas que sirven para entrenar al hombre libre por oposición a las Artes Mecánicas, Prácticas o Serviles que persiguen capacitar para el desarrollo de los oficios. En otras palabras, las Artes Liberales pretenden capacitar al estudiante no para “ganarse la vida” si no para alcanzar la mezcla de habilidad, maestría y conocimientos que permitían la combinación de Filosofía y Teología en el mundo de la Escolástica.

La formación superior se concretó durante la Edad Media en las Universidades, institución que debe su nombre a la pretensión de universalidad o totalidad antes que a la consecución de una habilidad específica, deduciéndose de ello que la actual nada tiene en común con la medieval. La palabra Universidad parece proceder del latín Universitas, término formado por universus (todo o universal) y unus (uno, lo que no admite división) aunque hay quien quiere encontrar su etimología en la unión de unus y verto (girado o convertido), dándole así el significado de girado o convertido hacia la unidad. El sentido primigenio de Universitas se refería a cualquier asociación destinada a la consecución de una meta común pero en la actualidad define a un sistema educativo. Este nos invita a comprender que la Universitas y las Artes Liberales no requieren un razonamiento meramente lógico logrado a través de la aplicación objetiva de métodos empíricos o racionales si no que debe incluir una referencia metafísica a valores suprasensibles para así lograr la “coniuctio” o íntima unión que viene a ser simbolizada por las Bodas Alquímicas. Que esta posibilidad de entendimiento es algo al alcance de unos pocos lo refleja en nuestra cultura la parábola de la boda (2) cuando nos explica que un hombre, habiendo sido llevado de manera fortuita a una boda, no se encontraba adecuadamente vestido y fue expulsado “porque muchos son llamados y pocos escogidos”.

El concepto medieval de Arte Liberal nació de la Antigüedad Clásica. Varrón, en el siglo I antes de Cristo, fusionó doctrinas pitagóricas y cínicas con el eclecticismo y en su obra “Disciplinae”, de enorme influencia en la Edad Media, apuntó la división de Artes Liberales en un sentido previamente señalado por Quintiliano. En el siglo VI Casiodoro (4) señaló que en la expresión Ars Liberalis el último término no procedía del latín libre sino libro (aunque ambos tengan igual nominativo) declarando así que la libertad no tenía que ver tanto con el estado del hombre como con una formación y estudio que dependen de los libros en contraposición a lo que ocurre con las Artes Serviles, dignificándose igualmente a estas últimas que en el mundo cristiano también eran propias de hombres libres. Alcuino (5), un destacado consejero de Carlomagno, propició la enseñanza de las Artes Liberales y desde entonces se convirtieron en la parte fundamental del currículo universitario. Estas disciplinas se dividen en dos grupos: el Trivium y el Quadrivium. El primero procede de los términos latinos tri, que significa tres o triple, y via, camino. Viniendo a significar tres caminos o confluencia de tres caminos abarca aquellas Artes Liberales que tienen que ver con la Elocuencia y que son Gramática, Retórica y Dialéctica. La expresión latina “Gram. loquitur, Dia. vera docet, Rhet. verba colorat” nos explica el sentido del Trivium: La Gramática habla, la Dialéctica enseña la palabra, la Retórica le da color a las palabras. El otro grupo de disciplinas se conoce como Quadrivium, que significa cuatro caminos o confluencia de cuatro caminos, abarcando las que desde una perspectiva pitagórica gravitan alrededor de las Matemáticas: Aritmética, Geometría, Astronomía y Música. La expresión latina que explica al Quadrivium es “Ar. numerat, Geo ponderat, As. colit astra Mus. Canit” que significa: la Aritmética cuantifica, la Geometría pondera, la Astronomía atiende a las estrellas, la Música canta.

Tengamos presente que Arte, según la primera definición del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, es "Virtud, disposición y habilidad para hacer algo" indicándose que procede del término latino ars, artis, el cual equivale al griego τέχνη. Y τέχνη está presente en dos conceptos importantes: Hermenéutica (del griego ἑρμηνευτικός) en cuanto implica declarar, anunciar, esclarecer y, por último, traducir; y Arquitectura, que, a través de la forma latina architectūra, reproduce las expresiones griegas «αρχ» (arch), cuyo significado es “quien tiene el mando”, y “τεκτων” (tekton), que significa “constructor o carpintero”. El sentido profundo del Arte aun hoy es parcialmente reconocido por el Diccionario citado cuando en su definición número 9 le define arte como "Lógica, física y metafísica".

Importante es, finalmente, distinguir las Artes Liberales de las llamadas Bellas Artes ya que ambas definiciones obedecen a objetivos distintos. Las Bellas Artes contemplan la faceta estética de seis disciplinas definidas en el mundo clásico al incluir en su definición la Arquitectura, la Escultura, la Pintura, la Música (que incluye el Teatro), la Declamación (entendamos Literatura y Poesía incluidas) y la Danza, habiéndose sumado en la actualidad como séptima a la Cinematografía. Bellas Artes, en suma, que deben ser contempladas como Artes Serviles antes que Liberales aun cuando en determinados momentos se ha querido a través de ellas alcanzar un conocimiento suprasensible. Terminemos estas líneas recordando que las Artes Liberales no suponen a priori, y en cuanto concepto, un beneficio material ni su posibilidad por cuanto persiguen la consecución de una iluminación interior. Quien la alcanza está, como dice Antonio Machado (1) “ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar."

Gonzalo Antonio Gil del Águila
Granada, 14/02/10

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NOTAS:

(1) “Retrato” de Antonio Machado (26 de julio de 1875 - 22 de febrero de 1939)
(2) Evangelio según San Mateo 22:1-14
(3) Marco Terencio Varrón 116 a 27 a.d.n.e.
(4) Casiodoro (480-575) intentó cristianizar las aportaciones de la cultura clásica
(5) Alcuino de York (735-804) tuvo un papel relevante en el renacimiento carolingio
(6) Las Artes Liberales son: la Gramática, (lingua o lengua), la Dialéctica (tropus o figuras), la Retórica (ratio o razón), la Aritmética (numerus o números), la Geometría (angulus o ángulos), la Astronomía (astra o astros) y la Música (tonus o cantos).

NO VALDRÁ LUCHAR O CORRER

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Quiero regresar al ayer
para volver a encontrar
esa luz que no olvidé;
y otra vez a solas estar
en extraña inmensidad.

