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CAPITULACIONES DE GRANADA

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Las Capitulaciones para la entrega de Granada, también llamadas Tratado de Granada, fueron firmadas y ratificadas el 25 de Noviembre de 1491, de una parte por el Rey de Granada Abú 'Abd Allah Muhammad, llamado por los cronistas cristianos Boabdil el Chico, y de otra por los Reyes Católicos. Tras las Capitulaciones hubo una política de tolerancia dirigida por Fray Hernando de Talavera (1.428-1.507), confesor de la Reina y primer Arzobispo de la ciudad que había tenido ocasión de mostrar su oposición años antes a la creación de la Santa Inquisición y que impidió la presencia de esta en el Reino de Granada. Esta política cedió en 1.499 ante la más rígida asociada a Cisneros (1.436-1.517), Cardenal, Arzobispo de Toledo y Primado de España, tercer Inquisidor General de Castilla y regente de Castilla. Las relaciones entre moriscos y cristianos tras la conclusión de la Reconquista nunca fueron pacíficas, al igual que no lo habían sido previamente, y encontraron el momento de mayor violencia durante la Guerra de las Alpujarras (1.568-1.571) mientras el Imperio turco ejercía una gran presión sobre los países de la Cristiandad europea. En 1.609, bajo el gobierno de Francisco de Sandoval y Rojas, primer Duque de Lerma (1.553-1.625), Ministro y valido del Rey Felipe III (que reinó entre 1.598 y 1.621) comienza la expulsión de los moriscos. Esta se desarrolló en diversas etapas: la primera en Valencia en 1.609 y la última en Castilla en 1.614. De ello nos habla Cervantes en la historia de Ricote incluída en el Quijote. No poseemos el texto original de las Capitulaciones pero lo conocemos por la transcripción, posiblemente incompleta, que Luis del Mármol y Carvajal (quizás 1.520-1.600) hace en su obra "Rebelión y Castigo del Rebelión de los Moriscos del Reino de Granada" y que a continuación se reproduce.

Primeramente, que el rey moro y los alcaides y alfaquís, cadís, meftís, alguaciles y sabios, y los caudillos y hombres buenos, y todo el comun de la ciudad de Granada y de su Albaicin y arrabales, darán y entregarán á sus altezas ó á la persona que mandaren, con amor, paz y buena voluntad, verdadera en trato y en obra, dentro de cuarenta dias primeros siguientes, la fortaleza de la Alhambra y Alhizán, con todas sus torres y puertas, y todas las otras fortalezas, torres y puertas de la ciudad de Granada y del Albaicin y arrabales que salen al campo, para que las ocupen en su nombre con su gente y a su voluntad, con que se mande á las justicias que no consientan que los cristianos suban al muro que está entre el Alcazaba y el Albaicin, de donde se descubren las casas de los moros; y que si alguno subiere, sea luego castigado con rigor.

Que cumplido el término de los cuarenta dias, todos los moros se entregarán á sus altezas libre y espontáneamente, y cumplirán lo que son obligados á cumplir los buenos y leales vasallos con sus reyes y señores naturales; y para seguridad de su entrega, un dia antes que entreguen las fortalezas darán en rehenes al alguacil Jucef Aben Comixa, con quinientas personas hijos y hermanos de los principales de la ciudad y del Albaicin y arrabales, para que estén en poder de sus altezas diez dias, mientras se entregan y aseguran las fortalezas, poniendo en ellas gente y bastimientos; en el cual tiempo se les dará todo lo que hubieren menester para su sustento; y entregadas, los pornán en libertad.

Que siendo entregadas las fortalezas, sus altezas y el príncipe don Juan, su hijo, por sí y por los reyes sus sucesores, recibirán por sus vasallos naturales, debajo de su palabra, seguro y amparo real, al rey Abí Abdilehi, y á los alcaides, cadís, alfaquís, meftís, sabios, alguaciles, caudillos y escuderos, y á todo el comun, chicos y grandes, así hombres como mujeres, vecinos de Granada y de su Albaicin y arrabales, y de las fortalezas, villas y lugares de su tierra y de la Alpujarra, y de los otros lugares que entraren debajo deste concierto y capitulación, de cualquier manera que sea, y los dejarán en sus Casas, haciendas y heredades, entonces y en todo tiempo y para siempre jamás, y no les consentirán hacer mal ni daño sin intervenir en ello justicia y haber causa, ni les quitarán sus bienes ni sus haciendas ni parte dello; antes serán acatados, honrados y respetados d e sus súbditos y vasallos, como lo son todos los que viven debajo de su gobierno y mando.

Que el día que sus altezas enviaren á tomar posesión de la Alhambra, mandarán entrar su gente por la puerta de Bib Lacha ó por la de Bibnest, ó por el campo fuera de la ciudad, porque entrando por las calles no hayan algun escándalo.

Que el dia que el rey Abí Abdilehi entregare las fortalezas y torres, sus altezas le mandarán entregar á su hijo con todos los rehenes, y sus mujeres y criados, excepto los que se hubieren vuelto cristianos.

Que sus altezas y sus sucesores para siempre jamás dejarán vivir al rey Abí Abdilehi y á sus alcaides, cadís, meftís, alguaciles, caudillos y hombres buenos y á todo el comun, chicos y grandes, en su ley, y no les consentirán quitar sus mezquitas ni sus torres ni los almuedanes, ni les tocarán en los habices y rentas que tienen para ellas, ni les perturbarán los usos y costumbres en que están.

Que los moros sean juzgados en sus leyes y causas por el derecho del xara que tienen costumbre de guardar, con parecer de sus cadís y jueces.

Que no les tomarán ni consentirán tomar agora m en ningun tiempo para siempre jamás, las armas ni los caballos, excepto los tiros de pólvora chicos y grandes, los cuales han de entregar brevemente á quien sus altezas mandaren.

Que todos los moros, chicos y grandes, hombres y mujeres, así de Granada y su tierra como de la Alpujarra y de todos los lugares, que quisieren irse á vivir á Berbería ó á otras partes donde les pareciere, puedan vender sus haciendas, muebles y raíces, de cualquier manera que sean, á quien y como les pareciere, y que sus altezas ni sus sucesores en ningun tiempo las quitarán ni consentirán quitar á los que las hubieren comprado; y que si sus altezas las quisieren comprar, las puedan tomar por el tanto que estuvieren igualadas, aunque no se hallen en la ciudad, dejando personas con su poder que lo puedan hacer.

Que á los moros que se quisieren ir á Berbería ó á otras partes les darán sus altezas pasaje libre y seguro con sus familias, bienes muebles, mercaderías, joyas, oro, plata y todo género de armas, salvo los instrumentos y tiros de pólvora; y para los que quisieren pasar luego, les darán diez navíos gruesos que por tiempo de setenta dias asistan en los puertos donde los pidieren, y los lleven libres y seguros á los puertos de Berbería, donde acostumbran llegar los navíos de mercaderes cristianos á contratar. Y demás desto, todos los que en término de tres años se quisieren ir, lo puedan hacer, y sus altezas les mandarán dar navíos donde los pidieren, en que pasen seguros, con que avisen cincuenta dias antes, y no les llevarán fletes ni otra cosa alguna por ello.

Que pasados los dichos tres años, todas las veces que se quisieren pasar á Berbería lo puedan hacer, y se les dará licencia para ello pagando á sus altezas un ducado por cabeza y el flete de los navíos en que pasaren.

Que si los moros que quisieren irse á Berbería no pudieren vender sus bienes raíces que tuvieren en la ciudad de Granada y su Albaicin y arrabales, y en la Alpujarra y en otras partes, los puedan dejar encomendados á terceras personas con poder para cobrar los réditos, y que todo lo que rentaren lo puedan enviar á sus dueños á Berbería donde estuvieren, sin que se les ponga impedimento alguno.

Que no mandarán sus altezas ni el príncipe don Juan su hijo, ni los que después dellos sucedieren, para siempre jamás, que los moros que fueren sus vasallos traigan señales en los vestidos como los traen los judíos.

Que el rey Abdilehi ni los otros moros de la ciudad de Granada ni de su Albaicin y arrabales no pagarán los pechos que pagan por razon de las casas y posesiones por tiempo de tres años primeros siguientes, y que solamente pagarán los diezmos de agosto y otoño, y el diezmo de ganado que tuvieren al tiempo del dezmar, en el mes de abril y en el de mayo, conviene á saber, de lo criado, como lo tienen de costumbre pagar los cristianos.

Que al tiempo de la entrega de la ciudad y lugares, sean los moros obligados á dar y entregar á sus altezas todos los captivos cristianos varones y hembras, para que los pongan en libertad, sin que por ellos pidan ni lleven cosa alguna; y que si algun moro hubiere vendido alguno en Berbería y se lo pidieren diciendo tenerlo en su poder, en tal caso, jurando en su ley y dando testigos como lo vendió antes destas capitulaciones, no le será mas pedido ni él esté obligado á darle.

Que sus altezas mandarán que en ningun tiempo se tomen al rey Ahí Abdilehi ni á los alcaides, cadís, meftís, caudillos, alguaciles ni escuderos las bestias de carga ni los criados para ningun servicio, si no fuere con su voluntad, pagándoles sus jornales justamente.

Que no consentirán que los cristianos entren en las mezquitas de los moros donde hacen su zalá sin licencia de los alfaquís, y el que de otra manera entrare será castigado por ello.

Que no permitirán sus altezas que los judíos tengan facultad ni mando sobre los moros ni sean recaudadores de ninguna renta.

Que el rey Abdilehi y sus alcaides, cadís, alfaquís, meftís, alguaciles, sabios, caudillos y escuderos, y todo el comun de la ciudad de Granada y del Albaicin y arrabales, y de la Alpujarra y otros lugares, serán respetados y bien tratados por sus altezas y ministros, y que su razón será oida y se les guardarán sus costumbres y ritos, y que á todos los alcaides y alfaquís les dejarán cobrar sus rentas y gozar de sus preeminencias y libertades, como lo tienen de costumbre y es justo que se les guarde.

Que sus altezas mandarán que no se les echen huéspedes ni se les tome ropa ni aves ni bestias ni bastimentos de ninguna suerte á los moros sin su voluntad.

Que los pleitos que ocurrieren entre los moros serán juzgados por su ley y xara, que dicen de la Zuna, y por sus cadís y jueces, como lo tienen de costumbre, y que si el pleito fuere entre cristiano y moro, el juicio dél sea por alcalde cristiano y cadí moro, porque las partes no se puedan quejar de la sentencia.

Que ningun juez pueda juzgar ni apremiará ningun moro por delito que otro hubiere cometido, ni el padre sea preso por el hijo, ni el hijo por el padre, ni hermano contra hermano, ni pariente por pariente, sino que el que hiciere el mal aquel lo pague.

Que sus altezas harán perdon general á todos los moros que se hubieren hallado en la prisión de Hamete Abí Alí, su vasallo, y asi á ellos como á los lugares de Cabtil, por los cristianos que han muerto ni por los deservicios que han hecho á sus altezas, no les será hecho mal ni daño, ni se les pedirá cosa de cuanto han tomado ni robado.

Que si en algun tiempo los moros que están captivos en poder de cristianos huyeren á la ciudad de Granada ó á otros lugares de los contenidos en estas capitulaciones, sean libres, y sus dueños no los puedan pedir ni los jueces mandarlos dar, salvo si fueren canarios ó negros de Gelofe ó de las islas.

Que los moros no darán ni pagarán á sus altezas mas tributo que aquello que acostumbran á dar á los reyes moros.

Que á todos los moros de Granada y su tierra y de la Alpujarra, que estuvieren en Berbería, se les dará término de tres años primeros siguientes para que si quisieren puedan venir y entrar en este concierto y gozar dél. Y que si hubieren pasado algunos cristianos captivos á Berbería, teniéndolos vendidos y fuera de su poder, no sean obligados a traerlos ni á volver nada del precio en que los hubieren vendido.

Que si el Rey ti otro cualquier moro después de pasado a Berbería quisiere volverse A España, no le contentando la tierra ni el trato de aquellas partes, sus altezas les darán licencia por término de tres años para poderlo hacer, y gozar destas capitulaciones como todos los demás.

Que si los moros que entraren debajo destas capitulaciones y conciertos quisieren ir con sus mercaderías A tratar y contratar en Berbería, se les dará licencia para poderlo hacer libremente, y lo mesmo en todos los lugares de Castilla y de la Andalucía, sin pagar portazgos ni los otros derechos que los cristianos acostumbran pagar.

Que no se permitirá que ninguna persona maltrate de obra ni de palabra á los cristianos ó cristianas que antes destas capitulaciones se hobieren vuelto moros; y que si algun moro tuviere alguna renegada por mujer, no será apremiada á ser cristiana contra su voluntad, sino que será interrogado en presencia de cristianos y de moros, y se seguirá su voluntad; y lo mesmo se entenderá con los niños y niñas nacidos de cristiana y moro.

Que ningun moro ni mora serán apremiados á ser cristianos contra su voluntad; y que si alguna doncella ó casada ó viuda, por razon de algunos amores, se quisiere tomar cristiana, tampoco será recebida hasta ser interrogada; y si hubiere sacado alguna ropa ó joyas de casa de sus padres ó de otra parte, se restituirá á su dueño, y serán castigados los culpados por justicia.

Que sus altezas ni sus sucesores en ningun tiempo pedirán al rey Abí Abdilehi ni á los de Granada y su tierra, ni á los demás que entraren en estas capitulaciones, que restituyan caballos, bagajes, ganados, oro, plata, joyas, ni otra cosa de lo que hubieren ganado en cualquier manera durante la guerra y rebelion, así de cristianos como de moros mudejares ó no mudejares; y que si algunos conocieren las cosas que les han sido tomadas, no las puedan pedir; antes sean castigados si las pidieren.

Que si algun moro hobiere herido ó muerto cristiano ó cristiana siendo sus captivos, no les será pedido ni demandado en ningun tiempo.

Que pasados los tres años de las franquezas, no pagarán los moros de renta de las haciendas y tierras realengas mas de aquello que justamente pareciere que deben pagar conforme al valor y calidad dellas.

Que los jueces, alcaldes y gobernadores que sus altezas hubieren de poner en la ciudad de Granada y su tierra, serán personas tales que honrarán á los moros y los tratarán amorosamente, y les guardarán estas capitulaciones; y que si alguno hiciere cosa indebida, sus altezas lo mandarán mudar y castigar.

Que sus altezas y sus sucesores no pedirán ni demandarán al rey Abdilehi ni á otra persona alguna de las contenidas en estas capitulaciones, cosa que hayan hecho, de cualquier condicion que sea, hasta el dia de la entrega de la ciudad y de las fortalezas.

