“EL CRIMEN FUE EN GRANADA: A FEDERICO GARCÍA LORCA”

(título de un poema de Antonio Machado)


En Abril de 2.006 se presentó en Fuentevaqueros, y en el contexto de la inauguración que tuvo lugar en su casa natal de la exposición “Federico García Lorca 1.936: Documentos para la Memoria”, la obra de Ian Gibson “Antonio Machado, ligero de equipaje”. En la presentación del libro Gibson dijo que "Federico García Lorca, sin Antonio Machado, no sería el artista que hoy conocemos" y recordó que "el primer encuentro entre Machado y Lorca tuvo lugar en Baeza, cuando Federico era pianista y no había dado aún el salto hacia la poesía". Gibson opina que el encuentro entre ambos poetas fue importante para que Federico se dedicara a la poesía y relata que Machado no pudo asistir al estreno de “Bodas de Sangre” aunque sí lo hizo a su cuarto día de representación saliendo de la misma tan conmovido que remitió una carta invitándole a seguir escribiendo de esa manera. Al parecer, esa demostración de afecto era algo inaudito en Machado al que define como “un hombre tímido, retraído, que no tenía mucha relación con los poetas de la generación de Lorca, y que sin embargo le escribió esa carta”. Señala Gibson que Machado tuvo una difícil vida amorosa y que por esa época estaba enamorado de Pilar de Valderrama, siendo aquella una relación imposible y trágica, por lo que la visión de Bodas de Sangre le permitiría sentirse identificado con la obra. Recuerda Gibson que Machado se sintió traumatizado cuando a los 4 años abandonó Sevilla y una “compañera” cuyo nombre no ha trascendido, trauma que revivió al morir su joven esposa Leonor. En el libro citado, Gibson escribe que Pilar de Valderrama, a la que Machado llama “Guiomar” en sus poemas de amor, “es una mujer con muchos problemas, aterrada por el cuerpo y el sexo, ultracatólica, casada con un donjuán, que busca la gran ternura que aprecia en la poesía de Machado. Es una mujer confusa, que sufre, que no es demasiado valiente y que no tiene la culpa de ser Pilar de Valderrama". Ella, nacida en Madrid en 1.892, falleció en 1.979 y su propia obra poética ha quedado eclipsada por las amorosas “Canciones de Guiomar” que Machado le dedicara. Una vez muerto Machado se encontró en su bolsillo una última frase: “estos días azules y este sol de la infancia”, posibles recuerdos de quien quizás se sintiera reflejado en el olmo del Duero “viejo”, “hendido por el rayo / y en su mitad podrido”, árbol que “no será, cual los álamos cantores / que guardan el camino y la ribera, / habitado de pardos ruiseñores” a pesar de lo cual su corazón esperaba “también hacia la luz y hacia la vida, / otro milagro de la primavera”, a modo de comienzo de una nueva vida.

Antonio Machado, cuyo nombre completo es Antonio Cipriano José María y Francisco de Santa Ana Machado Ruiz, nacido en Sevilla en 1.875 y muerto en el exilio en la localidad de Collioure, Francia, el 22 de Febrero de 1.939, poeta español y tardío miembro de la Generación del 98 cuyas primeros pasos se iniciaron en la senda del Modernismo, escribió el poema titulado “El crimen fue en Granada: a Federico García Lorca”. Machado, hablando de su amigo, nos dice que “se le vio, caminando entre fusiles, / por una calle larga, / salir al campo frío, / aún con estrellas, de la madrugada. / Mataron a Federico / cuando la luz asomaba. / El pelotón de verdugos / no osó mirarle la cara. / Todos cerraron los ojos; / rezaron: ¡ni Dios te salva! / Muerto cayó Federico. / -sangre en la frente y plomo en las entrañas-”. Así se evoca la muerte del poeta fusilado en la madrugada del 19 de Agosto de 1.936, cuyo cadáver y el de otros tres ejecutados junto a él yacen en una fosa común: los banderilleros cenetistas Joaquín Arcollas Cabezas y Francisco Galadí Melgar y el maestro de escuela del pueblo de Pulianas Dióscoro Galindo González. En el lugar en que se considera que fueron enterrados se quiso, no hace mucho, construir un campo de fútbol y no muy lejos hay un restaurante llamado la Ruta de Lorca en el que se sirven platos a los que se dan nombres tales como lorquianitos, brocheta lorquiana o la ensalada Doña Rosita.