Al sueño ingenuo que fue
retornar es ilusión,
y eterno lo que derramé
hasta mi savia agotar
en hundida oscuridad.

Que al tirano no podré
con mis fuerzas y voluntad.
No valdrá luchar o correr
porque mi sueño en soledad
a mi otra vez me soñará.

Gonzalo Antonio Gil del Águila
25/12/10

VALLE DE NURIA

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Nuria, vasco según unos
es lugar entre colinas;
árabe, otros plantean,
luminosa significa;

mas hebrea hay quien dice
que Nuria pudiera ser;
iluminación dicen,
sabiduría tal vez.

Con su nombre un santuario
donde el Estatut de Nuria
el treinta y uno se redactó
y al siguiente se aprobó

Halla cerca de Queralbs,
rastro de San Gil, eremita,
que vivió en santidad
en gerundense provincia.

San Gil vida monacal llevó
en una cueva del valle
donde reliquias dejó
del año setecientos cerca.

Armadeu siglos después
el peregrino, de San Gil
en la cueva, encontró
las reliquias que dejó;

las tres fueran de San Gil:
de comer cuenco, campana,
talla de la Virgen Nuria.
Con ellas el lugar fundara.

Y, día ocho del mes nueve,
cada año se hará,
la festividad de Nuria
de nuevo celebrará.

Gonzalo Antonio Gil del Águila
2008

EL TRASLADO DE MEDINA ELVIRA A ILÍBERIS SEGÚN LAS MEMORIAS DE ABD ALLAH

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“Sabedores los Ziríes de que el enemigo reclutada tropas y las concentraba para venir a atacarlos, reunieron a los habitantes de Elvira y les dijeron "nosotros no hemos venido para ser causa de la ruina de vuestra tierra, ni nos hemos instalado en ella por la fuerza. Si vinimos fue por vuestra libre elección. Ahora se encaminan estas bandas a atacarnos. Si estamos seguros de vuestra lealtad os defenderemos, pero si no ha de ser así, avisádnoslo y nos iremos de aquí en los mejores términos, ya que no han de faltarnos bienes que conquistar con nuestras espadas". Los habitantes de Elvira les respondieron: "manteneos en vuestro propósito de combatir al enemigo, defendiéndoos y defendiéndonos porque nosotros somos vuestros súbditos obedientes y nos fiamos de vuestras cortantes espadas". Entonces Zawi Ibn Ziri les añadió: "Si tal es vuestra opinión, lo mejor que podemos hacer es abandonar esta ciudad y elegir para instalarnos, cerca de ella, un lugar mejor fortificado en el que podamos refugiarnos con nuestras familias y nuestros bienes porque la guerra tiene muchas alternativas y se puede vencer o ser vencido y ser tenido, en este caso, por incapaz. El mismo Profeta -¡Dios lo salve!-, cuando los politeístas reclutaron tropas para atacar a Medina, ordenó cavar un foso en torno a la ciudad y prescribió la resistencia enérgica. Y si procedió así, estando asistido por la revelación, ¿qué no debemos hacer nosotros? Dijeron más los Sinhaya a los habitantes de Elvira "estamos dispuestos a no imponeros estos tribunos que soléis pagarnos tan puntualmente, con tal que gastéis ese dinero en lo que os concierne, es decir, fortificando vuestra ciudad y reclutando entre vosotros milicias de infantes, sostenidas a vuestra costa, y que os servirán como auxiliares en materia de vigilancia, espionaje y otras análogas. Reclutad, pues, a cuantos sepáis que pueden hacer servicio armado o bien construid una muralla pues, si no lo hacéis, siempre habrá una brecha por la cual pueda entraros la desgracia". Los habitantes de Elvira oyeron con agrado estas palabras que aumentaron a sus ojos el prestigio de los Ziríes y, por unánime decisión, se resolvieron a escoger para su nueva instalación una altura que dominase el territorio y una posición estratégica de cierta elevación en la que construir sus casas y a la que trasladarse todos, hasta el último; posición de la que harían su capital y en cuyo interés demolerían la mencionada ciudad de Elvira. Y contemplaron una hermosa llanura llena de arroyos y de arboledas que, como todo el terreno circundante, está regada por el río Genil, que baja de Sierra Nevada (Yabal Sulayr). Contemplaron así mismo el monte en el que hoy se asienta la ciudad de Granada y comprendieron que era el centro de toda la comarca ya que tenía delante la Vega, a ambos lados los términos de Al-Zawiya y detrás el distrito del Monte. El lugar les encantó porque vieron que reunía todas las ventajas y se dieron cuenta que estaba en el punto central de una región muy rica y en medio de sus focos de población y de que, si un enemigo venía a atacarlo no podría ponerle sitio ni impedir en modo alguno que sus habitantes se aprovisionasen dentro y fuera de todos los víveres necesarios. En consecuencia, y en tanto Elvira quedaba arruinada, comenzaron a edificar en aquel sitio, y cada uno de los hombres del grupo, lo mismo andaluz que bereber, procedió a levantar allí su casa”.

LA DIATRIBA DEL ALFAQUÍ ABU-ISAQ Y EL POGROM DE GRANADA DE LA NOCHE DEL 31 DE DICIEMBRE DE 1066

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El judío Samuel Ben Nagrela, asesinado en 1056, fue un importante y hábil consejero y diplomático de religión judía que supo servir eficazmente a los reyes ziríes Habus Ibn Maksan (que reinó entre 1019 y 1035) y Badis Ibn Habus (que lo hizo entre 1035 y 1075). Samuel Ben Nagrela fue igualmente un filósofo y literato que escribió poesía, una introducción al Talmud y varios libros y tratados de gramática. La estima en que se le tuvo queda reflejada en las palabras que un poeta le dedicó:

"Reuniste en tu persona todas las buenas cualidades que los otros sólo en parte poseen, tú que has devuelto la libertad a la generosidad cautiva, tú que eres tan superior a los hombres de Oriente y de Occidente, lo mismo que el oro es superior al cobre. Si los hombres pudieran distinguir lo verdadero de lo falso no pondrían su boca sino en tus dedos. En vez de tratar de agradar a Dios besando en la Meca la piedra negra, besarían tus manos porque ellas son las que disponen la felicidad".