Que níngun alcaide, escudero ni criado del rey Zagal no terná cargo ni mando en ningun tiempo sobre los moros de Granada.

Que por hacer bien y merced al rey Ahí Abdilehi y á los vecinos y moradores de Granada y de su Albaicin y arrabales, mandarán que todos los moros captivos, así hombres como mujeres, que estuvieren en poder de cristianos, sean libres sin pagar cosa alguna, los que se hallaren en la Andalucía dentro de cinco meses, y los que en Castilla dentro de ocho; y que dos dias después que los moros hayan entregado los cristianos captivos que hubiere en Granada, sus altezas les mandarán entregar doscientos moros y moras. Y demás desto pondrán en libertad á Aben Adrami, que está en poder de Gonzalo Hernandez de Córdoba, y á Hozmin, que está en poder del conde de Tendilla, y á Reduan, que lo tiene el conde de Cabra, y á Aben Mueden y al hijo del alfaquí Hademi, que todos son hombres principales vecinos de Granada, y á los cinco escuderos que fueron presos en la rota de Brahem Abenc errax, sabiéndose dónde están.

Que todos los moros de la Alpujarra que vinieren á servicio de sus altezas darán y entregarán dentro de quince días todos los captivos cristianos que tuvieren en su poder, sin que se les dé cosa alguna por ellos; y que si alguno es tuviere igualado por trueco que dé otro moro, sus altezas mandarán que los jueces se lo hagan dar luego.

Que sus altezas mandarán guardar las costumbres que tienen los moros en lo de las herencias, y que en lo tocante á ellas serán jueces sus cadís.

Que todos los otros moros, demás de los contenidos en este concierto, que quisieren venirse al servicio de sus altezas dentro de treinta dias, lo puedan hacer y gozar dél y de todo lo en él contenido, excepto de la franqueza de los tres años.

Que los habices y rentas de las mezquitas, y las limosnas y otras cosas que se acostumbran dar á las mudarazas y estudios y escuelas donde enseñan á los niños, quedarán á cargo de los alfaquís para que los destribuyan y repartan como les pareciere, y que sus altezas ni sus ministros no se entremeterán en ello ni en parte dello, ni mandarán tomarlas ni depositarías en ningun tiempo para siempre jamás.

Que sus altezas mandarán dar seguro á todos los navíos de Berbería que estuvieren en los puertos del reino de Granada, para que se vayan libremente, con que no lleven ningun cristiano cautivo, y que mientras estuvieren en los puertos no consentirán que se les haga agravio ni se les tomará cosa de sus haciendas; mas si embarcaren ó pasaren algunos cristianos captivos, no les valdrá este seguro, y para ello han de ser visitados a la partida.

Que no serán compelidos ni apremiados los moros para ningun servicio de guerra contra su voluntad, y si sus altezas quisieren servirse de algunos de á caballo, llamándolos para algun lugar de la Andalucía, les mandarán pagar su sueldo desde el día que salieren hasta que vuelvan á sus casas.

Que sus altezas mandarán guardar las ordenanzas de las aguas de fuentes y acequias que entran en Granada, y no las consentirán mudar, ni tomar cosa ni parte dellas; y si alguna persona lo hiciere, ó echare alguna inmundicia dentro, será castigado por ello.

Que si algun cautivo moro, habiendo dejado otro moro en prendas por su rescate, se hubiere huido á la ciudad de Granada ó á los lugares de su tierra, sea libre, y no obligado el uno ni el otro á pagar el tal rescate, ni las justicias le compelan á ello.

Que las deudas que hubiere entre los moros con recaudos y escrituras se mandarán pagar con efeto, y que por virtud de la mudanza de señorío no se consentirá sino que cada uno pague lo que debe.

Que las carnicerías de los cristianos estarán apartadas de las de los moros, y no se mezclarán los bastimentos de los unos con los de los otros; y si alguno lo hiciere, será por ello castigado.

Que los judíos naturales de Granada y de su Albaicin y arrabales, y los de la Alpujarra y de todos los otros lugares contenidos en estas capitulaciones, gozarán dellas, con que los que no hubieren sido cristianos se pasen á Berbería dentro de tres años, que corran desde 8 de diciembre deste año.

Y que todo lo contenido en estas capitulaciones lo mandarán sus altezas guardar desde el dia que se entregaren las fortalezas de la ciudad de Granada en adelante. De lo cual mandaron dar, y dieron su carta y provision real firmada de sus nombres, y sellada con su sello, y refrendada de Hernando de Zafra, su secretario, su fecha en el real de la vega de Granada, á 28 dias del mes de noviembre del año de nuestra salvación 1.491.”



Capitulación de Granada por Francisco Pradilla y Ortiz (1.848–1.921)

Gonzalo Antonio Gil del Águila

Granada, 16 de Agosto de 2.009

CAPITULACIONES DE SANTA FÉ

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En la época de los Reyes Católicos (Fernando II, Rey de Aragón y V de Castilla e Isabel I, Reina de Castilla y León) se llamaba Capitulaciones a determinados contratos entre monarcas y particulares. Por ello, las Capitulaciones de Santa Fe suscritas en Santa Fé el 17 de Abril de 1.492 entre los Reyes Católicos y Cristóbal Colón implicaban que el descubrimiento y conquista de los territorios que habrían de encontrarse en América se harían gracias al impulso privado y no al estatal. En estas Capitulaciones se nombra a Colón Almirante de la Mar Oceánica, con carácter vitalicio y hereditario, así como Virrey y Gobernador de las tierras que descubriera con el derecho a obtener la décima parte de las riquezas y mercancías obtenidas en la empresa. Luis de Santángel, influyente personaje procedente de una familia de origen judío que además de ser Secretario del Rey le prestaba dinero, había conocido a Colón en 1.486 y cuando este, defraudado por el desinterés de los Reyes españoles pensaba ofrecer sus servicios al de Francia, medió y acabó financiando con su propio patrimonio y sin pedir intereses la parte que correspondía sufragar a la Corona: 1.140.000 maravedís. Las negociaciones para la firma de las Capitulaciones se hicieron por medio de Juan de Coloma, Secretario de la Corona de Aragón que representaba a los Reyes, y Fray Juan Pérez que hacía lo propio por Colón. El original de las Capitulaciones no ha llegado hasta nosotros pero se conserva una copia depositada en el Archivo General de Indias cuyo texto se reproduce a continuación:

Las cosas suplicadas e que Vuestras Altezas dan e otorgan a don Cristóval de Colón, en alguna satisfacion de lo que ha descubierto en las Mares Oceanas y del viage que agora, con el ayuda de Dios, ha de fazer por ellas en servicio de Vuestras Altezas,son las que se siguen:

Primeramente, que Vuestras Altezas como Señores que son de las dichas Mares Oceanas fazen dende agora al dicho don Cristóval Colón su Almirante en todas aquellas islas y tierras firmes que por su mano o industria se descubriran o ganaran en las dichas Mares Oceanas para durante su vida, y después del muerto, a sus herederos e successores de uno en otro perpetualmente con todas aquellas preheminencias e prerrogativas pertenecientes al tal officio, e segund que don Alfonso Enríquez, quondam, Almirante Mayor de Castilla, e los otros sus predecessores en el dicho officio, lo tenian en sus districtos. Plaze a Sus Altezas. Johan de Coloma.

Otrosi, que Vuestras Altezas fazen al dicho don Cristóval su Visorey e Governador General en todas las dichas tierras firmes e yslas, que como dicho es, él descubriere o ganare en las dichas mares, e que paral regimiento de cada huna e qualquiere dellas, faga él elección de tres personas para cada oficio, e que Vuestras Altezas tomen y scojan uno el que más fuere su servicio, e assi serán mejor regidas las tierras que Nuestro Señor le dexara fallar e ganar a servicio de Vuestras Altezas. Plaze a Sus Altezas. Johan de Coloma.

Item, que de todas e qualesquiere mercadurias, siquiere sean perlas, piedras preciosas, oro, plata, specieria, e otras qualesquiere cosas e mercadurias de qualquiere specie, nombre e manera que sean, que se compraren, trocaren, fallaren, ganaren e hovieren dentro en los límites de dicho Almirantazgo, que dende agora Vuestras Altezas dazen merced al dicho don Christoval e quieren que haya e lieve para sí la dezena parte de todo ello quitadas las costas todas que se fizieren en ello por manera que de lo que quedare limpio e libre, haya e tome la dicha décima parte para si mismo, e faga dello a su voluntad, quedando las otras nueve partes para Vuestras Altezas. Plaze a Sus Altezas. Johan de Coloma.

Otrosí, que si a causa de las mercadurías quel trahera de las yslas y tierras, que assi como dicho es, se ganaren o se descubrieren o de las que en trueque de aquellas se tomaran, aqua de otros mercadores naciere pleyto alguno en el logar don el dicho comercio e tracto se terna y fara, que si por la preheminencia de su officio de Almirante le pertenecera conocer de tal pleyto plega a Vuestras Altezas que él o su teniente e no otro juez conozcan de tal pleyto, e assi lo provean dende agora. Plaze a Sus Altezas, si pertenece al dicho officio de Almirante segunt que lo tenía el dicho Almirante don Alonso Enríquez, quondam, y los otros sus antecessores en sus districtos y siendo justo. Johan de Coloma.

Item, que en todos los navíos que se armaren para dicho tracto e negociación, cada y quando, y quantas vezes se armaren, que pueda el dicho don Christoval Colón si quisiere contribuyr e pagar la ochena parte de todo lo que se gastare en el armazón, e que tanbien haya e lieve del provecho la ochena parte de lo que resultare de la tal armada. Plaze a Sus Altezas. Johan de Coloma.

Son otorgadas e despachadas con las respuestas de Vuestras Altezas en fin de cada hun capítulo, en la villa de Santa Fe de la Vega de Granada a XVII de abril del año del Nacimiento de Nuestro Señor Mil CCCCLXXXXII.

Yo, el Rey. Yo, la Reyna.

Por mandato del Rey e de la Reyna: Johan de Coloma
.”.

Las Capitulaciones de Santa Fé fueron confirmadas por medio de la Carta de merced del 30 de Abril de 1.492, la Carta de confirmación del 28 de Mayo de 1.493 y la Carta de privilegios del 23 de Abril de 1.497. A continuación se reproduce la Carta de merced para Colón:

Don Fernando e Doña Isabel, por la Gracia de Dios, Rey e Reyna de Castilla, de Leon, de Aragon, de Sevilla, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Múrcia, de Xaen, de los Algarbes, de Algeciras, de Gibraltar, e de las Islas de Canarias; Conde e Condesa de Barcelona, e Señores de Vizcaya e de Molina; Duques de Atenas e de Neopatria, de Gociano: Por quanto vos, Cristóbal Colon, vades por Nuestro mandado a descobrir e ganar con ciertas xustas Nuestras, e con Nuestras gentes, ciertas islas e Tierra-firme en la Mar Océana; e se espera que con la ayuda de Dios, se descobrirán e ganarán algunas de las dichas islas e Tierra-firme en la dicha Mar Océana, por vuestra mano e industria; e ansí es cosa xusta e rrazonable, que pues os poneis al dicho peligro por Nuestro servicio, séades dello remunerado; e queriendoos honrrar e fazer merced por lo susodicho, es Nuestra merced e voluntad, que vos el dicho Cristóbal Colon, dempues que hayades descobierto e ganado las dichas islas e Tierra-firme en la dicha Mar Océana, o qualesquier dellas, que seades nuestro Almirante de las dichas islas e Tierra-firme que ansi descobriéredes e ganáredes, e seades Nuestro Almirante e Virrey e Gobernador en ellas, e vos podades dende en adelante llamar e intitular Don Cristóbal Colon; e ansi vuestros fixos e subcesores en el dicho oficio e cargo, se puedan intitular e llamar Don, e Almirante, e Virrey e Gobernador dellas; e para que podades usar y exercer el dicho oficio de Almirantadgo, con el dicho oficio de Virrey e Gobernador de las dichas islas e Tierra-firme que ansí descobriéredes e ganáredes por vos o por vuestros Lugares-Tinientes, e oir e librar todos los pleytos e cabsas ceviles e creminales tocantes al dicho oficio de Almirantadgo e Visorrey e Gobernador, segun falláredes por derecho, e sigun lo acostumbran usar y exercer los Almirantes de Nuestros rreynos; e podades punir e castigar los delinquentes, e usédes de los dichos oficios de Almirantadgo e Visorey e Gobernador, vos e los dichos vuestros Lugares-Tenientes, en todo lo a los dichos oficios e cada uno dellos anexo e concerniente; e que hayades e llevades los derechos e salarios a los dichos oficios e cada uno dellos anexos e pertenescientes, sigun e como los llevan e acostumbran llevar el Nuestro Almirante mayor en el Almirantadgo de los Nuestros rreynos de Castilla, e los Visoreyes e Gobernadores de los dichos Nuestros rreynos.

E por esta nuestra carta o por su treslado, sinado de escribano público, Mandamos al Príncipe D. Xoan, Nuestro Muy Caro e Muy amado fixo, e a los Infantes, Duques, Perlados, Marqueses, Condes, Maestre de las Ordenes, Priores, Comendadores e a los del Nuestro Consexo e Oidores de la Nuestra Abdiencia, Alcaldes e otras xusticias qualesquier de la Nuestra Casa e Córte, e Chancillería; e a los Subcomendadores, Alcaydes de los castillos e casas fuertes e llanas, e a todos los Consexos, Asistentes, Corregidores, Alcaldes, Alguaciles, Aberinos, Veintequatro caballeros xurados, Escuderos, Oficiales e homes buenos de todas las cibdades e villas e lugares de los Nuestros rreynos e Señoríos, e de los que vos conquistáredes e ganáredes; e a los Capitanes, Maestres, Contramaestres, Oficiales, marineros e gentes del mar, nuestros súbditos e naturales que agora son e serán de aquí adelante, e a cada uno e a qualquier dellos, que seyendo por vos descobiertas e ganadas las dichas islas, e Tierra-firme en la dicha Mar Océana, e fecho por vos, o por quien vuestro poder obiere el xuramento e solenidad quen tal caso se rrequiere, vos hayan e thengan, dende en adelante para en toda vuestra vida, e dempues de vos a vuestro fixo e subcesor, e de subcesor en subcesor para siempre xamás, por Nuestro Almirante de la dicha Mar Océana, e por Visorey, e Gobernador en las dichas islas e Tierra-firme que vos el dicho Don Cristóbal Colon descobriéredes e ganáredes, e usen con vos, e con los dichos vuestros Lugares-Tinientes quen los dichos oficios de Almirantazgo e Visorrey e Gobernador posiéredes; en todo lo a ellos concerniente, e vos rrecudan e fagan rrecudir con la quitacion e derechos e otras cosas, a los dichos oficios anexos e pertenescientes, e vos guarden e fagan guardar todas las honrras, gracias e mercedes e libertades, preeminencias, prerrogativas, exenciones, inmunidades, e todas las otras cosas e cada una dellas, que por rrazon de los dichos oficios de Almirante e Visorey e Gobernador, debedes haber e gozar, e vos deben ser guardadas; todo bien e complidamente, en guisa que vos non mengue ende cosa alguna; e quen ello, nin en parte dello, embargo nin contrario alguno vos pongan, nin consientan poner.