A Federico la sublevación le sorprende recién regresado a Granada y alojado en la Huerta de San Vicente alrededor de la cual en la actualidad existe el “Parque Federico García Lorca”. A los pocos días del Alzamiento y de improviso un grupo de sublevados acude a la huerta buscando a un hermano de Gabriel, el casero. Al no encontrarle agreden a Gabriel y maltratan e insultan a Federico. Tras el altercado este decide pedir la ayuda de Luis Rosales, miembro de una destacada familia falangista de Granada, poeta y docente universitario. Acogido en la céntrica casa familiar de los Rosales, en calle Angulo, vive oculto hasta el 16 de Agosto, día en que es detenido y coincide el fusilamiento de su cuñado Manuel, que había sido alcalde de Granada. Las circunstancias y motivos de la detención y muerte del poeta son objeto de una controversia no resuelta todavía pero es evidente que causó sorpresa encontrar a Federico escondido en la casa de la familia Rosales. Parece que Federico estuvo detenido hasta el 18 de Agosto de 1.936 porque Angelina Cordobilla, la niñera de los sobrinos de Federico, le llevó ese día y el anterior a su lugar de detención la comida y el tabaco que el 19 no les pudo entregar porque se le respondió que el poeta ya no estaba. Igualmente parece que alrededor de las dos de la madrugada de ese día 19 el cura de Víznar, que se encontraba dispuesto para asistir en confesión a los que iban a ser fusilados, se retiró al comunicársele que esa noche no habría más ejecuciones. No obstante, sobre las cuatro de la madrugada se mató a Federico y a las tres personas más ya citadas. Luis Rosales (1.910-1.992), poeta y ensayista español perteneciente a la denominada Generación del 36 y de la que en cierto modo fue su cabeza visible, ha sido objeto de los ataques de quienes sospechan su participación en la muerte de Federico. En contra de esas suposiciones se argumenta que, en su afán por ayudarle tras la detención, Luis estuvo a punto de perder su propia vida siendo salvado gracias a la intervención del falangista Narciso Perales que intercedió a su favor y pagó una importante multa.

La idea central del poema “El crimen fue en Granada”, la muerte de Federico, no escapa a la poética recreación de quien no podía saber si los ejecutores cerraron los ojos o rezaron, cosa que no se supo entonces ni se sabe ahora, insistiendo “que fue en Granada el crimen / sabed -¡pobre Granada!-, en su Granada”; recreación que representa al poeta esperando la inminente muerte con un diálogo simbólico en medio del que “se le vio caminar solo con Ella, / sin miedo a su guadaña. / Ya el sol en torre y torre; los martillos / en yunque - yunque y yunque de las fraguas”. Ese yunque repetido tres veces, onomatopeya del continuo golpear del martillo sobre él, representa la capacidad humana para hacer cosas pequeñas que permitan cambiar al mundo. Y en el poema “hablaba Federico, / requebrando a la muerte”. Y Ella, la muerte, escuchaba a quien iba a morir decirle: “porque ayer en mi verso, compañera, / sonaba el golpe de tus secas palmas”, probablemente ese golpe que al igual que sucede con el yunque y el martillo moldea la obra final, prosiguiendo el discurso puesto en boca de Federico: “y diste el hielo a mi cantar, y el filo / a mi tragedia de tu hoz de plata, / te cantaré la carne que no tienes, / los ojos que te faltan, / tus cabellos que el viento sacudía, / los rojos labios donde te besaban… / Hoy como ayer, gitana, muerte mía, / qué bien contigo a solas, / por estos aires de Granada, ¡mi Granada!”.

¿Qué quiere decir Machado con lo de requebrar la muerte? ¿Significaba volver a quebrar en piezas más menudas lo que estaba ya quebrado? Parece que no es el significado buscado. ¿Acaso lo sea lisonjear a una mujer alabando sus atractivos? Ya se ha referido antes en el poema a la muerte como una figura femenina caminando junto al poeta fusilado. Si consideramos que Machado y Lorca podían tener una espiritualidad profunda y libre (y no olvidemos que fueron masones o personas cercanas a la masonería), este poema, con sus símbolos como estrellas, torres, largo camino, martillo, fraguas y otros más, se nos puede presentar como una obra dedicada a un amigo y a alguien que puede sentir esa espiritualidad, alcanzándose con esta visión una clave para hacer una lectura no habitual.