Claudio Sánchez Albornoz explica el valor de Samuel Ben Nagrela diciendo que

"De su padre, Habus, heredó Badis, además del reino, al visir, judío e intelectual Samuel Ben Nagrela: barbarie y refinamiento frente a frente en Granada. "No podía ser mayor el contraste que separaba a la ignorancia, la bravura, la crueldad y el ciego ímpetu del soberano, y el talento político, la reflexión, la cultura refinada y la suavidad de su ministro. Como sus caracteres se complementaban, se entendieron a maravilla. Sin la astucia del hebreo, la barbarie del bereber habría fracasado. Eran dos personalidades extraordinarias. Y el elogio de Samuel por el más grande de los historiadores hispanomusulmanes, Ibn Hayyan, su contemporáneo, además, nos descubre todas las facetas: inteligencia, saber, refinamiento, doblez y astucia del judío genial".

A la muerte de Samuel Ben Nagrela su hijo Yusuf Ben Nagrela le sucede como consejero del rey Badis. Pero el hijo no consiguió el reconocimiento de su padre y tuvo en su contra a la nobleza. La situación se fue deteriorando hasta acabar en un pogrom y la muerte de Yusuf Ben Nagrela junto a otros 5000 judíos. El pogrom fue incitado por Ibrahím ben Mosud, llamado Abu Ishaq al-Ilbiri (al-Ilbiri o el de Elvira), jurista y poeta musulmán que había escrito un poema anti judíosemítico, así como por el rumor que circulaba por la ciudad de José Ibn Nagrela estaba detrás de la supuesta muerte del rey Badis. Además de intereses políticos y sociales latía de fondo el odio hacia la comunidad judía, de la cual había tomado nombre la ciudad ya que "ger-anat" en hebreo significa ''campo de refugiados". La noche del 31 de diciembre de 1066 tuvo lugar la matanza y Granada dejó de hacer justicia a su nombre. La Diatriba del alfaquí Abu-Isaq contra los judíos decía:

"Lleva, mensajero, a todos los sinhaya, lunas llenas y leones de nuestro tiempo, estas palabras de un hombre que los estima y que creería faltar a sus deberes religiosos si no les diera saludables consejos.
Vuestro señor ha cometido un yerro, del que los malévolos se regocijan: pudiendo elegir su secretario entre los creyentes, lo ha tomado entre los infieles. Gracias a este secretario, los judíos, desde el fondo de su vilipendio se han convertido en grandes señores, hasta el extremo de que ya en orgullo y arrogancia rebasan todo limite.

De la noche a la mañana y sin sospecharlo siquiera, han conseguido cuanto pudieran apetecer; han llegado al ápice de los honores, de manera que el mono más vil de esos infieles cuenta hoy entre sus dores una muchedumbre de piadosos y devotos musulmanes. Y todo eso no lo deben a su propio esfuerzo, no; ¡el que los ha encumbrado tan alto es un hombre de nuestra religión!

¡Ah! ¿Por qué ese hombre no sigue a su respecto el ejemplo que dieron los príncipes buenos y devotos de antaño?¿Por qué no los vuelve a su puesto? ¿Por qué no los convierte en los más viles de mortales?

Entonces, yendo en tropel, llevarían en medio de nosotros una vida errante, a merced de nuestro desdén y nuestro desprecio; entonces no tratarían a nuestros nobles con altivez, ni a nuestros santos con arrogancia; entonces, no se sentarían a nuestro lado esos hombres de raza impura, ni cabalgarían al lado de nuestros grandes señores de la corte! ¡Oh Badis! Tú eres un hombre de gran sagacidad y tus conjeturas equivalen a la certeza.

¿Cómo es posible que no te percates del mal que hacen esos diablos cuyos cuernos se manifiestan por doquier en tus dominios? ¿Cómo puedes profesar afecto a esos bastardos que te han hecho odioso ante el género humano? ¿Con qué derecho esperas afianzar tu poder, cuando esas gentes destruyen lo que tú edificas? ¿Cómo puedes otorgar una confianza tan ciega a un malvado, y hacer de él tu íntimo amigo?
¿Has olvidado que el Omnipotente dice en el Libro que no hay que trabar amistad con los malvados? No tomes, pues, a tales hombres como ministros; abandónalos a las maldiciones, pues toda la tierra clama contra ellos; ¡pronto temblará y entonces todos pereceremos! Dirige tus miradas hacia otros países y verás que en todas partes se trata a los judíos como perros y se les da de lado. ¿Por qué has de ser tú el único en obrar de otra manera, tú que eres un príncipe amado de tus pueblos, tú que procedes de ilustre estirpe de reyes, tú que aventajas a tus contemporáneos, como tus antepasados aventajaron a los suyos?

Llegado a Granada vi que allí señoreaban los judíos. Se habían repartido la capital y provincias; en todas partes mandaba uno de esos malditos. Ellos recaudaban las contribuciones, comían opíparamente, vestían con todo lujo, en tanto que vuestra indumentaria estaba vieja y deteriorada. Todos los secretos del Estado les eran conocidos: ¡qué imprudencia confiarlos a traidores! Los creyentes malcomían a razón de un dirbam por cabeza; ellos, en cambio, banqueteaban suntuosamente en palacio.
Os han suplantado en el favor de vuestro soberano, ¡oh musulmanes! ¿Y vosotros no los recusáis, les dejáis hacer? Sus oraciones resuenan igual que las vuestras: ¿no lo oís, no lo veis? Sacrifican bueyes y carneros en vuestros mercados y ¡vosotros coméis la carne que para ellos mismos es inmunda! El jefe de esos monos ha enriquecido su morada con incrustaciones de mármol; ha hecho correr fuentes donde corre el agua más cristalina y en tanto que nos hace esperar a su puerta, se mofa de nosotros y de nuestra religión.

¡Oh, Dios, qué desventura! Si dijera que es tan rico como tú, ¡oh rey!, diría la verdad. ¡Ah! Apresúrate a degollarlo y a ofrecerlo en holocausto; sacrifícale; es un carnero cebón. No perdones a sus parientes y allegados. También ellos han reunido inmensos tesoros. Toma su dinero. Tú tienes más derecho que ellos.
No creas que sea una perfidia matarlos, no; la verdadera perfidia sería dejarles reinar. Han quebrantado el pacto que habían estipulado con nosotros; ¿quién se atrevería, pues, a recriminarte por castigar a perjuros? ¿Cómo podríamos nosotros aspirar a distinguimos, viviendo en la oscuridad, cuando los judíos nos deslumbran con el brillo de sus grandezas? Comparados con ellos somos objeto de vilipendio, y diríase en verdad que nosotros somos unos malvados y que esos hombres son gente honorable.