Nos, por esta Nuestra Carta, dende agora para entonces vos facemos merced de los dichos oficios de Almirantadgo e Visorey e gobernador, por xuro de heredad, para siempre xamás; e vos damos la posesion e casi posesion dellos e de cada uno dellos, e poder e abtoridad para los usar y exercer, e llevar los derechos e salarios a ellos e cada uno dellos anexos e pertenescientes, sigun e como dicho es; sobre lo qual todo que dicho es, si nescesario vos fuere, e si lo vos pidiéredes, Mandamos al Nuestro Chanciller e notarios, e a los otros oficiales questán a la tabla de los Nuestros sellos, que vos den e libren, e pasen e sellen Nuestra Carta de previlexio la mas fuerte e firme e bastante que les pidiéredes, e obiéredes menester.

E los unos nin los otros non fagades nin fagan en deal por alguna manera, so pena de la Nuestra merced, e de diez mill maravedís para la Nuestra Cámara, a cada uno que lo contrario ficiere; e demas, Mandamos al home que les esta Nuestra Carta mostrare, que los emplace que parezcan ante Nos en la Nuestra Córte, de quier que Nos seamos, del dia que los emplazare a quince dias primeros siguientes, so la dicha pena; so la qual, Mandamos a qualquier escribano público que para esto fuere llamado, que dé, ende, al que se la mostrare, testimonio sinado con su sino, porque Nos sepamos como se comple Nuestro mandado.

Dada en la Nuestra Cibdad de Granada a treinta dias del mes de Abril año del nascimiento de Nuestro Salvador Xesucristo de mil e quatrocientos e noventa e dos años.

-Yo el Rey.-Yo la Reyna.

-Yo Xoan de Coloma, Secretario del Rey e de la Reyna Nuestros Señores, la fisce escrebir por su mandado.

-Acordada en forma.-Registrada.-Sebastian de Olano.-Francisco de Madrid, Chanciller
.”

Cristóbal Colón abandonó Granada el 12 de Mayo, pocos días después de la fecha de la Carta de merced, posiblemente camino de Córdoba para dejar allí al cuidado de doña Beatriz Enríquez de Arana a sus dos hijos, llegando a Palos el 22, localidad desde cuyo puerto emprendería su famoso primer viaje el 3 de Agosto de 1492.

Gonzalo Antonio Gil del Águila

Granada, 15 de Agosto de 2009

DE ILIBERRI A GRANADA SEGÚN GÓMEZ MORENO

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El arqueólogo e historiador granadino Manuel Gómez-Moreno Martínez (1870-1970), hijo del pintor también granadino Manuel Gómez-Moreno González, aportó una interesante explicación acerca de la identificación de la ciudad de Granada y Elvira en la Antigüedad y Edad Media en su artículo “De Iliberri a Granada” aparecido en 1905 el tomo 46 del Boletín de la Real Academia de la Historia. El autor nos dice que “el sitio de Iliberrí es la cuestión de geografía española que ha dado pie á debate más enconado y largo” y nos sintetiza su tesis diciendo que “Granada fué Medina Elbira, y ésta fué Iliberri; la Elvira, distante de Granada unos IO kilómetros hacia oeste, se llamó antes Hádira Elbira y Castilla. Sólo faltaba para ello remover una errata, que ahora salvaremos en definitiva, y llamar la atención sobre las palabras árabes medina y hádira, reputadas virtualmente sinónimas, en equivalencia de capital, lo que es en cierto modo inexacto para ambas, pues hádira no tiene otro significado que residencia, estación fija, lugar de gente sedentaria; y respecto de medina, su valor se circunscribe á ciudad, cuando más á población principal, metrópoli, según dijo Gayangos y Dozy ha probado con ejemplos. Este de medina es título que entraña nobleza histórica, por excelsa fundación ó siglos de esplendor y soberanía, siendo persistente una vez adquirido; mas el de hádira lleva su explicación tan sólo en la inquietud de los árabes, y quiere decir que allí habían plantado sus tiendas con fijeza, que allí reunidas habitaban las gentes sedentarias de una comarca”. Como sustento de su tesis nos recuerda que “Ilíberri ó Eliberrí, el antiguo Municipio Florentino, había sido cabeza en los tiempos godos de una provincia eclesiástica, y acaso también civil, que gozó de esplendor hasta lo último, como prueban monedas acuñadas allí bajo Recaredo, Wittirico, Gundemaro, Sisebuto, Suintila, Chindasvinto, Ervigio, Egica y Wittiza. Al sobrevenir luego el poderío musulmán subsistió el nombre, modificado según el genio de la lengua árabe, en Elbira ó Libira, que se aplicó á la provincia misma llamándola cora de Elbira, y también á la ciudad, que de este modo suena medina Elbira. En creer que ella era la mismísima Iliberrí no debe vacilarse, pero con tal nombre solamente la registran cuatro ó cinco pasajes de cronistas arábigos (…); en los demás, la ciudad de esta provincia se llama Garnata, lo que no es óbice, pues los mismos cronistas, bien advertidos, expresan paladinamente que ambas eran una”.

Gonzalo Antonio Gil del Águila
Granada, 29 de Abril de 2009


TRANVÍAS EN GRANADA (1904-1974)

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Un proyecto de 1882 planeó unir entre sí y con la ciudad los pueblos de la Vega granadina. Años más tarde, las empresas Edmond Fage y Tranvías de Granada y Murcia se hicieron con algunas concesiones, todas ellas posteriormente en manos sólo de Tranvías de Granada y Murcia. En 1901 se iniciaron las obras y se permitió el cambio de la inicialmente autorizada tracción a vapor por la eléctrica. En 1903 asumió la dirección del proyecto Nicolás de Escoriaza y Fabro (1869-1940), un empresario zaragozano cuya familia había participado en los negocios de tranvías y de fabricación de material ferroviario, y poco después bajo su impulso se creó la sociedad Tranvías Eléctricos de Granada (TEG). El 7 de Julio de 1904 se inauguró la primera línea de tranvía entre el Paseo de La Bomba y Plaza Nueva.

La TEG amplío su red hasta 1939: en 1912 se inauguró la línea que salía de Granada atravesando Armilla y Churriana llegando hasta Gabia la Grande; en 1914 las que unían Santa Fe y Maracena, esta última ampliada en 1916 hasta Artafe; en 1918 la línea de Santa Fe se amplió hasta Chauchina y la de Maracena hasta Pinos Puente; en 1922 se hizo lo mismo con la que iba desde Armilla hasta Alhendin, prolongándose a Padúl en 1923 y Dúrcal en 1924 cruzando el popularmente conocido "Puente de Lata" sobre el barranco del río Dúrcal, obra de hierro de casi 200 metros de largo y una altura de más de 50 metros; en 1927 un funicular prolongaría esta última línea permitiendo el enlace de mercancías, que no de pasajeros, hasta Motril, dando lugar a un servicio que se mantuvo hasta 1953. Como curiosidades pueden citarse que la última ampliación de la red se produjo cuando el 9 de Agosto de 1939, pocos días después del comienzo de la Guerra Civil, se inauguró la línea que unía la ciudad de Granada con la localidad de Fuente Vaqueros y que el ramal de acceso a la Alhambra, inaugurado en 1907, requirió la instalación de un sistema de cremallera siendo el único tranvía en España con estas características. Las líneas de la TEG, que alcanzaron cerca de 90 kilómetros de vías férreas, comenzaron a clausurarse en la década de 1960, pasando en 1972 la concesión a la empresa FEVE y clausurándose la última línea en servicio en 1974.

Al tendido férreo descrito hay que sumar los casi 20 kilómetros del tranvía de tracción eléctrica de la concesión explotada por Ferrocarril Eléctrico de Granada a Sierra Nevada, sin duda el más añorado por los granadinos, que saliendo desde la ciudad terminaba en Maitena atravesando bellísimos parajes enlazaba con el Hotel del Duque. Este tranvía fue impulsado por Julio Quesada Cañaveral y Piédrola (1857-1936), Duque de San Pedro de Galatino, Conde de Benalúa y de las Villas y Señor de Láchar, promotor del Hotel Alhambra Palace inaugurado en 1910 por el Rey Alfonso XIII (amigo personal suyo) y del Hotel Sierra Nevada (o del Duque) inaugurado en 1925 disponiendo de la electricidad proveída “San Pedro. Eléctrica del Maitena”, sociedad fundada en 1921 también por el Duque. Esta línea de tranvía, explotada entre 1925 y 1974, es motivo de añoranza por granadinos que no lo conocieron pero consideran parte de una lejana y romántica belleza perdida.

Gonzalo Antonio Gil del Águila

Granada, 25 de Abril de 2009

EL MAESTRE DE CALATRAVA, DON RODRIGO TÉLLEZ GIRÓN, Y DON DIEGO PONCE DE LEÓN EN EL ROMANCERO

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En las “Guerras civiles de Granada” (1595) de Ginés Pérez de Hita (1544-1619) se cita el romance en que a presencia de Boabdil, el Rey Chico, llegan dos mensajeros. El primero, malherido y “con el rostro demudado”, dice: “Nuevas te traigo, Señor, - y una mala embajada” informando de la proximidad a Granada de los ejércitos cristianos, acaudillados por los Reyes Católicos, quienes han hecho el juramento “de no salir de la vega - hasta ganar Granada” y le cuenta las heridas que ha sufrido consecuencia de un choque en La Vega entre cegríes y abencerrajes: “treinta zegrís quedan muertos, - pasados por el espada. / Los cristianos bencerrajes - con braveza no pensada, / con otros acompañados - de la cristiana mesnada, / hicieron aqueste estrago - en la gente de Granada”. Continúa: “Estas palabras diciendo, - el Zegrí allí desmaya: / desto quedó triste el Rey, - no pudo hablar palabra. / Quitaron de allí al Zegrí, - y lleváronle a su casa”.

Don Rodrigo Téllez Girón (1456-1482), Maestre de la Orden militar de Calatrava que participó en la Guerra de Sucesión Castellana como partidario de Juana contra la futura Isabel la Católica, aparece en muchos romances del ciclo fronterizo. Entre las varias versiones del “Romance del Maestre de Calatrava” la más antigua y breve define al héroe diciendo “¡Ay Dios, qué buen caballero - el Maestre de Calatrava! / ¡Cuán bien que corre los moros - por la vega de Granada!,”, personaje que “Con su brazo arremangado - arrojara la su lanza / Cada día mata moros, - cada día los mataba, / vega abajo, vega arriba, - ¡oh, cómo los acosaba! / Hasta a lanzadas metellos - por las puertas de Granada” con tanta bravura y y fortaleza que “Tiénenle tan grande miedo - que nadie salir osaba. / El rey, con gran temor, - siempre encerrado se estaba; / no osa salir de día; - de noche bien se guardaba”. El antagonista literario del Maestre de Calatrava es Albayaldos, supuestamente venido de África ya que en Granada ningún caballero había capaz de enfrentarse al Maestre, y quién sabe si el trasfondo de este personaje Albayaldos corresponde al auxilio esperado por los nazaríes de los soberanos africanos. En la versión incluida en “Rosa Española. Segunda parte de Romances” (1573) de Joan de Timoneda (nacido entre 1518 y 1520-1583) aparece Albayaldos debido al miedo que los granadinos tenían del Maestre: “Oído lo había Albayaldos - en sus tierras donde estaba; / arma fustas y galeras, - por la mar gran gente armaba, / saléselo a recebir - el Rey Chico de Granada”. Albayaldos, una vez en Granada, recibe confirmación de ese temor: “-“La verdad, dijo el moro, - la verdad te fue contada, / que no hay moro en mi tierra - que lo espere cara a cara, / si no fuere el buen Escado, - que era alcaide del Alhama; y una vez que saliera - ¡caro costó a Granada!”. Posteriormente, don Rodrigo y Albayaldos se encuentran: “Andando en la pelea - con Albayaldos topara: / con la fuerza del Maestre - Albayaldos se desmaya. / Cayó muerto del caballo, - su fin allí lo acabara. / Los suyos desque lo vieron - cada cual a huir se daba”.

En el “Romance de la muerte de Albayaldos”, cuyos versos comienzan diciendo “Santa Fe qué bien pareces” este llega a Granada y “Diérale el rey dos mil moros, - los que él le señalara: / todos los toma mancebos, - casado no le agradaba”. Con tales fuerzas Albayaldos sale por La Vega buscando a don Rodrigo y este “salióse los a recebir - por aquella vega llana / con quinientos comendadores, - que entonces más no alcanzaba”. Ambos rivales se encuentran en medio del combate después que Albayaldos hiriera a un cristiano y don Rodrigo “a grandes voces diciendo: - ´¡Santiago! y ¡Calatrava!´ ” mata al moro Albayaldos: “Álzase en los estribos, - y la lanza le arrojaba: / diole por el corazón, - salido le había a la espalda”.

El “Romance del moro Alatar”, que comienza con el verso “De Granada parte el moro”, hace coincidir a Alatar, el Aliatar histórico, Alcaide de Loja y suegro de Boabdil, con el Maestre: “Camino va de Antequera, - parecía que volaba. / (…) / Antes que llegue Antequera, - vido una seña cristiana; / vuelve riendas del caballo - y para allá lo guiaba, / la lanza iba blandiendo - parecía que la quebraba. / Saléselo a recebir - el maestre de Calatrava.”. Sin mediar palabra “arremete el uno al otro” tras haberse encomendado cada uno a su Dios: “Acometió recio al moro, - la cabeza le cortara;”

En el “Romance del Maestre de Calatrava” se narra el duelo con el moro Barbarín: “Oídolo ha Barbarín, - que quiere tomar la empresa; / las damas lo están armando, - mirándolo está la Reina. / Muy gallardo sale el moro, - caballero en una yegua, / por las calles donde iba - va diciendo: “¡Muera, muera!”. Tras un tenso diálogo entre los contrincantes “Apártanse uno de otro - con diligencia y presteza, / juegan muy bien de las lanzas, - arman muy buena pelea” y el Maestre, “más diestro”, consigue herir a Barbarín. Este huye “desesperado” sin responder a los requerimientos del Maestre que apela a la reputación de Barbarín entre las damas para continuar el combate. Como Barbarín no lo hace, el Maestre le arroja su lanza: “Acertádole había al moro,- el moro en tierra cayera; / apeádose ha el Maestre,- y cortóle la cabeza”.