El Machado que escribió sobre la "España de charanga y pandereta" lo hizo también sobre "la España del cincel y de la maza" y elogió a Francisco Giner de los Ríos, reputado masón, diciéndole: "Y hacia otra luz más pura / partió el hermano de la luz del alba, / del sol de los talleres, / el viejo alegre de la vida santa". De José Ortega y Gasset, igualmente cercano a la masonería o masón, dice: "A ti laurel y yedra, / corónente, dilecto / de Sofía, arquitecto. / Cincel, martillo, piedra / y masones te sirvan". En plena Guerra Civil, el 1 de Mayo de 1.937 y en medio de un discurso dirigido a las Juventudes Socialistas Unificadas, Machado afirma: "Yo no soy marxista, no lo he sido nunca" y existen indicios para pensar que o bien ingresó en la Logia Mantuana de Madrid o se mantuvo muy cerca de ella. Muestra de la vinculación masónica de Machado es el poema titulado “Al maestro que se va”: “Como se fue el maestro / la luz de esta mañana / me dijo: van tres días / que mi hermano ....no trabaja. / ¿Murió?... Sólo sabemos / que se nos fue por una senda clara, / diciéndonos: Hacedme / un duelo de labores y esperanzas. / Sed buenos y nada más, sed lo que he sido / entre vosotros: alma. / Vivid, la vida sigue, / los muertos mueren y las sombras pasan, / llevan quien deja y viva el que ha vivido. / ¡Yunques, sonad! ¡Enmudeced, campanas! / y hacia otra luz más pura / partió el hermano de la luz del alba, / del sol de los talleres, / El viejo alegre de la vida santa. / ¡oh sí! llevad, amigos, / su cuerpo a la montaña, / a los azules montes / del ancho Guadarrama. / Allí hay barrancos hondos / de pinos verdes donde el viento canta. / su corazón reposa / bajo una encinta casta, / En tierra de tomillos, donde juegan / mariposas doradas... / allí el maestro un día / soñaba un nuevo florecer de España”.

Es cierto que la vinculación masónica de Machado ha sido negada y en parte esta teoría se fundamenta en que el Director General de Servicios Documentales de Salamanca firmó con fecha de 18 de Diciembre de 1.957 un escrito que dice lo siguiente: “Excmo. Señor: / Consecuente a su atento escrito del Negociado Segundo y Antecedentes núm. 15817, de fecha 11 del actual, relativo a ANTONIO MACHADO RUIZ, tengo el honor de participar a V. E. que, hasta la fecha, no han aparecido antecedentes masónicos del citado individuo. / Dios guarde a V. E. muchos años.". Quienes niegan la tesis masónica de Machado igualmente pueden acudir a que este nunca fue depurado a pesar de que se le incoó un expediente al amparo de la Ley de Responsabilidades Políticas y que la Comisión Superior Dictaminadora de Expedientes de Depuración informó por medio de escrito de fecha 7 de Julio de 1.941 favorablemente sobre la propuesta de separación definitiva del servicio y baja en el escalafón de Catedráticos de Institutos de Enseñanza Media de quien había fallecido en 1.939. Y a pesar de que a finales de 1.981 el Ministerio de Educación y Ciencia publica una Orden "por la que se rehabilita a D. Antonio Machado Ruiz como Catedrático de Instituto" nunca antes había sido inhabilitado.

Ahondando en la filiación masónica de Antonio Machado debemos recordar que su abuelo, Antonio Machado Núñez, quien fuera rector de la Universidad de Sevilla y Gobernador Civil con la I República, perteneció a la sociedad masónica Unión Ibérica. Y más aun Antonio Machado Álvarez, padre de nuestro escritor, conocido flamencólogo bajo el apelativo de Demófilo, que en griego significa amigo del pueblo y a quien nuestro poeta Machado llama luz de Sevilla, también fue masón. Todo esto permite pensar que Machado, quizás como lovetón o hijo de masón presentado por el padre ante la Logia, hubiera vivido y conocido desde temprana edad esa hermandad.

