PASEANDO POR LA FUENTE DEL AVELLANO

Tarde del Miércoles 29 de Agosto de 2007. Quiero visitar la fuente del Avellano. Dirijo mis pasos desde Plaza Nueva hasta el Paseo de los Tristes. Cruzo el río Darro por el Puente del Aljibillo y al otro lado, a la izquierda según lo atravieso, se encuentra el camino de tierra que conduce a la fuente. Subiendo una ligera cuesta pronto se olvida la presencia de las edificaciones intuyéndose a la izquierda, y el sentido de la marcha, el río Darro. A la derecha del camino y desde sus bordes el monte arranca dejando entrever veredas descuidadas que prosiguen hacia sus alturas. Algunas losas que jalonan el recorrido, en cada una de las cuales hay añadida una placa metálica con versos, esperan al caminante a modo de mudos poetas. Me encuentro con un simpático alemán de avanzada edad con el que continúo caminando y charlando. Me refiere que vive desde hace dos años en la ciudad, de la cuál está enamorado desde mucho antes, que su mujer falleció un año atrás y que sus cenizas reposan al pie de una de las torres de La Alhambra. Siente con pena que no se aproveche mejor el lugar por el que andamos. Llegados a la fuente del Avellano se divisa la Abadía del Sacromonte en la otra orilla a través de un claro en la vegetación. Hay pintadas en diversas partes del entorno así como en las losas que hemos dejaso atrás. Tomo algunas fotos de la fuente mientras hablamos de la belleza de Granada y él me enseña las que ha hecho de monumentos y lugares granadinos con una cámara digital que lleva consigo. De los dos caños de la fuente uno está seco y el otro gotea tímidamente. Por encima de los dos caños ocho deterioradas piezas de alicatado conmemoran las reuniones de Ganivet con sus compañeros de la cofradía de la fuente del Avellano. Acude un ciclista y queda pendiente de nuestra conversación. Sólo puede encontrarse agua en un moderno surtidor, que no fuente, colocado a pocos metros, que requiere presionar un pulsador para que salga un tímido chorrito de agua.

En 1.951 Antonio Molina prestaba su voz a una canción titulada “La fuente del Avellano”, cuya letra dice que “Al pie del Generalife / en las márgenes del Darro / hay una fuente famosa / la fuente del Avellano” (1) que da un agua “que baja como la nieve / cristalina y con anises” y “que en grana(da) (2) vendiendo voy”. ¿Quién podría hoy reconocer esas celebradas aguas en la furtiva gota de uno de los caños de la fuente o el triste chorrito del surtidor?

La perdida fuente del Avellano se lleva no sólo el recuerdo de un lugar que antaño, como la ciudad, inducía la excitación de las mentes románticas, si no también un importante símbolo de su pasada vida cultural. La segunda mitad del siglo XIX supuso para la cultura granadina una época de brillantez no ajena a la concurrencia de tres acontecimientos. Uno fue la obra de la Cuerda granadina, un grupo de escritores. Otro las actividades de la sociedad literaria de el Liceo. El tercero las actividades del Centro Artístico. Personas cercanas a esos entornos intelectuales constituyeron, al parecer en el verano de 1.895, y con continuidad en algún o algunos veranos siguientes, la cofradía del Avellano, un grupo de amigos bajo la influencia y dirección de Ángel Ganivet, el cual pareció concebir en las reuniones celebradas ante la fuente la idea de componer el “Libro de Granada” publicado en 1.899.

Los contertulios se reunieron algunos veranos en varias ocasiones ante la entonces célebre y seguramente concurrida fuente. Sin duda degustaron sus aguas escapando a los rigores del calor y la sed del estío y disfrutaron del encanto del lugar mientras conversaban. En sus debates debieron tratar del noventa y ochentista dolor por España y el inevitable y solidario dolor por Granada. Ha pasado más de un siglo de aquellas charlas y los intelectuales de esta tierra todavía hablan de esos dolores habiendo perdido, quién sabe si definitivamente, la compañía de las puras y cristalinas aguas de la fuente del Avellano.

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NOTAS
(1) Texto completo de la canción La fuente del Avellano. Al parecer la discografía del cantante ofrece una primera versión de 1.951 y otra posterior de 1.972, pero ambas con idéntica letra

Que fresquita baja hoy
el agua del Avellano
el agua del Avellano
que en grana vendiendo voy

Al pie del Generalife
en las márgenes del Darro
hay una fuente famosa
la fuente del Avellano

Todas las mañanas subo
caminito de la fuente
y así lanzo mis pregones
cuando paso por el puente

Que baja como la nieve
el agua del Avellano
que baja como la nieve
cristalina y con anises
fresquita no hay quien la pruebe
el agua del Avellano

(2) La letra de la canción dice Graná pero aclaro Grana(da) para los foráneos que lean este escrito e ignoren la costumbre ampliamente extendida en la tierra granadina de llamar sincopadamente Graná a la ciudad y a la tierra de la provincia.

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