Don Manuel Ponce de León, personaje de seguramente escasa trascendencia histórica pero de presumible actividad galante tan intensa que bien pudiera justificar el generoso tratamiento que de su figura hace el Romance, da nombre a uno en el que el Rey solicita la intervención de alguno de sus caballeros “más preciado” para derrotar a un moro que hasta ese momento ha resultado invencible en lid. Don Manuel Ponce de León se ofrece voluntario a pesar de estar débil a causa de unas heridas que “Gran lástima le dan las damas - de velle que va tan flaco”. Llegado al lugar del encuentro don Manuel se encuentra con el moro que trata de intimidarlo para que se retire revelándole su secreta identidad: ““Que yo soy el moro Muza, - ese moro tan nombrado: / soy de los almoradíes, - de quien el Cid ha temblado”. A lo que don Manuel responde, en clara alusión a su doble compromiso, guerrero y galante, responde “que pues las damas me envían, - no volveré sin recaudo”, como finalmente logra ofreciendo al Rey la cabeza cortada de su contrincante.


Gonzalo Antonio Gil del Águila
Granada, 22 de Marzo de 2009

LA PÉRDIDA DE LA GRANADA MORA EN EL ROMANCERO

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Tras la rendición de Granada, Boabdil, el Rey Chico parte hacia la Alpujarra popularizándose una leyenda tradicional probablemente de origen morisco que conocemos como la del “Suspiro del Moro”. Fray Antonio de Guevara (1480-1545) quizás nos aporte el más temprano documento que ha llegado hasta nosotros. En sus “Epístolas familiares: Letra para Garci Sánchez de la Vega, en la cual escribe el autor una cosa muy notable que le contó un morisco en Granada”, que Menéndez Pelayo considera escritas hacia 1526, nos cuenta: “Otro día después que se entregó la ciudad y el Alhambra al rey Fernando, luego se partió el rey Chiquito para tierras del Alpujarra, las cuales tierras quedaron en la capitulación que él las tuviese y por suyas las gozase. Iban con el rey Chiquito aquel día la Reina, su madre, delante, y toda la caballería de su corte detrás; y como llegasen a este lugar, a do tú y yo tenemos agora los pies, volvió el Rey atrás la cara para mirar la ciudad y el Alhambra, como a cosa que no esperaba ya más de ver, y mucho menos de recobrar. Acordándose, pues, el triste rey, y todo los que allí íbamos con él, de la aventura que nos había acontecido, y del famoso reino que habíamos perdido, tornándonos todos a llorar, y aun nuestras barbas todas canas a mesar, pidiendo a Alá misericordia, y aun a la muerte que nos quitase la vida. Como a la madre del Rey (que iba delante), dijesen que el Rey y los caballeros estaban todos parados, mirando y llorando el Alhambra y ciudad que habían perdido, dio un palo a la yegua en que iba , y dijo estas palabras: ´Justa cosa es que el Rey y los caballeros lloren como mujeres, pues no pelearon como caballeros´”. Fray Antonio de Guevara poneo en boca del Emperador Carlos V: “Muy gran razón tuvo la madre del Rey en decir lo que dijo, y ninguna tuvo el Rey su hijo, en hacer lo que hizo; porque yo si fuera él, o si él fuera yo, antes tomara esta Alhambra por mi sepultura, que no vivir sin reino en el Alpujarra.”

El “Romance del Rey Chico que perdió Granada”, posiblemente posterior, cuenta la partida hacia la Alpujarra “un lunes a mediodía” acompañado el Rey Boabdil de su madre y de sus mejores caballeros “Por ese Genil abajo - que el Rey Chico se salía, / los estribos se han mojado - que eran de gran valía”. Al llegar a un lugar en alto desde el que la ve dice: ““¡Oh Granada la famosa, - mi consuelo y alegría!, / ¡oh mi alto Albaicín - y mi rica Alcaicería!, / ¡oh mi Alhambra y Alijares - y mezquita de valía!, / ¡mis baños, huertas y ríos, - donde holgar me solía!”; concluyendo una reflexión sobre el destino: “¡Oh rueda de la fortuna, - loco es quien en ti fía, / que ayer era rey famoso - y hoy no tengo cosa mía!”. Desmayado el Rey se detuvo el séquito y la madre preguntó la razón de la parada para. Tras oír la madre de un moro viejo que su hijo miraba afligido a Granada, ella le respondió dando final al romance: “Bien es que como mujer - llore con grande agonía / el que como caballero - su estado no defendía”.

Gonzalo Antonio Gil del Águila

Granada, 22 de Marzo de 2009

RÁPIDO PASEO POR EL BARRIO GREÑUDO Y SUS ALREDEDORES

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Ya sé que eso de barrio greñudo, greñúo según el habla más peculiar granadina, no define con exactitud una zona concreta, pero hago aquí referencia al Realejo, el auténtico barrio greñudo, y sus zonas adyacentes, como la parte de Granada que desciende desde la cumbre del denominado desde época musulmana monte Mauror, o del Sol, hasta el curso del río Darro en la zona que hoy es conocida como Carrera de la Virgen, y que viene, a grandes rasgos, a identificarse con la Granada judía. Lo de greñudo, greñúo como he apuntado poco antes, es el mote por el que se conoce a los habitantes del barrio debido los rizos de la Virgen de la Amargura de las Comendadoras de Santiago. Comencemos nuestro breve y por esta razón incompleto itinerario por tan rica zona monumental en el Cuarto Real de Santo Domingo, cuya edificación se hace sobre el antigüo Palacio de la Almanxarra del siglo XIII que servía de alojamiento a los Reyes Nazaríes durante el mes del Ramadán. A escasa distancia, en la Plaza de Santo Domingo nos encontramos con el Convento de Santa Cruz la Real, fundado por los Reyes Católicos y del que actualmente sólo se conserva el Monasterio tras haber desaparecido en el siglo XIX el Claustro y el Noviciado. Contigua al Convento la Iglesia de Santo Domingo, con símbolos imperiales en su fachada comenzada a construir en 1.512 pero de interior barroco. Asido a la Iglesia un callejón abovedado nos conduce por estrechas calles al Monasterio de las Comendadoras de Santiago, donde se encuentra la Virgen de la Amargura, símbolo tradicional del barrio y sus gentes como se ha dicho, que fundado por Isabel la Católica conserva esculturas de Alonso de Mena. Desandando el camino hacia la Iglesia de Santo Domingo, a la que dejamos junto a la escultura de Fray Luis de Granada, y buscando llegar a la antigüa Capitanía, actualmente MADOC y en tiempos un Convento, llegamos a la calle Ancha de Santo Domingo donde está la Casa de los Girones, un palacio del siglo XVI edificado sobre uno anterior de época musulmana. Preguntemos por el Campo del Príncipe y la figura que hay en él del Cristo de los Favores, a la que de manera rendida y fervorosa los greñudos se entregan, veamos en uno de los extremos de esa plaza el antigüo Hospital Militar, edificio del siglo XVI con elementos platerescos; subamos ahora un breve trecho hasta la Iglesia de San Cecilio, de bella portada plateresca en la cual se guarda una imagen de la Virgen de Belén debida a Alonso Mena también del siglo XVI, edificada en el lugar que la tradición señalaba para el culto cristiano de los mozárabes antes de la Reconquista. Continuando la subida, esa zona es hasta el hotel Alhambra Palace la Antequeruela; en ella encontraremos la Casa Museo Manuel de Falla, y algo más arriba, el Auditorio Manuel de Falla, moderna edificación de los años 70 obra del Arquitecto José María García de Paredes que sufrió un aparatoso incendio en el Verano de 1.986. A unos centenares de metros tenemos el Carmen de los Mártires, inicialmente una emita construida tras la Reconquista en recuerdo de los mártires cristianos que padecieron en Granada el cautiverio, que Iglesia y Convento del que San Juan de la Cruz en el siglo XVI fuera prior. Habiendo sido recinto religioso desde mediados del siglo XIX es una villa de estilo neoclásico con magníficos jardines románticos. Abandonando el Carmen de los Mártires bajamos la ligera pendiente que nos lleva al hotel Alhambra Palace, hotel que desde los años 20 del siglo XX sirvió de alojamiento a muchos turistas europeos que venían buscando las pintorescas imágenes de Granada y La Alhambra. Desde la entrada del hotel y en dirección a Torres Bermejas arranca la calle del Niño del Royo en la que se sitúa el Carmen de la Fundación Rodríquez-Acosta, edificio construido poco antes que el hotel que fue estudio de aquél pintor y hoy es Museo. No lejos están las nombradas Torres Bermejas desde las que intuimos a lo lejos entre la espesura del bosque de La Alhambra la Torre de la Vela. Volviendo hacia el Realejo descendemos por calles empedradas hoy casi peatonales encontrando el Convento de Santa Catalina de Siena del siglo XVI. Desde aquí, atravesando la Placeta de Fortuny y la calle Santa Escolástica, bajo cuyos pavimentos hay restos de muralla de época musulmana, llegamos a la plaza del Padre Suárez, adosada a la Casa de los Tiros y frente al MADOC no lejos de una edificación de fachada plateresca en la calle Pavaneras. La Casa del Padre Suárez, lugar de nacimiento del filósofo y teólogo granadino, formó parte de la casa de los Tiros siendo actualmente sede del Archivo de la Chancillería. Una de las calles cercana a la Casa de los Tiros nos permite subir hasta el Lavadero del Sol, lavadero tradicional que debe su nombra a la Puerta del Sol que se abría en el lienzo de la muralla que recorría aquella parte del Cerro del Sol o Mauror.

Gonzalo Antonio Gil del Águila

Granada, 17 de Marzo de 2008

GRANADA ES UNA MUJER EN EL ROMANCE DE ABENÁMAR

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Juan II de Trastámara, hijo de Enrique III el Doliente y Catalina de Lancaster, nació en Toro en 1.405 y murió en Valladolid en 1.454, siendo Rey de Castilla desde 1.406 y hasta su muerte. Durante la regencia habida en su minoría de edad se reanudó la guerra enfrentando a Castilla y Granada entre 1.410 y 1.411. En 1.431, la guerra que vuelve a enfrentar a ambas partes, lleva a Juan II ante las puertas de Granada. A lo lejos ve la ciudad y, según el romance, exclama: “¡Abenámar, Abenámar, / moro de la morería, / el día que tú naciste / grandes señales había! / Estaba la mar en calma, / la luna estaba crecida, / moro que en tal signo nace / no debe decir mentira “. Este romance simboliza una situación guerrera en términos amorosos y corteses teniendo como protagonistas al Rey castellano Juan II, el moro Abenámar y la ciudad de Granada, divisada esta a los lejos, y en la cual no llega a entrar el cristiano. El Rey pregunta a Abenámar por los monumentos y éste le responde nombrándolos y describiéndolos. Abenámar, que según el romance es "hijo de un moro / y una cristiana cautiva" escucha cómo el Rey castellano dice a la ciudad “Si tú quisieses, Granada,/ contigo me casaría; / daréte en arras y dote / a Córdoba y a Sevilla”. A lo que Granada contesta “Casada soy, rey don Juan, / casada soy, que no viuda; / el moro que a mí me tiene / muy grande bien me quería".

¿Quién era el moro Abenámar? Según Menéndez Pidal se trataría de Yusuf Ibn Alahmar, castellanizado como Abenalmao, un noble granadino favorable a los castellanos; según Torres Fontes era un capitán que abandonó a Yusuf Ibn Alahmar pasándose al servicio de los castellanos; según Benichou “puede ser Abenalmao; puede ser Abenámar el capitán; y también, para decirlo todo, igual puede ser un interlocutor inventado, frente al rey de Castilla, en el proceso de elaboración del poema”.

Se piensa que ese versificado encuentro tuvo lugar con ocasión de la batalla de la Higueruela, ocurrida en las cercanías de Sierra Elvira, el 1 de Julio de 1.431, batalla que dio la victoria a las tropas cristianas y tras la cual los cristianos favorecieron la subida al trono granadino de Yusuf IV.

Gonzalo Antonio Gil del Águila

Granada, 23 de Diciembre de 2.007

LINAJES Y PROCEDENCIA DE LOS MOROS QUE SE ESTABLECIERON EN EL REINO DE GRANADA SEGÚN SIMONET

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En la obra “Descripción del Reino de Granada bajo la dominación de los Naseritas” de Francisco Javier Simonet, en la edición de 1.860, páginas 203 a 205, y bajo el título “Linajes y procedencia de los moros que se establecieron en el reino de Granada”, aclara el autor que “habiendo hablado en varios lugares de esta descripcion de los diversos establecimientos de árabes en el reino de Granada, mencionando señaladamente á los sirios y yemenitas, y diciendo que los habia allí de todas razas, paréceme conveniente el decir dos palabras acerca de los diferentes orígenes de aquella nacion. Los árabes, segun la opinion mas segura, se dividen en dos grandes ramas, una mas antigua y otra mas moderna, que traen su origen de dos patriarcas: Cahtan (que es el Yectan del capitulo X del Génesis) é Ismael, hijo de Abraham, entrambos descendientes de Sem, y por lo mismo pertenecientes á los pueblos llamados semitas ó semíticos. De Cahtan se derivaron, por uno de sus descendientes llamado Himyar, los himyaries, que poblaron el Yémen ó Arabia Feliz, una rama de los cuales vino despues establecerse en el Xam ó Siria, donde fundaron el reino de los gassanitas de Damasco, y otra en el Irac ó Caldea, fundando el reino de los lajmitas de Hira. De Ismael, por uno de sus descendientes llamado Modhar, vinieron los árabes modharitas, cuya lengua prevaleció sobre la de los cahthanitas, y es del Corán, habiendo poblado en la Mecca y otras partes del Arabia. De una y otra estirpe descendían los árabes que vinieron á España, pero singularmente de los yemenitas y sirios, unos y otros del linaje de Cahthan, de los cuales gran número se fijó en diferentes tiempos en el reino de Granada, como queda dicho en el lugar correspondiente de esta obra. Aqui solo diremos que á estos establecimientos de yemeníes y otros himyaritas en el reino de Granada debe añladirse el de varios tribus de este linaje, que menciona Almaccari como avecindadas en la capital de aquel reino, á saber: los Benu Adhhá y Benu Abdessalam, que fueron allí gente principal; los Benu Almontasir, que se distinguieron como alimes ó sabios; y los Benu Simac, que ejercieron en aquella ciudad del cargo de cadhies ó jueces”.
“Los Naseritas que reinaron en Granada descendian por Nasr y Obada de los antiguos linajes árabes de Jazrag y Aus, conocidos con el nombre comun de Ansaies, que quiere decir los auxiliares, por haberlo sido de Mahoma, y venian de la estirpe de Cahthan por la rama de Cahlan; de suerte que eran tambien himyacies”.