No consientas por más tiempo que nos traten como hasta ahora vienen haciendo, pues tú nos responderás de su conducta.

Recuerda que tú también un día tendrás que dar cuenta al Eterno sobre la manera como hayas tratado al pueblo que El eligió y que ha de gozar de la eterna bienaventuranza".

Gonzalo Antonio Gil del Águila
Granada, 25/12/10

LA DOBLA BALADÍ

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Una de las palabras que en lengua castellana se encuentran en franco retroceso en la actualidad es baladí. Esta expresión, aportada por el árabe hispánico que a su vez lo toma del clásico, significa en su lengua originaria “del país” o “indígena”, y es uno de los escasos adjetivos que desde la lengua árabe han pasado a la castellana. Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua tiene dos significados en castellano. El primero es “de poca importancia” y el segundo “propio de la tierra o del país”.

El significado de baladī en lengua árabe se comprende si recordamos que bajo la denominación de “raks báladi”, literalmente “danza del pueblo”, se alude en el folclore árabe a la danza prácticamente ausente de desplazamientos y con casi exclusividad de movimientos de cadera. Pero entre nosotros predomina no el sentido originario si no el de “poca importancia”. ¿A qué se debe ello? A una moneda usada en el Reino Nazarí de Granada, la dobla.

¿Qué era la dobla? Una moneda empleada en la península ibérica y en el norte de África entre la Edad Media y parte de la Moderna. En España se conoce por dobla una moneda castellana de oro y se emplea un adjetivo para denominar las de reinos musulmanes. Por eso se habla de dobla y dobla de la banda (acuñadas en Castilla), dobla almohade, dobla baladí, dobla de cinco rayas, dobla granadina, dobla morisca, dobla morisca vella y dobla zaena.

La dobla baladí del Reino Nazarí de Granada equivalía a la dobla de la banda castellana pero resultaba inferior al de las doblas del norte de África, razón por lo que baladí terminó acuñando entre nosotros el significado de poco valor.

Gonzalo Antonio Gil del Águila

Granada, 27 de Abril de 2008

SOBRE EL MODELO OSI Y EL MODELO TCP/IP

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En 1984, con el fin de solucionar los problemas surgidos de la adopción de distintos estándares en el mundo del nerworking, la Organización Internacional para la Normalización (ISO) creó un modelo de referencia denominado OSI. El Modelo de Referencia de Interconexión de Sistemas Abiertos, OSI-RM (Open System Interconection-Reference Model) proporcionó a los fabricantes un conjunto de normas que aseguró la compatibilidad entre las distintas tecnologías de red utilizadas por las empresas. Para simplificar el estudio y la implementación de dichas tecnologías el modelo OSI se dividió en capas. El concepto de capa hace referencia a una entidad que realiza una función específica sometida a procedimientos y las reglas, por lo que un proceso que se ejecuta en una computadora, pueda comunicarse con un proceso similar en otra computadora, si tienen implementados los mismos protocolos de comunicaciones de capas OSI.

A continuación vamos a analizar cada una de estas capas y el proceso de transmisión de datos a través de ellas. Ahora, como introducción, debemos de considerar lo siguiente: las tres capas superiores del modelo OSI (Sesión, Presentación y Transporte) se encargan de las aplicaciones de usuario, establecimiento de sesiones de comunicación y cifrado y compresión de datos. Tengamos presente que las cuatro capas inferiores (Física, Enlace de Datos, Red y Transporte) realizan las transmisión de datos. La transmisión de datos supone la segmentación, empaquetamiento, enrutamiento, verificación y su envío a través de los medios físicos. La transmisión de datos se lleva a término sin atender a la naturaleza de los datos enviados o recibidos.

En el modelo OSI la capa n de un computador se comunica con la capa n de otra computadora. Las normas y convenciones que se utilizan en esta comunicación se denominan colectivamente protocolo de la capa n, es decir, protocolo de la capa Física, protocolo de la capa de Enlace de Datos, etc. En el envío de los datos cada capa de protocolos pasa los datos a la siguiente capa, y ésta les añade algunos datos de control antes de pasar la información a la siguiente capa. El conjunto de datos así obtenido se llama PDU (unidades de datos del protocolo) o paquete de datos. Este paquete incluye información sobre su origen y destino.

Capas

Capa 7: La capa de Aplicación: Es la capa del modelo OSI más cercana al usuario y el medio por el cual los procesos de aplicación de usuario acceden al entorno OSI. No proporciona servicios a ninguna otra capa OSI y algunos ejemplos de procesos de aplicación son hojas de cálculo, procesadores de texto, FTP, telnet, mail-smtp, páginas web, etc.

Capa 6: La capa de Presentación: proporciona sus servicios a la capa de aplicación y transforma los formatos particulares (ASCII, EBCDIC, etc.) en un formato común de red.

Capa 5: La capa de Sesión: proporciona sus servicios a la capa de presentación y proporciona el medio necesario para organizar y sincronizar el intercambio de datos estableciendo, administrando y finalizando las sesiones entre dos hosts. Si la comunicación se interrumpe esta capa restablece la sesión. En algún punto de este curso se ha hablado de tokens y ahora diremos que esta es la capa que los maneja.

Capa 4: La capa de Transporte: proporciona sus servicios a la capa de sesión efectuando la transferencia de datos entre dos host y segmentando los datos originados en el emisor, estableciendo los necesarios circuitos virtuales con dispositivos de detección y recuperación de errores de transporte. Son circuitos virtuales las conexiones establecidas dentro de una subred que no tienen que buscar nuevas rutas para los paquetes. En esta capa los datos que proceden de la capa de Sesión se fragmentan en unidades más pequeñas llamadas segmentos y se realizan ciertas funciones de control de unidades de información así como la fragmentación y reensamblaje de mensajes.

Capa 3: La capa de Red: proporciona sus servicios a la capa de transporte dando conectividad y selección de rutas entre dos sistemas de hosts y atendiendo la conmutación de paquetes y el encaminamiento de la información, dividiendo los datos procedentes de la capa de Transporte en unidades más complejas llamadas paquetes. A los efectos de nuestro curso recordemos que los routers trabajan en capa 3.