Antonio, que ideológicamente diverge de su hermano mayor que él un año, Manuel, nos deja un claro ejemplo de su religiosidad cuando a la saeta popular (“¿Quién me presta una escalera, / para subir al madero, / para quitarle los clavos / a Jesús el Nazareno?”) contrapone en la suya: “Oh, no eres tú mi cantar! / ¡No puedo cantar ni quiero / a ese Jesús del madero, / sino al que anduvo en el mar!”. De esta manera Antonio rechaza lo esencial del Catolicismo convencional, esto es, la idea del Sacrificio de la Cruz así como la religiosidad popular. Y recordemos ahora los versos leídos respecto a la muerte del maestro: “¡Yunques, sonad! ¡Enmudeced, campanas!”. Se trata de los yunques del taller frente a las campanas de las iglesias.

De Federico no consta una vinculación tan evidente pero sí que bajo el nombre simbólico de Homero se pudo unir a la Masonería; que estuvo muy vinculado con el masón Francisco Giner de los Ríos (1.839 - 1.915), discípulo de Julián Sanz del Río y fundador y Director de la Institución Libre de Enseñanza; que tras la guerra se incoó contra Federico un expediente de depuración como masón y que en su obra aparecen símbolos que se pueden considerar masónicos como la acacia, el yunque y los metales. Así, al comienzo de la Escena IV de Mariana Pineda en voz baja esta dice: “Y me quedo sola mientras / que bajo la acacia en flor / del jardín mi muerte acecha”; en el poema Acacia leemos: “¿Quién segó el tallo / de la luna? / (Nos dejó raíces de agua.) / ¡Qué fácil nos sería cortar / las flores de la eterna acacia!”; en La Veleta yacente: "Lírica flor de torre / y luna de los vientos, / abandona el estambre de la cruz / y dispersa sus pétalos, / para caer sobre las losas frías / comida por la oruga / de los ecos. / Yaces bajo una acacia. / ¡Memento! / No podías latir / porque eras de hierro..." Y memento, en cuanto expresión, implica recordar pero también es cada una de las dos partes del canon de la misa en que se hace conmemoración de los fieles vivos y de los difuntos. La Acacia, palabra que procede del griego Akakia por lo que puede significar también inocencia y pureza, representa tradicionalmente la elegancia y la amistad. Si es blanca o rosada se asocia además a la constancia y si es amarilla al amor secreto. Pero en la masonería la acacia es un símbolo de la resurrección e inmortalidad del alma y Federico la asocia en su obra a la idea de la muerte. Esta vinculación podría no ser fruto de la casualidad porque se ofrece de manera metódica y constante una significación ajena a la sensibilidad popular que manifiesta en sus creaciones.