“Los Idrisitas que reinaron en Málaga procedian de la raza de Ismael o árabes modharitas, y del mismo linaje de Mahoma por su hija Fáthima, é Idris, uno de sus descendientes”.

“Digamos algo de los bereberes, ó berberiscos, establecidos en el reino de Granada. Estos excedian en número á los pobladores árabes, como lo indican Ebn Aljathuib y otros autores, y habían venido á España, parte en las primeras invasiones de los musulmanes, y parte en épocas posteriores, principalmente bajo el gobierno de Almanzor, en Córdoba, en el ultimo tercio del siglo IV de la hegira, X de nuestra era, y despues en las irrupciones de Almoravides y Almohades. De los que vinieron en la época de Almanzor procedió la dinastia de los Zeiritas, que dominaron en Granada en la primera época de este reino. Estos bereberes, raza diferente por su linaje de la árabe, y descendiente de los antiguos mauritanos y gétulos, uniéronse con los conquistadores venidos de la Arabia y Siria por el vinculo de la religion y por mútuos enlaces, formando con ellos la gente mora de Granada y de todo el Andalús; pero siempre conservaron rasgos distintivos de su diferente filiacion en las constumbres, usos y lenguaje, y asi los historiadores del reino de Granada procuraron no confundirlos: á este elemento se deben sin duda muchas de las diferencias que los musulmanes occidentales, y sobre todos los de España, presentan, con respecto á los árabes de Oriente, en usos, ciencias y artes; á ellos se debe en gran parte el carácter especial que distinguió al dialecto árabe que se hablaba vulgarmente en España, y del cual es un importante documento el -Vocabulista Arábigo" del P. Alcalá, y aun quizás se le deben ciertos nombres geográficos que se notan en aquel reino durante la época sarracena, y que no parecen pertenecer ni á la lengua árabe, ni al latin y demas idiomas hablados en otro tiempo en nuestra Península”.

“Además de los árabes y bereberes, se contaban entre los moros granadinos algunas otras razas, como godos y judíos convertidos al islamismo, y algunas familias de origen slavo ó esclavon, que vinieron en la época de Almanzor. Del linaje godo procedieron los Benu Hafsum, señores de Barbaxter, y del esclavon los dos primeros emires que reinaron en Almeria, Jairan y Zohair, llamados tambien Alaeríes, porque habian estado al servicio de Almanzor de Córdoba, que era Amerí, ó del linaje de Amer”.

Gonzalo Antonio Gil del Águila

Granada, 23 de Diciembre de 2.007

¿QUÉ ES DE TI DESCONSOLADO?

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Juan del Encina (nacido hacia 1.468 ó 1.469 posiblemente en Salamanca y muerto en 1.529), cuyo verdadero nombre era Juan de Fermoselle, fue poeta, músico y autor teatral. Se sabe que estudió en Salamanca con Nebrija, que en 1.492 entró al servicio del Duque de Alba, mantuvo relación con el Duque don Fadrique, residió en Roma, peregrinó a Jerusalén y viajó varias veces entre España e Italia hasta afincarse en León. Dedica unas de sus cantatas, “¿Qués de ti, desconsolado?” a Boabdil. Esta cantata dice:

“¿Qués de ti, desconsolado? / ¿Qués de ti, rey de Granada? / ¿Qués de tu tierra y tus moros? / ¿Dónde tienes tu morada?”. Está claro que refiriéndose a Boabdil, quien ya se ha alejado de la ciudad de Granada y sus gentes, desconsolado, le aconseja: “Reniega ya de Mahoma / y de su seta malvada, / que bivir en tal locura / es una burla burlada”. Y tras el consejo le exhorta: “Torna, tórnate, buen rey, / a nuestra ley consagrada, / porque si perdiste el reyno / tengas ellalma cobrada; / de tales reyes vencido / onrra te deve ser dada”. Mientras de la ciudad dice: “¡O Granada noblecida, / por todo el mundo nombrada!, / hasta aquí fueste cativa / y agora ya libertada. / Perdióte el rey don Rodrigo / por su dicha desdichada; / ganóte el rey don Fernando / con ventura prosperada, / la reyna doña Ysabel, / la más temida y amada, / ella con sus oraciones / y él con mucha gente armada”. Y concluye que “según Dios haze sus hechos / la defensa era escusada, / que donde Él pone su mano / lo impossible es quasi nada”.

Gonzalo Antonio Gil del Águila

Granada, 23 de Diciembre de 2.007

EL ARRIESGADO HERNÁN PÉREZ DEL PULGAR Y EL GALANTE DON IÑIGO LÓPEZ DE MENDOZA EN LA HISTORIA GENERAL DE ESPAÑA DE MODESTO LAFUENTE

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Modesto Lafuente y Zamalloa (1.806 –1.866) fue periodista, historiador y escritor. Entre otras obras se le debe su monumental Historia General de España, que escrita entre 1.850 y 1.867 en veintinueve volúmenes debió ser completada a su muerte por Juan Valera. En el tomo IX de la Historia General de España, en su edición de 1.859, podemos leer en las páginas 381 y 382 una breve cita de la hazaña del Ave María de Hernán Pérez del Pulgar y una curiosa historia del “galante don Iñigo Lopez de Mendoza”, conde de Tendilla. Leámos esos pasajes.

“Cuéntase entre otras la arriesgada y peligrosa hazaña que realizó Hernan Perez del Pulgar. Este campeon insigne, acompañado de quince de sus valerosos compañeros, buscados y escitados por él, partió un dia desde Alhama, su ordinaria residencia, camino de Granada, con el temerario designio y resolución de penetrar en la ciudad y ponerle fuego. Despues de haberse ocultado un dia entre las alamedas de la Malaha, tomaron un haz de delgada leña y prosiguieron la via de Granada sin ser vistos ni sentidos hasta llegar al pie de sus murallas. Guiábalos un granadino, moro converso, y bajo su direccion Pulgar con una parte de los intrépidos aventureros saltó por unas acequias, atravesó en el silencio de la noche las oscuras y desiertas calles, llegó a la puerta de la gran mezquita, y clavó en ella con su puñal un pergamino en que se leia el lema cristiano Ave-María. Dirigióse luego al vecino barrio de la Alcaicería, mas al sacar fuego del pedernal para encender y aplicar el haz de leña se oyó y divisó una ronda de moros; los aventureros desenvainaron sus espadas, arremetieron y dispersaron la ronda, espolearon sus caballos y dirigidos por el moro ganaron el puente y se alejaron de la ciudad, que al ruido de aquella refriega comenzaba ya á alborotarse. El rey premió largamente á los quince osados campeones, y concedió ademas á Pulgar asiento de honor en el coro de la catedral”.

El siguiente párrafo de la obra dice que “Noticioso el conde (de Tendilla) de que una doncella granadina, sobrina del alcaide Aben Comixa, que tenia concertado casamiento con el alcaide de Tetuan, iba á ser llevada á un puerto de la costa para embarcarla y trasportarla á Africa á celebrar sus bodas, determinó sorprenderla emboscándose en la sierra, como lo ejecutó apoderándose de la joven y de su pequeña comitiva, que llevó consigo a Alcalá (la actual Alcalá la Real), donde dispensó á los cautivos todas las atenciones de un cumplido caballero. Con noticia que tuvo de este suceso el alcaide Aben Comixa, tio de la bella Fátima, que asi se llamaba la doncella, despachó al caballero aragonés don Francisco de Zúñiga, á quien tenia prisionero, con carta del mismo Boabdil para el conde, ofreciendo para el rescate de la novia hasta cien cautivos cristianos de los de Granada, los que el conde eligiese. A esta propuesta contestó el de Tendilla poniendo a Fátima á las puertas de Granada, escoltada por los suyos, despues de haberle regalado algunas joyas. Agradecido Boabdil á la galantería del caballeroso conde, dió libertad á veinte sacerdotes cristianos y ciento treinta hidalgos castellanos y aragoneses, y mas agradecido todavía Aben Comixa entabló desde aquel dia y mantuvo despues amigable correspondencia con el galante don Iñigo Lopez de Mendoza".

Historias ambas que evocan desde una perspectiva romántica tiempos de valor, hidalguía y caballerosidad que no se encuentran presentes en las guerras modernas.

Gonzalo Antonio Gil del Águila

Granada, 23 de Diciembre de 2.007

REQUETÉS EN GRANADA

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Si se dice a los granadinos que la Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores nace vinculada al Tercio de Requetés Isabel la Católica y que se aprecia en la cruz de su escudo un símbolo carlista probablemente no lo crean o a lo sumo muestren perplejidad pensando que esas son cosas que se circunscriben a Navarra y el País Vasco desconociendo el fugaz pero importante papel que el Carlismo desempeñó en Andalucía durante la Segunda República y la Guerra Civil hasta el Decreto de Unificación de 1.937.

Teniendo como trasfondo la sucesión dinástica de Fernando VII, el “Rey Deseado”, se inició en 1.833 la primera de tres guerras civiles que llamadas Guerras Carlistas asolaron España entre 1.833-1.840, 1.846-1.849 y 1.872-1.876. El pretendiente, Carlos María Isidro Benito de Borbón y Borbón-Parma (1.788-1.855) aspiraba al trono español con el nombre de Carlos V, era el segundo hijo de los Reyes Carlos IV y María Luisa de Parma, hermano de Fernando VII y tío de la futura Reina Isabel II, entonces en minoridad de edad y con los liberales apoyando la Regencia inicialmente asumida por su madre María Cristina, la viuda de Fernando VII. Conocido por el sobrenombre de don Carlos el pretendiente representaba la vuelta al Antiguo Régimen de acuerdo con el legendario lema carlista “por Dios, por la Patria y el Rey”. Oponiéndose a la instauración de la Segunda República, los carlistas se unieron en 1.931 con el Partido Católico Nacional y el Partido Católico Tradicionalista con el nombre de Comunión Tradicionalista, y contra todo pronóstico el Carlismo encontró importante acogida en Andalucía, a la que se llamaría la "Navarra del Sur", siendo destacada la acción del Abogado carlista onubense Manuel Fal Conde (1.894- 1.975).

Los carlistas contaban con una organización paramilitar denominada Requeté, término cuya más antigüa alusión se encuentra en 1.835 refiriéndose al Tercer Batallón de Navarra denominado del Requeté. Los integrantes de ese Batallón destacaron por su valor y el término requeté se empleó como sinónimo de combatiente carlista. Tras el Alzamiento Nacional de los días 17 y 18 de Julio de 1.936, la ciudad de Granada se integra en el bando sublevado y en ella se crean dos Tercios o Batallones Carlistas, el de Nuestra Señora de las Angustias y el de Isabel la Católica, los cuales pronto integrarán sus tropas en la Columna del Coronel Varela (1) contra Córdoba y en los sectores más comprometidos del frente granadino, siendo destacada la intervención de sus fuerzas bajo el mando del Comandante Rubio Moscoso en Sierra Nevada en 1.937. Ese mismo año se asignó para su uso al Tercio de Requetés Isabel la Católica el Palacio de los Tellos, el cual, hoy desaparecido y entonces residencia de la familia Gómez de las Cortinas, se encontraba entre el Paseo del Violón y el Callejón del Ángel. En el edificio había una capilla con una imagen de la Virgen de los Dolores con los clavos de la Cruz de Cristo en sus manos, siendo esta talla atribuida a José de Mora (1.642-.1724), discípulo de Alonso Cano (1.601 – 1.667). El Viernes de Dolores de 1.937, al acabar la celebración de una misa a la que acuden los requetés, el Comandante Rubio Moscoso promete crear una Cofradía cuando haya terminado la guerra así como hacer desfilar a la Virgen de los Dolores del Palacio de los Tellos por las calles de Granada. Cumpliéndose la promesa en 1.939 las Reglas de Nuestra Señora de los Dolores fueron aprobadas el 10 de Marzo de 1.940 haciéndose pocos días después la primera estación de penitencia con ropa seglar al no disponerse de hábitos debido al escaso tiempo que medió entre la aprobación y el desfile. En la Semana Santa del siguiente año de 1.941 participaron en la procesión 300 hermanos y un nutrido grupo de militares vestidos de uniforme anticipándose lo que sería una práctica repetida en años siguientes. El paso del tiempo hizo desaparecer aquella presencia militar, innegablemente unida a las circunstancias de la creación de la Cofradía, así como trocó la antigua imagen de la Virgen por una talla moderna, siendo trasladada la primera a una residencia propiedad de la familia Gómez de las Cortinas en la provincia de Málaga. Debe señalarse que siendo la primitiva imagen de la Virgen propiedad privada nunca fue expuesta a la adoración pública y se encontraba en el palacio de la familia aunque con motivo de su salida en procesión se desplazada previamente hasta la Iglesia de las Madres Agustinas desde la que comenzaba el desfile, adorándose durante algún tiempo en dicha Iglesia un retrato suyo. Actualmente, la Cofradía, cuya sede canónica se encuentra en la Iglesia de San Pedro y San Pablo desde 1.996, desfila en procesión el Lunes Santo y tiene el siguiente recorrido: sale de la Iglesia de San Pedro y San Pablo, atraviesa la Carrera del Darro, la Plaza de Santa Ana, las Calles Reyes Católicos, Pavaneras y Sancti Espíritu, Plaza de San Juan de la Cruz, Calles San Matías y Navas, Plaza del Carmen donde están el Ayuntamiento y la Tribuna ante la cual deben pasar las procesiones, Calles Mesones y Marqués de Gerona, Plaza de las Pasiegas donde se encuentra la puerta de la Catedral, Puerta del Perdón, Calles Cárcel Baja, Gran Vía, Almireceros, Joaquín Costa y Reyes Católicos y desde aquí retoma parte del camino andado previamente atravesando en sentido contrario al inicial la Plaza de Santa Ana y la Carrera del Darro hasta llegar de regreso a la Iglesia de San Pedro y San Pablo.