Capa 2: La capa de Enlace de Datos: proporciona sus servicios a la capa de red y suministrando un tránsito de datos confiable a través de un enlace físico ocupándose del direccionamiento físico, el acceso a la red y su topología de red, la entrega entrega ordenada de las tramas y control de flujo. En esta capa se agrega una secuencia de bits al principio y al final de los paquetes dando lugar a un formato llamado trama o marco. Esta capa envía los paquetes de nodo a nodo usando bien un circuito virtual bien la forma de datagramas.

Capa 1: La capa física: proporciona sus servicos a la capa de enlace de datos y transmite los bits por un canal de comunicación. En esta capa se definen las características físicas y eléctricas de los medios garantizando la conexión pero no la fiabilidad de ésta.

Proceso de encapsulamiento.

Una vez pasados los datos desde la capa de aplicación a la de sesión en un formato común el proceso de encapsulamiento crea una unidad con la información de protocolo necesaria. Conforme los datos se desplazan a través de las capas del modelo OSI a esta unidad se le añade información en el encabezado y en el final. Para conseguir que los paquetes de datos viajen desde el punto de origen hasta el de destino cada capa del modelo OSI en el origen debe comunicarse con su capa equivalente en el lugar destino. A este tipo de comunicación se la llama par-a-par y las reglas por las que se rige se llaman protocolo de la capa n. Cada protocolo de capa intercambia la información contenida en las unidades de datos de protocolo (PDU) entre capas iguales (1 con 1, 2 con 2, etc).

A pesar de ser el modelo OSI el referente universal el sistema normalizado abierto de Internet es el denominado TCP/IP o Protocolo de Transmisión/ Protocolo de Internet. El modelo TCP/IP se encuentra basado en un tipo de red llamada packet-switched (red de conmutación de paquetes), y tiene cuatro capas: Aplicación, Transporte, Internet y Capa de Red.

Gonzalo Antonio Gil del Águila
Abril de 2002

ENTREVISTA DE 2002 CON ARMANDO SOBRE LA SEMANA SANTA EN GRANADA

1 comentarios
A continuación se reproduce la entrevista hecha en 2002 a Armando López-Murcia Romero sobre la Semana Santa en Granada y que fue publicada entonces en un fanzine del que saqué algunos números. En aquel momento los blogs de internet no estaban en marcha y en su lugar había que recurrir a ese tipo de ediciones hechas con fotocopias o páginas impresas grapadas en cuadernillos para tener así una publicación barata que permitiera su distribución gratuita. Las fotos que se acompañan son del entrevistado.

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Dice ser un enamorado de Granada y sus tradiciones y ejerce ese amor cada vez que puede. Antiguo alumno del Colegio Santo Tomás de Villanueva de Granada. Muy vinculado con el mundo de nuestras Hermandades desde niño, es un cofrade comprometido, convencido y convincente, y es uno de los Hermanos Mayores más jóvenes de nuestra ciudad al desempeñar actualmente dicho cargo en la Pontificia y Real Cofradía y Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad y Descendimiento del Señor del Real Monasterio de San Jerónimo, aunque no pierde nunca de vista sus orígenes en la Cofradía de Santa María de la Alhambra, a la que pertenece desde siempre por vinculaciones familiares. Gran aficionado a la fotografía, ha conseguido hacerse un nombre entre los fotógrafos más reputados de la temática cofradiera de Granada, sus obras ilustran los carteles y las publicaciones de nuestras Cofradías y es el autor del Cartel Oficial que anuncia nuestra Semana Santa en el presente año. Imbuido en los preparativos propios de este tiempo nos ha atendido y respondido a algunas preguntas.


¿Cómo llegas al mundo de las Cofradías?

Estoy inmerso en el mundo de las Hermandades de Granada desde siempre, ya que desde, muy pequeño, recuerdo que en mi casa se vivían los días de la Semana Santa y el ambiente de las Cofradías de manera muy intensa. Mi familia ha vivido toda la vida en la Alhambra, y mi abuelo fue uno de los fundadores de la Cofradía de Santa María que radica en la iglesia del recinto, por lo que todos los miembros de la familia han estado muy vinculados a ella. Rememoro con cariño los trajines del Jueves Santo en los instantes previos a la procesión, con mis tíos preparando las túnicas, las capas y los capillos, o a mi padre, cuando yo aún casi ni andaba llevándome a ver los desfiles por el centro de la ciudad. Son muchos recuerdos y mi gente me inculcó esos sentimientos que tienen mucho que ver con la fe y con la tradición; a mí me gusta muchísimo conservar las tradiciones que nos dejaron nuestros mayores porque considero que son el mejor patrimonio que se pueda poseer.


¿Hoy desempeñas cargo en alguna Hermandad?

Efectivamente, hoy día tengo el honor de ejercer el cargo de Hermano Mayor en la Pontificia y Real Cofradía y Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad y Descendimiento del Señor del Monasterio de San Jerónimo, las populares “Chías”.


Y, ¿de qué manera has llegado a tal responsabilidad, que es la máxima en una Cofradía según creo?

Sí, es la máxima responsabilidad en el ámbito de una Hermandad. La vida, a veces, resulta curiosa. Como ya te he dicho, yo desde siempre he pertenecido, y pertenezco, a la Cofradía de Santa María de la Alhambra, a la que acompaño, cada año y desde muy niño, en su salida del Sábado Santo, y me ha gustado todo lo relacionado con nuestras Hermandades. A los dieciocho años, mi buen amigo José Antonio Alemán Caballero, también antiguo alumno ¬¬agustino, me pidió que yo colaborara con su Cofradía de la Soledad en la edición de la revista “Descendimiento”, ofreciéndome la posibilidad de coordinar un número de manera provisional entretanto encontraban alguien que se hiciera cargo de la publicación, y todo ello, en base a mi experiencia como director en su momento de “Moaxaja”en nuestro Colegio; el caso es que lo que iba a ser una edición transitoria se convirtió en mi integración paulatina en la Junta de Gobierno de la Cofradía, con cada vez mayor número de responsabilidades. Me fui haciendo cargo de diferentes áreas, la inicial revista se convirtió en unos dieciséis números a lo largo de estos últimos diez años, y he seguido trabajando hasta que hace año y medio resulté elegido Hermano Mayor de la Cofradía. Mi corazón cofrade se “partió” en dos mitades entre la Alhambra y San Jerónimo, y de él se han adueñado la Virgen de las Angustias que se venera en las alturas de la colina roja y la Reina enlutada que habita en el convento jerónimo.



¿Qué exige esa responsabilidad?

Pues, fundamentalmente mucho esfuerzo, cariño y dedicación. Quien en los días de cada Semana Santa contempla en nuestras calles los desfiles procesionales ve sólo el lado bonito, la magnificencia de los tronos, los pasos y los enseres, el orden de los penitentes y las camareras, la música, el trabajo de los costaleros, la flor... pero detrás está la labor y el tesón de todo un año y de muchas personas. Cuando tu Cofradía regresa a su sede y se encierra, en ese mismo instante, hay que comenzar a preparar la Estación de Penitencia del año siguiente, a intentar corregir los fallos. Presentar una Hermandad en la calle conlleva muchos gastos y muchos “quebraderos” de cabeza, y a ese esfuerzo hay que unir el resto de actividades de la Hermandad, porque, afortunadamente, las Cofradías ya no son sólo algo que sale a la calle en Semana Santa y una vez concluida la procesión se guarda todo y hasta el año que viene; ahora, se mantiene ininterrumpidamente una actividad de cultos, de relaciones con otras Cofradías y con los hermanos Mayores Honorarios, hay un protocolo, hay charlas de formación cristiana para los cofrades, se desarrollan iniciativas de caridad, pregones, carteles, conciertos, Cultos, y las Casas de Hermandad están abiertas todo el año. Si a eso unes la necesidad de reunirse varias veces al mes las Juntas de Gobierno para ir avanzando hasta que llega la Cuaresma en la que el trabajo se multiplica, la labor de ir cerrando los mil y un detalles, la tarea de ir intentando hacer frente a los imprevistos, y, en ocasiones, pocas gracias a Dios, la labor de ir tratando de solucionar las tensiones que a veces surgen entre las personas que conviven y trabajan tan estrechamente, pues el trabajo puede llegar a ser agotador. Aunque sea un poco exagerado, casi podríamos hablar de una “profesionalización” del cargo, dado el tiempo que requiere, y de la necesidad de tener un buen equipo, porque un Hermano Mayor sin personas que lo apoyen y colaboren con él en que las diferentes áreas desarrollen su cometido, no tiene nada que hacer. Creo que ante todo, la actitud de un hermano Mayor debe ser de diálogo, de comprensión, de equilibrio y escucha, de buena voluntad, de entender el honor del cargo como servicio a los hermanos que te confiaron su guía y gobierno. Yo no sé si lo consigo siempre, pero procuro hacerlo así, aunque seguro que me equivocaré en mis decisiones mil veces al día.


¿Los cargos se desempeñan de forma gratuita?

Total y absolutamente. Quizá las Cofradías sean uno de los últimos reductos para el altruismo. Es más, no sólo no se trata de cargos remunerados sino que el ejercicio de los mismos suele costar bastante dinero a quien los desempeña, en gasolina, en sellos, en teléfono, en pequeñas facturillas que se rompen para ayudar a la Hermandad en vez de presentarlas a Tesorería... y en el tiempo que se dedica, que muchas veces, te impide desarrollar otras actividades, incluso profesionales; pero el sacrificio creo que merece la pena. Las cosas hay que hacerlas con entrega y convencimiento, y si no, lo mejor es quedarse en casa y dar paso a otros que tengan mayores ganas de luchar.


Antes has apuntado algo acerca de las tensiones en el seno de las Hermandades. Háblanos de ello. ¿Existen problemas?

Las Cofradías, se nutren de personas, con los defectos y virtudes que tenemos, y como en todo grupo humano, surgen problemas, discusiones, enfrentamientos... que nunca deberían producirse en base a lo que especialmente perseguimos y predicamos las Hermandades, pero que están ahí, y, en ocasiones, si las personas que se enfrentan no tienen la suficiente humildad y capacidad de perdonar pueden llegar a convertirse en auténticas guerras que no hacen sino perjudicar a la Hermandad que sea, e incluso, te diría que a todas las demás. Ese es el principal escollo en el mundo de las Cofradías, ya digo, principalmente causado porque somos grupos humanos, y a partir del hecho de juntar la opinión de dos sujetos que conviven y trabajan codo con codo, pueden surgir las disparidades, y es normal; lo que nunca debe pasar es llegar a la guerra, sino que hay que procurar ceder y entenderse en base al alto fin que tenemos encomendado; esa es una asignatura pendiente, que nos cuesta muchas críticas, y que, poco a poco, creo que se va consiguiendo aprobar, aunque sea “por parciales”. Pero esos “problemas” puntuales no deben empañar el magnífico trabajo desarrollado por las Cofradías a todos los niveles, incluido el humano.


¿Se están “sevillanizando” nuestras Hermandades de Granada?

Sin duda, y por desgracia, y ello no lo digo, en absoluto, con desprecio, sino con la mayor de las tristezas, y me explico. Yo no estoy en contra de la Semana Santa de Sevilla; al revés, la admiro y respeto siendo consciente de la importancia que tiene y de lo que mueve e incluso, siendo partidario de ciertas influencias, pero no de la copia por la copia. Es más, no me falta un libro o un vídeo o un CD de ella, pero lo mismo que los tengo de la Semana Santa de Murcia o de la de Castilla-León, o de la de Aragón. Sin embargo, las Cofradías de Granada están perdiendo paulatinamente su personalidad y tradición por “importar” patrones de Andalucía occidental en una considero que mal entendida renovación. Así, estamos trayendo imágenes de más que dudable categoría artística para reemplazar las nuestras, o perdemos nuestros tronos, puede que humildes pero originales, por cambiarlos por grandes pasos casi seriados hechos en talleres hispalenses, impactantes pero repetitivos, todos de estilo “pecho paloma” y rebosantes de volutas y angelillos impersonales, o estamos recortando las túnicas bordadas de cola a nuestros Cristos haciendo desaparecer una costumbre inveterada y exclusiva de nuestra ciudad, o sustituimos los faroles artesanos de chapa y cristales granadinos por orfebrería clónica, o todas nuestras Vírgenes tienen que pasar a tener palio o cambiar el que ya tenían, aunque sea a costa de recortar tisú dorado o en plata para calcar dibujos ya existentes en las Hermandades de la vera del Guadalquivir, o nos sobran las “mantillas” en las Estaciones de Penitencia que han sido característica y símbolo de identidad de nuestra Semana Santa, o se suprimen elementos que, si hay suerte, se condenan al olvido del rincón de un almacén, y, si no la hay, se queman o abandonan hasta su destrucción, sin tener en cuenta que forman parte de nuestra historia y que, como mínimo, deben quedar guardados o expuestos como testimonio de lo que hemos sido y hemos tenido, y del esfuerzo que realizaron otras personas en tiempos no tan fáciles ni tan abundantes como los actuales. Yo todavía entiendo que las Cofradías de nuevo cuño se levanten con el estilo que prefieran sus hermanos, pero me duele que Hermandades de muchos años y con estilo y enseres muy consolidados se vean transformadas y alteradas por “modas”, perdiendo enseres y rasgos personalísimos y exclusivos cuando, por el contrario, son una herencia, que debe ser respetada, como producto del trabajo de quienes nos precedieron en su gobierno. Quienes gestionamos las Hermandades en cada momento somos depositarios de una historia y del trabajo de unos antecesores, y no siempre tenemos conciencia de ello.