El escudo de la Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores refleja una innegable estética carlista al incluir la Cruz de San Andrés en gules, es decir, en color rojo vivo, siendo la disposición de esta Cruz la de las aspas a modo de letra x. En la unión de los travesaños se sitúan los tres clavos de la Cruz de Cristo envueltos por una anudada cinta blanca. Sobre la Cruz hay una corona y aquella se encuentra rodeada por dos ramas de laurel en sinople que unidas por su base apuntan hacia la corona a la que no tocan. Debe recordarse que la Cruz de San Andrés no sólo es una alegoría de la unión de los mundos divino y humano si no que era la bandera usada por los Tercios de Requetés. Y enlazando con el Carlismo y la Guerra Civil no escapan al espíritu de la Cruzada Nacional ni la presencia de los tres clavos, que podría representar el martirio y dolor de los cristianos tan invocados por los vencedores, ni el laurel, representación por antonomasia de victoria, cedido a la Cofradía por la Hermandad Nacional de Antiguos Combatientes de los Tercios de Requetés. La Cruz de San Andrés, como Cruz de Borgoña, fue la bandera española desde principios del siglo XVI hasta 1.785, y una vez en desuso por haberse adoptado la rojigualda fue empleada años después por la causa carlista. Así mismo la Inkurriña vasca y la bandera de Vitoria usan la cruz aspada.

Hablando del Carlismo, al poco de estallar la Guerra Civil falleció Alfonso Carlos, el entonces pretendiente, y Javier de Borbón-Parma asumió la Regencia oponiéndose, con el apoyo de Manuel Fal Conde, al Decreto de Unificación de 19 de Abril de 1.937 por medio del cual el Partido Carlista, al igual que la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), el Partido Nacionalista Español, monárquicos alfonsinos y otros partidos de derechas desaparecían integrados en la Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FET y de las JONS). Los desencuentros entre el Franquismo y el Carlismo se hicieron evidentes y no cesaron. En 1.968 se expulsó de España al pretendiente Carlos Hugo y a quien fue su Regente durante su minoridad, Javier, y 3 años más tarde los Grupos de Acción Carlista (GAC) planteaban la posibilidad de la lucha armada contra el Régimen. En 1.972 el oficialismo carlista representado por el Partido Carlista, entonces dirigido por Carlos Hugo de Borbón-Parma, se definió como un partido de masas socialista autogestionario y monárquico, de clase, democrático y federal. El Partido Carlista, que no pudo participar en el proceso constituyente de 1.978 pero pidió el sí a la Constitución, vió cómo en 1.980 Carlos Hugo abandonó la dirección del mismo pero sin renunciar a sus reclamados derechos dinásticos. Este partido formó parte de la fundación de Izquierda Unida en 1.986 de la que se retiró al año siguiente.

La disención carlista frente a Carlos Hugo y el Partido Carlista, representando a su sector más tradicionalista, se concentró en 1.986 en la reactivada Comunión Tradicionalista, y otros grupos menores anteriores entre los que destacaron el partido político Unión Nacional Española (2), el Partido Social Regionalista y otros sectores integrados en partidos de extrema derecha. La Comunión Tradicionalista Carlista (CTC) no reconoce en la actualidad a pretendiente carlista alguno.

Salvo la inclusión de algunos de sus símbolos en el escudo de la Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores y los recuerdos de la Guerra Civil, el Carlismo, en ninguna de las direcciones que ha desarrollado, ha vuelto a encontrar en Granada la favorable la acogida de que gozó en tiempos de la Segunda República.

Gonzalo Antonio Gil del Águila

Granada, 1 de Enero de 2.008.

(1) El Coronel Varela es el mismo que más tarde y siendo General, fue objeto en 1.942 de un atentado por parte de falangistas entre los que se encontraba Juan Domínguez del Sindicato Español Universitario (SEU).

(2) El partido político Unión Nacional Española no debe confundirse con la organización de igual nombre y de orientación antifranquista que impulsada por el Partido Comunista Español se creó en Francia para luchar contra la ocupación nazi en ese país y el Régimen franquista en España.

LOS HERMANOS QUERO

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Uno de los rasgos característicos de la guerrilla o maquis antifranquista en la provincia de Granada es que fue aquí donde se echaron al monte mayor número de hermanos: los “Clares”, “Cantaores”, “Capilorros”, “Castillillos”, “Corralicos”, “Chavicos”, “Galindos”, “Matías” y ”Queros”. De entre todos ellos han sido estos últimos, los hermanos Quero Robles, los que probablemente más fama hayan tenido. Los cuatro hermanos guerrilleros se llamaban Antonio, Francisco, José y Pedro y eran hijos de Francisco Quero Ballesteros, carnicero en el Albaicín tras haber sido guardián y empleado agrario. A los hermanos les conocían como “los niños de la venta La Lata”. Antonio, el mayor de ellos, participó activamente el 20 de Julio de 1.936 en la resistencia que en el Albaicín se hizo frente a las fuerzas sublevadas y al ser sofocada esta huyó unido a otros fingiendo ser gitanos camino de un bautizo pasando así a la zona republicana. La leyenda popular dice que miembros de la Guardia Civil, al conocer la treta, acordaron vengarse del fugitivo y toda la familia. Lo cierto es que por esos días se encarcela al padre y aparece muerto el marido de su hermana Rosario. Algo después Antonio ingresó en una Compañía de Servicios Especiales del Ejército republicano acudiendo a Granada en varias ocasiones con la intención de convencer a otros para que pasaran a la zona republicana, consiguiendo que entre los que le siguieron estuvieran sus hermanos José y Pedro.

Al terminar la guerra todos los hermanos están presos pero Antonio y José logran huir de la prisión granadina de La Campana en Junio de 1.940 y se unen a la partida del “Yatero”, la cual abandonan para formar la suya en la Primavera de 1.941. Como he dicho antes, el padre poseía una carnicería en el Albaicín, lo que en época de hambre unía a simpatías ideológicas la ayuda no siempre completamente desinteresada de muchos vecinos. Esto permitió a los hermanos guerrilleros contar con amplio apoyo en el barrio del Albaicín y el cercano Sacromonte gracias al cual pudieron actuar y residir largos períodos en la ciudad.

Francisco, se evade en 1.943 de un campo de prisioneros y llega a Granada acompañado de dos evadidos de un Batallón Disciplinario de Trabajadores de Punta Umbría uniéndose todos a la partida. El 2 de Noviembre de 1.944, intentando realizar un secuestro en Granada, muere José Quero. A comienzos de 1.945 Pedro se une a la partida después de estar oculto tras haber cumplido internamiento en el campo de prisioneros de Benalúa de Guadix El 10 de Julio de 1.945 Pedro es arrinconado en la cueva de la Fuente Cuti del Sacromonte. Según parece, en determinado momento pidió un cigarrillo a un familiar suyo que se encontraba en las inmediaciones presenciando los hechos y tras habérselo fumado se suicidó de un tiro. El 30 de Marzo de 1.946 moría Francisco en un piso que usaban los hermanos como refugio en la Plaza de los Lobos. Finalmente, el del 22 de Mayo de 1.947 y en el Camino de Ronda, moría Antonio junto con dos compañeros de partida, el mismo Antonio que empezó esta aventura en el Albaicín casi 11 años antes cuando se enfrentó a los sublevados.

La leyenda popular dice que los hermanos Quero habían jurado no ser cogidos con vida.

Gonzalo Antonio Gil del Águila

Granada, 2 de Enero de 2.008.

JOSÉ LUIS BORGES Y MARÍA KODAMA EN GRANADA

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María Kodama, hija de un arquitecto japonés nacida en Buenos Aires en 1.945, era desde 1.975 secretaria del escritor argentino Jorge Luis Borges (1.899-1.986) con quien se casó en 1.986 poco antes de la muerte de este. María acudió a Granada en 1.999 para intervenir en un encuentro bajo el nombre “Borges: Cien años”. Con motivo del acto comentó que ella había estado años atrás a la ciudad junto con Borges y que le recordaba enamorado de Granada y la Alhambra, las cuales él había visto muchos años antes. Ella se impresionó con el poema que dice “no hay en la vida nada como la pena de ser ciego en Granada” ya que en la que ambos hicieron Borges estaba ciego.

Borges escribió  un poema llamado Alhambra en el que nos dice: “Grata la voz del agua / a quien abrumaron negras arenas, / grato a la mano cóncava / el mármol circular de la columna, / gratos los finos laberintos del agua / entre los limoneros, / grata la música del zéjel, / grato el amor y grata la plegaria / dirigida a un Dios que está solo, / grato el jazmín. / Vano el alfanje / ante las largas lanzas de los muchos, / vano ser el mejor. / Grato sentir o presentir, rey doliente, / que tus dulzuras son adioses, / que te será negada la llave, / que la cruz del infiel borrará la luna, / que la tarde que miras es la última”.

Gonzalo Antonio Gil del Águila

Granada, 13 de Enero de 2.008

GRANADA DESCRITA POR TRES CRISTIANOS RENACENTISTAS

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El médico austríaco Ieronimus Münzer, que viajó por la Península entre 1.494 y 1.495, al referirse a La Alhambra dice que vio “palacios incontables, enlosados con blanquísimo mármol; bellísimos jardines, adornados con limoneros y arrayanes (...) Todo está tan soberbia, magnífica y exquisitamente construido, de tan diversas materias, que se creería un paraíso. No me es posible dar cuenta de todo (...) Al pie de los montes, en una buena llanura tiene casi en una milla muchos huertos y frondosidades que se pueden regar por canales de agua; huertos, repito, llenos de casas y de torres, habitadas durante el verano que viéndolos en conjunto y desde lejos los creerías una populosa y fantástica ciudad. Principalmente hacia el noroeste, en una legua larga, o más, contemplamos estos huertos, y no hay nada más admirable. Los sarracenos gustan mucho de los huertos, y son tan ingeniosos en plantarlos y regarlos que no hay nada mejor. Es además un pueblo que se contenta con poco y vive en su mayor parte de los frutos que de ellos saca, y que no les faltan durante todo el año”.

El humanista italiano Pietro Martire d’Anghiera (1.459-1.524) cuando visitó Granada ya entrado el XVI dijo: “A todas las ciudades que el sol alumbra, es, en mi sentir, preferible Granada.(...) Las cercanas montañas se extienden en torno en gallardas colinas y suaves eminencias, cubiertas de olorosos arbustos, de bosquecillos de arrayán y de viñedos. Todo el país, en suma, por su gala y lozanía, y por su abundancia de aguas, semeja los Campos Elíseos. Yo mismo he probado cuánto estos arroyos cristalinos, que corren entre frondosos olivares y fértiles huertas, refrigeran el espíritu cansado y engendran nuevo aliento de vida”.

Andrea Navagero (1.483-1.529), escritor y diplomático veneciano, rememorando su viaje a España en 1.524 dice que “Toda aquella parte que está más allá de Granada es bellísima, llena de alquerías y jardines con sus fuentes y huertos y bosques, y algunas de las fuentes son grandes y hermosas; y aunque éstos sobrepujan en hermosura a los demás, no se diferencian mucho de los otros alrededores de Granada; así los collados como el valle que llaman la Vega, todo es bello, todo apacible a maravilla y tan abundante de agua que no puede serlo más, y lleno de árboles frutales, ciruelas de todas clases, melocotones, higos (...) albérchigos, albaricoques guindos y otros, que apenas dejan ver el cielo con sus frondosas ramas (...). Por todas partes se ven en los alrededores de Granada, así en las colinas como en el llano, tantas casas de moriscos, aunque muchas están ocultas entre los árboles de los jardines, que juntas formarían otra ciudad tan grande como Granada; verdad es que son pequeñas, pero todas tienen agua y rosas, mosquetas y arrayanes, y son muy apacibles, mostrando que la tierra era más bella que ahora, cuando estaba en poder de los moros; al presente se ven muchas casas arruinadas y jardines abandonados, porque los moriscos más bien disminuyen que aumentan, y ellos son los que tienen las tierras labradas y llenas de tanta variedad árboles; los españoles, lo mismo aquí que en el resto de España, no son muy industriosos y ni cultivan ni siembran de buena voluntad la tierra, sino que van de mejor gana a la guerra o a las Indias para hacer fortuna por este camino más que por cualquier otro”.

Gonzalo Antonio Gil del Águila

Granada, 23 de Diciembre de 2.007

EL REY MORO, POR AMOR, DEJARÍA GRANADA POR ANTEQUERA

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La ciudad de Antequera formaba parte del Reino de Granada cuando el Infante don Fernando de Aragón la reconquistó en 1.410. La calle principal de la ciudad, en la cual se encuentra el Ayuntamiento, toma el nombre del Infante aunque popularmente se la denomina "Calle Estepa". Dudaba el Infante cómo atacar la ciudad cuando en sueños se le apareció una bella joven rodeada de leones, joven que resultó ser Santa Eufemia, la cual le respondió: “Mañana salga el sol por Antequera y sea lo que Dios quiera”, frase que haría fortuna y que el siguiente día, 16 de Septiembre de 1.410, se convirtió en realidad, razón por la cual la Santa es desde entonces la Patrona de la ciudad.

Juan de Timoneda (¿1.490?-1.583) fue un escritor, actor y librero nacido en Valencia citado muchas veces como precursor de Lope de Vega. En su romance “Rosa de Amores” nos cuenta cómo el rey de Granada se lamenta de la pérdida de Antequera: “En Granada está el rey moro / que no osa salir della. / De las torres del Alhambra / mirando estaba la vega. / Miraba los sus moricos / cómo corrían la tierra. / El semblante tiene triste, / pensando está en Antequera. / De los sus ojos llorando / destas palabras dijera: / - ¡Antequera, villa mía, / oh, quien nunca te perdiera!”. Y tanto es el dolor por haber perdido Antequera que dispuesto estaría a canjearla por Granada “Si le pluguiese al buen rey / hacer conmigo una trueca, / que le diese yo a Granada / y me volviese Antequera”. El tono épico que se atribuye a un romance de frontera en que se trata la conquista de una plaza por los cristianos y su pérdida por los musulmanes se trasforma de manera inesperada por el lirismo de un Rey granadino que quiere canjear Granada por Antequera al haber quedado en esta última su “morica”: “No lo he yo por la villa, / que Granada mejor era, sino por una morica / que estaba dentro della, / que en los días de mi vida / yo no vi cosa más bella”.

Gonzalo Antonio Gil del Águila

Granada, 23 de Diciembre de 2.007

LOS MÁRTIRES DE LA ALPUJARRA Y LA REBELIÓN MORISCA

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Las Capitulaciones firmadas entre los Reyes Católicos Isabel y Fernando y el Rey Boabdil establecían condiciones respetuosas para los musulmanes y sus tradiciones. Fray Hernando de Talavera, el primer Arzobispo de Granada, recibió el encargo de los Reyes Católicos de promover la conversión pacífica de los moriscos al Cristianismo. Ante sus escasos progresos se encarga al Cardenal Cisneros asumir la tarea de conversión. El empeño de Cisneros, que llegó incluso a la quema de Coranes y otros libros escritos en árabe en la Plaza de Bibarrambla, encontró la oposición morisca que llegó a una rebelión en 1.500 que fue sofocada el año siguiente por las fuerzas bajo el mando del Conde de Tendilla. La rebelión se interpretó como una deslealtad que liberaba a la monarquía de las obligaciones contraídas con Boabdil y en consecuencia la Pragmática de 14 de Febrero de 1.502 planteaba expulsión de todos los musulmanes del Reino de Granada que no se convirtieran al Cristianismo. Miles de musulmanes se bautizaron pero como señaló Luis del Mármol Carvajal en la obra que más adelante comento, aun cuando “con fingida humildad usaban de algunas buenas costumbres morales en sus tratos, comunicaciones y trajes, en lo interior aborrecían el yugo de la religión cristiana, y de secreto se doctrinaban y enseñaban unos a otros en los ritos y ceremonias de la seta de Mahoma” destacando que “si iban a oír misa los domingos y días de fiesta, era por cumplimiento y porque los curas y beneficiados no los penasen por ello. Jamás hallaban pecado mortal, ni decían verdad en las confesiones. Los viernes guardaban y se lavaban, y hacían la zalá en sus casas a puerta cerrada, y los domingos y dias de fiesta se encerraban a trabajar. Cuando habían baptizado algunas criaturas, las lavaban secretamente con agua caliente para quitarles la crisma y el oleo santo, y hacian sus ceremonias de retajarlas, y les ponían nombres de moros; las novias, que los curas les hacían llevar con vestidos de cristianas para recibir las bendiciones de la Iglesia, las desnudaban en yendo a sus casas y vistiéndolas como moras, hacían sus bodas a la morisca con instrumentos y manjares de moros”.

Para conocer la rebelión morisca de 1.568 a 1.571, que se denomina de La Alpujarra aunque en su apogeo se extendió por las zonas comprendidas entre la Serranía de Ronda y Murcia, contamos con la obra de tres autores que participaron en ella, todos cristianos aunque no todos cristianos viejos: Diego Hurtado de Mendoza, Ginés Pérez de Hyta y Luis del Mármol Carvajal.

El primero, Diego Hurtado de Mendoza, nacido en la Alhambra e hijo del famoso conde de Tendilla, había desempeñado cargos militares y diplomáticos, y contaba más de 60 años de edad cuando en 1.569 se le envía al Reino de Granada para asumir funciones que hoy denominaríamos de logística y planificación después de que su sobrino, el Marqués de Mondéjar, fuese reemplazado por don Juan de Austria. Su inconclusa obra “Guerra de Granada” no pudo ser publicada si no en Lisboa en 1.627 debido a su carga crítica contra el Gobierno. Diego Hurtado de Mendoza considera como las principales causas generadoras de la guerra la opresión ejercida sobre los moriscos y la corrupción y, conforme avanzaba la guerra, la codicia de las tropas gubernamentales. Para comprender su postura crítica no debemos olvidar que antes de partir hacia Granada había estado preso y que su familia, otrora todopoderosa en Granada desde la Reconquista, había perdido paulatinamente su poder y privilegios. Volviendo a la obra de Diego Hurtado de Mendoza, esta sigue el estilo de autores clásicos como Salustio o Tácito poniendo discursos en boca de los principales protagonistas y describe al rebelde Abén Umeya poseedor de condiciones cabellerescas apartándole de la intransigencia y crueldad de muchos de sus seguidores. El lirismo de la obra encuentra un punto destacable cuando el Duque de Arcos en Sierra Bermeja encuentra los despojos de las fuerzas que al mando de don Alonso de Aguilar fueron aniquiladas en la anterior rebelión morisca de 1.500, pudiendo ser una evocación de otra escena similar recogida por Tácito en sus Anales en la que cuenta la sepultura que las tropas de Germánico dieron a los muertos de las legiones al mando de Varo masacradas en el bosque de Teoteburgo en el año 9 antes de Cristo por las fuerzas de Arminius.

El segundo de los autores citados, Ginés Pérez de Hyta, en un principio llamado de la Chica, fue un maestro zapatero, poeta y empresario teatral nacido en algún lugar de Murcia que al estallar la guerra se alistó como voluntario en las milicias de la ciudad de Loca que se integraron bajo el mando de don Luis Fajardo, Marqués de los Vélez. Hyta escribió sus “Guerras Civiles de Granada” como una continuación de su anterior “Historia de los bandos de los Zegríes y Abencerrajes”, relato este último que ambientado en la Granada nazarí bebía de la tradición de la novela caballeresca y obtuvo un inmediato éxito en España y en Europa. Las “Guerras Civiles” o “Guerras Civiles de Granada”, unidas en una misma obra a su anterior novela, reciben el largo título de “Las Guerras civiles de Granada”, cuyo título completo es “Historia de las bandas de los zegríes, caballeros moros de Granada, y de las guerras que hubo en ella” y mezclan de forma novelada literatura y poesía incluyendo numerosos romances populares, bebiendo indirectamente de Diego Hurtado de Mendoza a través del poema épico “La Austriada”, versificación de la obra de este último debida a Juan Rufo. El mismo título de la obra, “Guerras Civiles” de manera abreviada, refleja que para Hyta, el autor más favorable a los moriscos, la revuelta fue una lucha entre compatriotas. No debe escaparse que es innegable que Hyta convivió con moriscos en tierras de Murcia y que probablemente no fuese cristiano viejo y quizás sí un morisco asimilado o descendiente de tales.

El tercer autor citado pero sobre el que vamos a volver más a menudo en este trabajo es Luis del Mármol Carvajal, hijo ilegítimo nacido en Granada alrededor de 1.524 de la relación existente entre un funcionario judeoconverso que trabajaba en la Real Chancillería y una mujer que quizás fuera morisca. Luis del Mármol Carvajal escribió la “Historia del rebelión y castigo los moriscos”. Este autor, de vida intensa y aventurera, fue militar y tras una incursión en África sufrió cautiverio en tierras del actual Marruecos durante 8 años. Una vez liberado recorrió África desde Marruecos a Egipto llegando por el sur hasta Mauritania, plasmando la experiencia de esos viajes en su obra “Descripción General de África (1573 y 1599)”. Participó junto a las fuerzas gubernamentales en la rebelión de La Alpujarra como interventor y abastecedor, señalándose que acusado de malversación al terminar la campaña fue posteriormente absuelto. La suya es una obra imprescindible para el estudio de la historia del Reino de Granada desde la Edad Media hasta la rebelión siendo destacable que casi la tercera parte de su extensión se dedica a estudiar las causas de la sublevación. El rigor de la obra destaca por la inclusión de documentos tales como las capitulaciones para la entrega de Granada, el memorial de Núñez Muley defendiendo la identidad morisca y cartas incautadas a los rebeldes. Sin lugar a dudas es de los tres autores el que trata con más rigor y extensión el conflicto, y aunque no es tan crítico como los otros dos respecto a las acciones del Gobierno, sí denuncia los atropellos cometidos por las fuerzas gubernamentales.

Las simpatías de gran parte de la población morisca hacia sus correligionarios del norte de África, las actuaciones de monfíes o bandoleros musulmanes, las acciones piráticas de turcos y berberiscos a menudo apoyadas por los moriscos, la amenazadora expansión turca sólo parcialmente frenada tiempo después en la batalla naval de Lepanto en 1.571 y las tensiones que separaban a cristianos de musulmanes eran fuente permanente de preocupación y alarma creciente para la Corona y la población cristiana. Con este ambiente como telón de fondo se celebra en Granada en 1.565 un sínodo en el que se acuerda adoptar medidas que estimulen la asimilación de los moriscos al resto de la población católica.

Como reflejo de la tensión puede señalarse que en 1.566 piratas berberiscos guiados por dos moriscos desembarcan en Cabo de Gata saqueando las localidades de Tabernas y Lucainena. La expedición pirática concluye tomando los asaltantes como cautivos a los cristianos viejos de Tabernas mientras que los moriscos de Tabernas, en acuerdo con los asaltantes, embarcan voluntariamente con ellos. Este ataque de 1.566 no fue un hecho aislado. Entre otras acciones puede citarse la del 7 de Agosto de 1.549 en que 150 piratas saquean la localidad de Albuñol y raptan 34 cristianos viejos con la colaboración de los pobladores moriscos de la localidad, siendo 5 de ellos procesados por la Capitanía General. Estas incursiones de piratas turcos y berberiscos se extendían por el sur y levante de España y se habían hecho cada vez más frecuentes desde que los turcos habían arrebatado a los españoles las posesiones norteafricanas de Trípoli, Bujía y el Peñón de Vélez de la Gomera en la década de 1.550. Para comprometer más aun la posición española, se produjo el naufragio de la flota de galeras en las costas de la actual localidad La Herradura, dentro del término municipal de Almuñécar, Granada, en 1.562 a causa de un temporal. El problema turco berberisco había hecho que 1.563 la Capitanía General del Reino de Granada prohibiera a los “gazís” o moricos habitar en las costas obligándoseles a alejarse más de 12 leguas tierra adentro, disposición que no parece haberse cumplido.

Ha de considerase que tras la Reconquista la capacidad militar en el Reino de Granada era manifiestamente insuficiente al existir amplios espacios vacíos de población leal al gobierno en el litoral y en el interior consecuencia tanto del éxodo demográfico musulmán a tierras Berbería como de la desconfianza provocada por los moriscos que habitaban esas tierras. En consecuencia, la Corona facilitó la repoblación del territorio con cristianos viejos procedentes de otros Reinos hispánicos por medio de concesión de tierras, bienes inmuebles y y exenciones fiscales. Aun con el evidente malestar morisco esta política repobladora favoreció que hacia 1.500 quizás pudieran habitar el Reino de Granada unos 40.000 repobladores cristianos y leales a la Corona.

La desconfianza y las medidas restrictivas sobre los moriscos se hacen cada vez más pesadas llegándose a prohibir sus prácticas tradicionales por medio de una Pragmática en 1.567. Pero el desencadenante más inmediato de la rebelión ha sido señalado en 1.568 cuando comienza a introducirse en el Reino de Granada seda procedente de Murcia a precios más bajos, siendo esta una industria que atendía fundamentalmente la población morisca y causándole problemas de subsistencia. Esta introducción de seda murciana tiene mucho que ver con una serie de medidas fiscales que perjudican notablemente a los moriscos. Debe considerase entre otros hechos, que desde 1.559 y hasta 1.568 se procedió a investigar la propiedad de bienes raíces en manos moriscas en todo el Reino de Granada, exigiéndoseles la presentación de sus títulos de propiedad de época nazarí con negativas consecuencias para muchos que no pudieron aportarlas.

Las acciones de los monfíes, o bandoleros musulmanes, siempre en aumento, así como las incursiones de piratas berberiscos que he comentado unas líneas antes, creaban ansiedad y temor entre los cristianos al tiempo que se propagaban rumores respecto de una inminente rebelión en la que los moriscos se apoderarían de Granada. Esta rebelión, que parecía estar fechada para el 15 de Abril de 1.568, Jueves Santo, fue retrasada debido a que las fuerzas leales a la Corona recibieron información de los planes. La noche del 16 de Abril, el día siguiente al de la fallida conjura, una falsa alarma tocada desde de La Alhambra provocó un incidente en el cual los cristianos, creyendo al oir los cañonazos disparados desde La Alhambra haberse producido un alzamiento rebelde, estuvieron a punto de asaltar el barrio morisco del Albaicín, cosa que impidieron las fuerzas acantonadas en la ciudad. En el Verano el Marqués de Mondéjar mandó al Rey Felipe II dos cartas de moriscos dirigidas al Rey de Fez que habían sido interceptadas. El Marqués, cercano a los moriscos por los intereses de corte cuasi feudal que mantenía su familia en Granada desde la Reconquista, muestra siempre su oposición a la intención de expulsar a los moriscos a otros Reinos de España temiendo que ello pudiera ocasionar una rebelión. Como refiere Hurtado de Mendoza el temor a la rebelión, que había sido pospuesta para Navidad pero no evitada, no era compartido por el círculo gubernativo cercano al monarca. Los hechos dieron la razón a los rumores que circulaban por Granada y el 24 de Diciembre de 1.568 los moriscos se levantaron en armas eligiendo Rey a Hernando de Córdoba y Válor, el cual adoptó el nombre árabe de Aben Humeya, siendo primera seña de aquella revuelta, que pronto devino en virulenta guerra, la crueldad con que se trató en los primeros momentos a los cristianos viejos que cayeron en manos rebeldes y que a causa de sus sufrimientos han sido conocidos como los "Mártires de la rebelión" o "Mártires de la Alpujarra". Aquellos cristianos viejos masacrados de manera espontánea y popularmente aceptada por los moriscos en los momentos iniciales de su rebelión lo fueron dentro de un contexto de crueldad generalizada e innecesaria que hoy denominaríamos limpieza étnica. La magnitud de las matanzas de los rebeldes unida a la dureza de la guerra contagió a las fuerzas gubernamentales haciendo de aquella una crudelísima guerra en la que las fuerzas cristianas procedieron también a la realización de matanzas y actos deplorables. Estas fuerzas, articuladas en ejércitos reales y milicias populares, estuvieron primero bajo las órdenes de los Marqueses de Mondejar y el de los Vélez para pasar, desde Abril de 1.569, a estar bajo las del hermanastro real don Juan de Austria, aquel que en 1.571 derrotará a la poderosísima y más numerosa flota turca en Lepanto conjurando así el peligro de colapso de las monarquías cristianas ante la agresividad turca. Junto a los ejércitos reales las ciudades organizaron milicias que actuaron en operaciones militares de menor envergadura o expediciones que se vinieron en llamar "cabalgadas". Los moriscos, en espera de la ayuda procedente de sus correligionarios norteafricanos, ayuda que no llegó a ser significativa debido a la intervención de la flota española, huyeron en lo posible de los grandes enfrentamientos en terreno abierto buscando una táctica de hostigamiento que hizo amplio uso de emboscadas y golpes de mano.