Y su Hermandad... ¿se sevillaniza?

Yo prefiero hablar de la Hermandad a la que pertenezco que de “mi” Hermandad, expresión que da una falsa idea de propiedad. Ha sido empeño de quienes la han dirigido antes que yo, y, desde luego, mío, de mantenerla en su pureza, libre de influencias externas innecesarias que alteren su idiosincracia. Se trata de una Cofradía muy característica, con elementos muy granadinos y especiales que, si en un tiempo fueron propios de todas las Hermandades de la ciudad, se han mantenido sólo en la de la Soledad como son las “Chías”; otras peculiaridades son, por ejemplo, el paso “viviente” del Cristo del Descendimiento en el que hermanos de la Cofradía caracterizados de Santos Varones y de las Tres Marías portan la talla de Cristo Yacente atribuida a Pablo de Rojas, o la imagen de Nuestra Señora de la Soledad, dolorosa de vestir tan cercana a Pedro de Mena que se le atribuye, que procesiona sin palio y mantiene una actitud de tristeza profunda pero serena y lleva las manos entrelazadas, característica propia de la escuela escultórica granadina; o las largas filas de penitentes amarillos y negros que portan farolillos morados oscilantes, etc... Son suficientes motivos como para mantener su personalidad, ¿verdad?.


También se critican los gastos de las Hermandades...

Sí, pero creo que es, fundamentalmente por desconocimiento. Las Cofradías procuran poseer para el culto externo enseres de gran valor, sobre todo artístico y, por qué negarlo, económico, y creo que ello es bueno, creo que es bueno que exista cierta competitividad en intentar que nuestro Cristo o nuestra Virgen lleven los mejores ajuares posibles; ahora bien, que ello no se convierta en el fin primordial. No podemos olvidar el carácter de nuestra Semana Santa, que como todo lo propio de Andalucía, es exagerado, fastuoso, barroco, en una forma muy peculiar de expresar la fe... Creo positivo el hecho de que para conseguir hacerle una corona a la Virgen, costear un respiradero de plata, o bordar una túnica para un Cristo, unan sus esfuerzos e ilusiones durante bastante tiempo el joven y el viejo, hombres y mujeres, ricos y pobres, y que todos juntos realicen iniciativas para lograr esa ilusión. Por otro lado, hay que recordar que el gasto de las Cofradías ha permitido la continuidad y supervivencia de muchos oficios artesanos como la talla, el dorado, el bordado, la orfebrería, la cerería, etc... que se habrían perdido indiscutiblemente sin las Hermandades, y yo, desde luego, prefiero a tres familias bordando en oro un costoso y recargado manto durante tres años, y la creación de esa obra de arte y de esos puestos de trabajo mantenidos ese tiempo, a que esas bordadoras, o los empleados de taller de un orfebre o de un ebanista o tallista, por ejemplo, estén haciendo cola en el INEM; y luego hay otra faceta interesante que es que luego, ese manto, ese respiradero o esa corona, en la calle provoca que “mi” Semana Santa tenga más valor en la parte de espectáculo que indudablemente posee, y la gente salga a la calle a ver las Cofradías, y gane dinero el señor del hotel que está completo porque vinieron visitantes a contemplar nuestra Semana Mayor, o el señor del bar, el de los globos, el tío de las pipas, el de las patatas asadas.... esa es una labor social indirecta de las Cofradías con sus estrenos y con sus enseres, que considero importantísima, puesto que crea riqueza para todos. Igualmente, mantengo que ese no debe ser nunca el fin exclusivo, pues nuestra base es religiosa, y esta labor social, al ser y sentirnos cristianos y católicos, debe acompañarse de otras iniciativas de caridad que ya se van asumiendo. No se puede desposeer a la Semana Santa de su parte de boato y oropeles, como acto de culto que es, y toda liturgia requiere de una ceremonia y un patrimonio, pero sin olvidar, desde luego, que su esencia es religiosa y consiste en dar testimonio público de fe. El secreto es saber trascender el aspecto externo, sin suprimirlo, para vislumbrar lo importante. Igualmente te digo que de nada sirve el testimonio público de esa fe si después no eres capaz de vivirla en el ámbito de tu familia, de tus amigos, de tus relaciones laborales... pero eso es cuestión de cada uno.


¿Cómo os integrais en la Iglesia?

Pienso que cada vez mejor, gracias a nuestro esfuerzo y a los esfuerzos de comprensión que se están realizando por algunos sectores de la jerarquía y de otros movimientos eclesiales. Casi siempre, un simple gesto abre una vía de entendimiento, y en Granada tenemos un caso reciente como ha sido la apuesta decidida que nuestro actual Arzobispo, Monseñor Cañizares, ha realizado por las Cofradías, haciéndose eco de nuestro clamor durante tantos años pidiendo el acceso al interior de la Santa Iglesia Catedral y siendo consciente de nuestras muchas posibilidades, y reclamándonos un papel más activo en las necesidades y cometidos de la Iglesia diocesana. Sin embargo, continúa habiendo una parte de esa jerarquía eclesiástica y de algunos otros movimientos que, quizá por desconocimiento, o quizá por determinadas actitudes de los miembros de las Hermandades, nos ignoran a los cofrades en el mejor de los casos, o bien nos censuran o incluso nos detestan, sin intentar comprendernos y sin querer darse cuenta del inmenso potencial de las Cofradías en el seno de la Iglesia si se sabe atraer nuestra atención y comprender nuestra especial forma de vivir la fe; en ese camino de comprensión trabajan ya muchos sacerdotes que sí se han advertido que, cuando hay cultos o actos de una Hermandad en su iglesia, el templo se llena, y de todos los que llegan a un Vía-Crucis, a una Misa, aunque sea a oír al pregonero de turno o a la banda, alguno puede que se quede, y es ahí donde cobra todo su sentido el primordial papel de las Cofradías como catequesis de alejados. Las Cofradías en las que sus responsables espirituales toman interés están viendo incrementada enormemente la participación de los hermanos en iniciativas de culto, formación, caridad... Hay también, por qué no admitirlo, muchos defectos en nosotros, los cofrades no somos perfectos, y es necesario ir puliendo paulatinamente esas cosas, sobre todo, con comprensión y paciencia, en un camino que ya está iniciado y creo y deseo que no tenga retorno.