Tratando más pormenorizadamente lo relativo a los momentos iniciales de la rebelión, Diego Hurtado de Mendoza dice que los moriscos acordaron que comenzara “la noche de Navidad, que la gente de todos los pueblos está en las iglesias, solas las casas, y las personas ocupadas en oraciones y sacrificios; cuando descuidados, desarmados, torpes con el frio, suspensos con la devoción, fácilmente podían ser oprimidos de gente atenta, armada, suelta y acostumbrada a saltos semejantes". Luis del Mármol Carvajal comenta el rumor extendido por los moriscos de que los turcos llegarían en Nochebuena para favorecer la rebelión del Albaicín. Para apoyar el rumor, unos 8.000 rebeldes avanzarían sobre Granada llevando tocados turcos para provocar entre los moriscos de la ciudad la creencia del esperado desembarco y así estimularles a la insurrección. El mismo autor refiere que ya el Jueves 23 de Diciembre se produjeron varios incidentes armados en distintos puntos de La Alpujarra por iniciativa de monfíes. La mañana del Sábado 25 dos moriscos que llegaron de Órgiva informaron al Marqués de Mondéjar del comienzo de la rebelión en La Alpujarra y este creyó que actuaban juntos moriscos y turcos. La noche del 25 al 26, no pudiendo llegar ante la ciudad de Granada debido a las nieves los miles de moriscos esperados desde La Alpujarra, entró en el Albaicín Farax Aben Farax junto con unos 150 monfíes e "hizo que todos los compañeros dejasen los sombreros y monteras que llevaban, y se pusiesen bonetes colorados a la turques, y sus toquillas blancas encima, para que parecieses turcos". Desfilaron con sus banderas por las calles vacías del Albaicín, pusieron en fuga una patrulla y proclamaron la rebelión diciendo: “No hay más que Dios y Mahoma, su mensajero. Todos los moros que quisieren vengar las injurias que los cristianos han hecho a sus personas y ley, véngase a juntar con estas banderas, porque el rey de Argel y el Jerife, a quien Dios ensalce, nos favorecen, y nos han enviado toda esta gente y la que nos está aguardando allí arriba. Ea, ea, venid, venid; que ya es llegada nuestra hora, y toda la tierra de los moros está levantada". La patrulla que se había encontrado con la fuerza atacante avisó a Mondéjar pero este se negó a enviar sus fuerzas al Albaicín y dar la alarma. Luis del Mármol Carvajal, a quien estoy siguiendo en su relato salvo que cite a otro autor, refiere que el Marqués alegó no tener suficientes fuerzas y Diego Hurtado de Mendoza alega que los moriscos de la Vega esperaban oir las señales de alarma para comenzar el combate. Debe considerarse que la fuerza gubernamental podía, desde la fortaleza de La Alhambra, rechazar cualquier asalto, pero que corría el riesgo de ser superada combatiendo en el caso urbano a una presumible gran masa de rebeldes. Como Farax no consiguió convencer a los moriscos de la ciudad para unirse a la rebelión huyó antes del amanecer y por la mañana los castellanos viejos se dirigieron al Albaicín con la presumible intención de vengarse de los moriscos, cosa que las fuerzas al mando del Marqués de Mondejar impidieron. Los monfíes de Farax, huyendo de Granada, iniciaron la rebelión del valle de Lecrín afirmando que los sublevados habían tomado la ciudad Granada.

Recuperando las palabras del cronista Luis de Mármol Carvajal, en su “Historia del rebelión y castigo de los moriscos del Reino de Granada” encontramos una sobrecogedora descripción de las matanzas que a manos de los sublevados tuvieron lugar en los primeros momentos de la rebelión y que a continuación cito:

“Jubiles es el lugar principal desta taa, donde se ven las ruinas de un castillo antiguo, en un sitio asaz grande y fuerte, en el cual dicen los moriscos antiguos que habia en tiempo de moros un alcaide y gente de guerra para tener sujetos los lugares de aquel partido, que eran los mas inquietos de la Alpujarra, bárbaros y bestiales sobremanera. Levantáronse los moriscos deste lugar y de los otros desta taa el viérnes víspera de Navidad, cuando los monfís hubieron muerto los cristianos que fueron a alojarse á Cadiar con el capitan Herrera, y lo primero que hicieron fué robar la iglesia y destruir cuanto habia en ella. Luego corrieron a las casas de loscristianos que moraban en el lugar, y no con menor cudicia que ira las saquearon, y prendiéndolos, los metieron en la iglesia con gente de guardia, y allí los tuvieron algunos días, predicándoles su seta y amonestándoles que se volviesen moros, hasta tanto que volvió Farax, y mandó que los matasen a todos; y por su órden los mataron el juéves 30 dias del mes de diciembre. (…) Lleváronlos desnudos en cueros, las manos atadas atrás, á una haza que estaba cerca de la iglesia , y allí los acabaron á cuchilladas (…) Y teniendo ya en aquel lugar para hacer lo mesmo de otros cristianos de los que tenian presos, acertó á pasar por allí don Hernando el Zaguer, que andaba requiriendo aquellos pueblos, y se los quitó y los entregó á un morisco del lugar, para que tuviese cargo de guardarlos hasta que se los pidiese. Estas crueldades que Aben Farax hacia, no aplacían nada al Zaguer; antes le aborrecía por ello á él y á los que con él andaban; mas no osaba contradecírselo, porque temía que los moros rebelados se lo ternían á mal, y dirían que favorecía a los cristianos, ó que se apiadaba delIos; y por el mesmo caso, haciéndose á la parte de Aben Farax, le alzarían por su gobernador, por ser hombre enemigo y perseguidor del nombre cristiano”.

“Los del lugar de Alcútar se alzaron el mesmo día que los de Jubíles, robaron la iglesia, hicieron pedazos los retablos y imágenes, destruyeron todas las cosas sagradas, y no dejaron maldad ni sacrilegio que no cometieron en compañía de los monfís y de Esteban Partal, su capitán”. Después de prender a muchos cristianos “llevándolos después á matar al lugar de Cuxurio con otros captivos, (…) mostraban gran sentimiento de pesar por no haber prendido al vicario Diego de Montoya, porque quisieran tomar muy de espacio venganza en el”.

“Tambíen se alzaron los del lugar de Narila el viernes en la noche, los cuales destruyeron y robaron la iglesia y las casas de los cristianos, y prendiéndolos á todos (…) los llevaron maniatados al lugar de Alcútar; y habiéndolos tenido allí predicándoles su seta y persuadiéndos que se tornasen moros, y amenazándoles que si no se hacian les darian cruelísimas muertes, cuando vieron que les aprovechaban poco sus persuasiones y amenazas” los mataron.

“El lugar de Cuxurio de Bérchul se alzó cuando los otros desta taa, y los rebeldes dichos con cruelísima rabia entraron lo primero en la iglesia, y haciendo pedazos los retablos y las imágenes y la pila del santo baptismo, quebraron el arca del Santísimo Sacramento, y no hallando la sagrada hostia de la Eucaristía, que la habia consumido el beneficiado Pedro Crespo, arrojaron con menosprecio y desden todas las cosas sagradas por el suelo. Luego fueron á saquear las casas de los cristianos, y prendieron al beneficiado, que se habia escondido en casa de un morisco su amigo, y le mataron cruelísiamente. A este lugar llevaron los cristianos que habían captivado en el lugar de Alcútar y Narila, y los mataron á todos delante de la iglesia. Al beneficiado Juan de Montoya, que habia sido preso en Alcútar, sacó uno de aquellos herejes el ojo derecho con un puñal, y luego les tiraron á todos al terrero con las ballestas y con los arcabuces, estando presentes á ello Esteban Partal y Lope el Seniz y otros capitanes de monfís”.

“Los de Mecina de Bombaron se alzaron tambíen el viérnes en la noche, saquearon luego la iglesia, quebraron los retablos, despedazaron las venerables imágines, deshicieron los altares , y finalmente destruyeron y robaron todas las cosas sagradas; y hallando á los cristianos descuidados, los prendieron á todos y les saquearon las casas. En este lugar arbolaron los rebeldes una bandera de tafetan carmesí bordada de hilo de oro, y en medio un castillo con tres torres de plata, que la tenían guardada de tiempo de moros, y el que la tenía se llamaba Andrés Hami, vecino del mesmo lugar. Prendieron al beneficiado Francisco de Cervilla en su casa, y atándole las manos atrás, le dieron muchos bofetones y palos, y le llevaron de aposento en aposento, hasta que les entregó el dinero y la ropa que tenía; y después sacándole fuera, se adelantó un moro que solía ser grande amigo suyo, y haciéndose encontradizo con él en el umbral de la puerta, le atravesó una espada por el cuerpo diciéndole : "Toma, amigo; que mas vale que te mate yo que otro;" y allí le acabaron de matar los sacrílegos á pedradas y cuchilladas. Y no contentos con esto, tomó uno de los que allí estaban un palo, y le quebrantó todo el cuerpo á palos desde los piés hasta la cabeza; y otro dia de mañana le sacaron arrastrando fuera del lugar, y le echaron en un barranco. No mucho después mataron todos los cristianos que tenian captivos, y entre ellos al beneficiado Juan Gomez el viejo y al cura Juan Palomo, haciendo en ellos mil géneros de vituperios y crueldades. Fué cruel perseguidor de cristianos en este lugar Miguel Daloy, alguacil dél”.

“El lugar de Válor está en dos barrios; el alto y el bajo; entrambos se alzaron el viérnes en la noche. Los cristianos clérigos y legos que allí moraban se recogieron, en sintiendo el alboroto, a la torre de la iglesia del barrio bajo, donde estuvieron con harto cuidado aquella noche. Los moros saquearon y robaron la iglesia del barrio alto y las casas de los cristianos; y otro día de mañana los cercaron en la torre, y asegurándoles Bernardino Abenzaba que no les harían níngun mal, los captivaron a todos; y desque hubieron destruído y robado tambien aquella iglesia, los llevaron maniatados a unas casas, y allí les predicaron algunos días la seta de Mahoma; y viendo que aprovechaba poco su predicacion, porque todos decían que eran cristianos y que habían de morir por Jesucristo, sacaron los herejes a los hombres desnudos y maniatados fuera del lugar, y poniéndolos á terrero, les tiraron con arcabuces y ballestas”.

“El mesmo día y en la mesma hora que se alzó Válor, se alzaron los lugares de Yégen y Yátor, en los cuales no fueron menores las crueldades que usaron los enemigos de Dios. Destruyeron y robaron las iglesias y las casas de los cristianos, captiváronlos a todos, y haciéndoles muchos malos tratamientos, vinieron después a darles cruelísima muerte;” En “Ujíjar”, localidad que posteriormente se convertirá en símbolo del sufrimiento soportado por los “Martires de la Alpujarra”, se causó la muerte de “otros muchos cristianos que allí había”.

Ciertamente hubo también otros comportamientos entre los rebeldes. Luis del Mármol Carvajal refiere que los moriscos de Turón escoltaron a los cristianos de su población hasta Adra para salvarlos de los monfíes. Siguiendo la narración del escritor Pedro Antonio de Alarcón (1.833- 1.891) "cuando estalló la rebelión de los Moriscos, había en Ugíjar una Alcaldía Mayor con jurisdicción en toda la tierra alpujarreña. Era entonces Alcalde el licenciado León y Abad mayor el Maestro D. Diego Pérez. Fueron monfies capitaneados aquella vez por Aben-Aboo, que tenía agravios que vengar de las autoridades civil y eclesiástica. Aben-Humeya que lo supo, y como gran amigo del abad y de otros cristianos de Ugíjar, viendo el peligro en que se hallaban montó a caballo en Válor y corrió aceleradamente a su defensa... Pero cuando llegó todo era tarde, El Abad, seis Canónigos, el Alcalde Mayor y doscientos treinta y dos cristianos más habían muerto degollados... Aben - Humeya lloraba piadosamente”.

No obstante las excepciones, que seguramente fueron a menudo y en gran parte interesadas previendo la reacción contraria ante la generalidad y brutalidad de los crímenes, es evidente que se desató un deseo generalmente aceptado por la comunicad rebelada y llevada a cabo por monfíes y gandules, o jóvenes moriscos, de exterminar la población cristiana. La magnitud de la acción queda recogida en las siguientes palabras del Licenciado Francisco Zapata Pimentel (siglo XVII), Beneficiado y Vicario de la taha de Jubiles, de las Actas de Ujíjar, citadas por el padre Francisco Hitos en su libro de 1.934 "Mártires de La Alpujarra": “Por ser notorio en esta tierra y que lo dicen todos, que los dichos santos mártires, que hubo entre más de tres mil cristianos que entonces había entre los moriscos de esta tierra, en esta tribulación todos a una voz profesaron y defendieron la fe católica con sus vidas y constancia en ella y no variaron con las promesas ni las amenazas, ni en la ejecución de ella, porque ninguno se vio con muestra ni de flaqueza de ánimo; antes todos se animaban unos a otros con aquel espíritu y fervor de la primitiva Iglesia; hasta los niños, los ignorantes y los pastores”.

Tras la rebelión, “En la villa de Ujíjar de la Alpuxarra en quince días del mes de septiembre de 1606 (...). En este cabildo se trató como en esta villa se tiene devoción con una Ymagen de Nuestra Señora del Martirio que está en la Iglesia mayor de ella la qual estando en esta Santa Iglesia antes del rebelión de este reyno en el, los moros la quitaron del sitio, y lugar donde estava, y con una soga de esparto a la garganta la trajeron arrastrando por las calles, y la echaron en el fuego para quemarla (...). Los moros prosiguiendo en su mal intento la echaron en un pozo donde estuvo quinze, o diez y seis años hasta que en efecto del dicho pozo se sacó sin estar corrupta ni maltratada la madera de la Bendita Ymagen la qual esta villa ha tenido, y tiene por Patrona, y Abogada, y por de mas desta a hecho otros milagros para continuación de la mucha debozion que esta villa y sus vecinos tienen y deseo de benerarla, y pareciendo que aviendola colocado, y puestola en el Altar mayor desta Santa Yglesia y échole todos los años una fiesta con la mayor solemnidad que a sido posible. Por que tan loable costumbre, y cosa tan acepta a los ojos de Dios Nuestro Señor que se honre, y sirva a su Bendita Madre no se pierda. Acordaron por si, y en nombre de toda esta villa a los del Concejo que la dicha fiesta se vote para que se cumpla (...) y prometieron a Dios Nuestro Señor y a su Bendita Madre que en cada año para agora, é para siempre jamás (...) se ha de hazer la fiesta de Nuestra Señora el primer lunes de octubre de cada año sin que se difiera ni deje pasar por ninguna causa”. La leyenda añade que cuando se limpiaba el pozo, este se iluminó y se oyó decir “Martirio es mi nombre”.

Gonzalo Antonio Gil del Águila

Granada, 15 y 16 de Diciembre de 2.007