Volviendo a ti, tu faceta cofrade no acaba en lo que hemos descrito antes, sino que también podemos verte por las calles de Granada haciendo fotografías de los pasos y las procesiones...

Es cierto. A mi pasión por las Cofradías se une mi “hobby” favorito, que es la fotografía, afición que me viene de herencia porque, como sabes, mi padre, tristemente ya desaparecido, era periodista gráfico en diversos medios escritos y cámara de televisión, y era un gran profesional y un gran artista. Por desgracia, no pudo enseñarme todo lo que sabía, que era mucho, y mis condiciones las considero muy inferiores a las suyas porque parecérsele a nivel fotográfico sería para mí un sueño, pero me debió dejar un poco de su arte y me dedico a la fotografía “cofrade”, a veces, incluso, consiguiendo algún buen resultado.


Pero, ¿cómo empezaste?

De una manera muy rara; hasta los diecisiete años yo no había cogido una cámara de fotos, y lo hice en aquella Semana Santa, y la verdad es que los resultados no fueron malos vistos desde la perspectiva de entonces, aunque hoy serían fotos muy mejorables. Continué al año siguiente y empecé a formarme en escuelas de fotografía, y perseveré en mi afición, y poco a poco, fui depurando la técnica y obteniendo mejores resultados, que me llevaron a ir incluyendo algunas de mis obras en publicaciones y revistas cofrades y dándome a conocer poco a poco.


Has ganado varias veces el concurso del Cartel Oficial, y este año es obra tuya.

Sí, tras algunos años de “sequía” fui recibiendo algunos premios modestos en varios concursos, que me estimularon a continuar, hasta que conseguí el Cartel Oficial del año 94, lo que supuso una ilusión enorme. A partir de ahí, a pesar de que lo que voy a decir suene a pedante es la verdad, me convertí en asiduo entre los galardones de los certámenes fotográficos dedicados a la Semana Santa y entre las publicaciones cofrades de Granada, y el primer premio del Concurso Oficial recayó sobre mis obras de nuevo en el año 97 y en este, en que una instantánea del pasado año, que presenta al Cristo del Silencio bajo las torres de la Alhambra en la madrugada del Jueves Santo, anuncia nuestra Semana Mayor de 2002, lo que es motivo de especial satisfacción para mí, y supongo que para todos aquellos, pocos, que nos entregamos a esta pasión por las Cofradías y la fotografía, que, además, nos sale la afición por un ojo de la cara, que todo hay que decirlo, ¡já, já!, al tratarse de un “hobby” no excesivamente barato.


Y ¿cómo se hace eso que tú llamas fotografía cofrade?

Desde luego con mucha constancia, más paciencia y con mucho cariño hacia nuestra Semana Santa. He dicho muchas veces, y lo repito con frecuencia, que no basta sólo la técnica para ello; la técnica puede dar buenos resultados, y arrojará una instantánea perfecta, pero fría, formal. A mi juicio, a la técnica hay que unir el sentimiento, ese “pellizco” que provoca que cuando miras por el visor de la máquina fotográfica lo que ves te llame en un momento determinado la atención y te transmita el suficiente mensaje “cofrade” como para que te decidas a inmortalizar el instante para dárselo a conocer a otros a través de las copias. Cuando se unen esos dos elementos, la foto comunica, habla, “pregona”.


Será un trabajo duro...

Lo es, y mucho. Piensa que supone estar en la calle un mínimo de ocho horas cada uno de los días de la Semana Santa, salvo aquellos en los que realizas Estación de Penitencia en tu propia Cofradía, cargado con bastantes kilos de material entre cámaras, objetivos y trípode, esperando el segundo y el encuadre, yendo de un lado a otro de la ciudad buscando los escenarios más idóneos de los recorridos de las Hermandades. Cansancio que se va acumulando, mucho desánimo a veces cuando no te salen las cosas como tú las habías previsto, y sobre todo, mucha renuncia a estar con los tuyos viendo los desfiles procesionales y mucha paciencia y comprensión de quienes quieren estar contigo disfrutando de las Hermandades y no lo pueden hacer porque tú estás “trabajando”, sea tu novia, tu familia, tus amigos... Además es una labor muy complicada por las dificultades que tiene hacer fotos en vivo, no en un estudio; en la calle tienes que conseguir, en una instantánea en la que aparezca un paso procesional o un detalle cofrade, la información y el mensaje de una foto periodística combinados con la composición y la elegancia de una foto artística o de estudio, y eso en medio de unas condiciones que tú no puedes controlar, como es la cantidad de gente moviéndose y poniéndose delante, las luces contrarias, los letreros comerciales y el cableado que tanto afea nuestra ciudad, las prisas del instante exacto en el que debes hacer la foto para que tenga el contenido que tú deseas, los fallos “técnicos”... es bastante difícil, la verdad, pero lo cierto es que luego se ve recompensado todo ese esfuerzo cuando ves tus obras trasladadas a los carteles y a las revistas anunciando la Semana Santa y las Cofradías en todas las paredes y escaparates, siendo lo que alguien llamó, a ver si me acuerdo, “pregones impresos de la Pasión, la Muerte y la Resurrección de Jesucristo y de los dolores de su Santísima Madre que, cada año, rememora Granada”.


Por último, ¿qué deseas para la próxima Semana Santa?

Lo mejor que se puede desear: tiempo soleado y espléndido para que ninguna Hermandad sufra la tristeza de ver frustradas sus ilusiones trabajadas durante todo el año por una tarde de lluvia, concurrencia máxima de hermanos y hermanas en las filas, afluencia inmensa de público en nuestras calles y ausencia de todo tipo de problemas en todos y cada uno de nuestros desfiles procesionales, para que podamos celebrar una Semana Santa esplendorosa, espectacular y, a la vez, plena de sentido cristiano.