Y volviendo a la fragua y yunque que aparecen en los versos dedicados por Machado a la muerte de Federico ¿serán los mismos que se citan en el “Romance de la luna" de este último? En este se ha querido ver la muerte personificada por la Luna presentada como una mujer de aspecto macabro con “sus senos de duro estaño” pero contradictoriamente “lúbrica y pura” y se lee que "la luna vino a la fragua", fragua en la cual "el niño la está mirando" y le dice "huye luna, luna, luna. / Si vinieran los gitanos, / harían con tu corazón / collares y anillos blancos"; a lo que ella responde: "Niño déjame que baile. / Cuando vengan los gitanos, / te encontrarán sobre el yunque / con los ojillos cerrados". Al final "por el cielo va la luna / con el niño de la mano" mientras que "dentro de la fragua lloran, / dando gritos, los gitanos. / El aire la vela, vela. / el aire la está velando". ¿Lloran los gitanos la muerte del niño o es acaso un símbolo de que el trabajo en la fragua ha sido terminado? “La vela, vela”. Y vela es tanto una peregrinación, especialmente a un santuario, como la acción de velar, la cual puede significar tantas cosas como hacer centinela o guardia por la noche, asistir de noche a un enfermo, pasar la noche al cuidado de un difunto, observar atentamente algo, estar sin dormir el tiempo destinado de ordinario para el sueño, continuar trabajando después de la jornada ordinaria, cuidar solícitamente de algo o asistir por horas o turnos delante del Santísimo Sacramento. Y, en cuanto a significados, fragua, procedente del latín fabrĭca, significa tanto el fogón en que se caldean los metales para forjarlos como el taller donde está instalado este fogón, lo que nos pone en relación con la alquímica transmutación de los metales que al fin y al cabo no es más que una tarea de perfeccionamiento interior. La Luna, relacionada con lo anímico e inconsciente, es asociada por los alquimistas a la plata... El rito de iniciación en la masonería, que es una muerte simbólica, se asocia al aire, y el aire es símbolo del misterio, de lo oculto y secreto asociado a los ángeles, las alas, aves y el vuelo representando al mundo intermedio entre la Tierra, en la que estaba la fragua, y el Cielo, al que vuelve la Luna del poema. ¿Podría reflejar el poema, oculto tras símbolos populares, la iniciación de un neófito al mundo de los misterios? ¿No puede verse en la figura de los gitanos el símbolo del trabajo con los metales? A lo largo de la obra de Federico, y asociados a la muerte, los metales se caracterizan por su dureza y frialdad y se encuentran ligados a los conflictos y azares de los gitanos y a menudo se transponen la piel cobriza con el bronce y el cobre... La fragua, el agua y el sueño los recoge Machado en “Proverbios y cantares” cuando nos dice entre otras cosas: “todo hombre tiene dos / batallas que pelear. / En sueños lucha con Dios; / y despierto, con el mar”; “soñé a Dios como una fragua / de fuego que ablanda el hierro”; “Yo amo a Jesús que nos dijo: / Cielo y Tierra pasarán. / Cuando Cielo y Tierra pasen, / mi palabra quedará. / ¿Cuál fue, Jesús, tu palabra? / ¿Amor? ¿Perdón? ¿Caridad? / Todas tus palabras fueron / una palabra: Velad / Como no sabéis la hora / en que os han de despertar, / os despertarán dormidos / si no veláis; despertad”. Y este velar, ¿no será como el que acabamos de ver en Lorca para la Luna? Machado prosigue en “Proverbios y cantares”: “Morir... ¿Caer como gota / de mar en el mar inmenso?”.

En “El crimen fue en Granada” a Federico “se le vio caminar” y Machado pide “Labrad, amigos, / de piedra y sueño, en el Alhambra, / un túmulo al poeta, / sobre una fuente donde llore el agua, / y eternamente diga: / el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!”; y el romance popular dice: “Entre Víznar y Alfacar / mataron a un ruiseñor / porque quería cantar”.

Federico muere y siguiendo el discurso machadiano algo queda detrás suya porque “todo pasa y todo queda, / pero lo nuestro es pasar, / pasar haciendo caminos, / caminos sobre el mar”, ese mar que siendo agua está en íntima unión con la que bulle de las fuentes de la Granada antigua como representación del cauce de vida que quizás acoja el alma del poeta que caminando hacia la muerte deja sus estelas en el mar de la noche que vivió.

Después de todo, el llanto y las fuentes de Granada quizás sean los ríos de Manrique cuando nos recuerda que “nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar que es el morir”, pero el llanto y las fuentes de Machado también aparecen en otro poema suyo titulado “Anoche cuando dormía” en el que encontró dentro de su corazón un fontana cuya agua procedía de la “acequia escondida” que es el "manantial de nueva vida / de donde nunca bebí?”, al tiempo “que un ardiente sol lucía / dentro de mi corazón. / Era ardiente porque daba / calores de rojo hogar, / y era sol porque alumbraba / y porque hacía llorar”. Y todo esto era debido a que “anoche cuando dormía / soñé, ¡bendita ilusión!, / que era Dios lo que tenía / dentro de mi corazón”. El agua y Dios, en el corazón, para quien habla de hacer caminos en el mar, el lugar al que llegan todos los ríos… Machado dice de Dios en “Parábolas” que “no es el mar, está en el mar”, que es “como luna en el agua, o aparece / como una blanca vela” y nos explica que “yo he de hacerte, mi Dios, cual tú me hiciste, / y para darte el alma que me diste / en mí te he de crear. Que el puro río / de caridad que fluye eternamente, / fluya en mi corazón. ¡Seca, Dios mío, / de una fe sin amor la turbia fuente!”.

Cuando Machado pide refiriéndose a Federico: “Labrad, amigos, / de piedra y sueño, en el Alhambra, / un túmulo al poeta, / sobre una fuente donde llore el agua, / y eternamente diga: / el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!”, ¿a qué amigos y a qué fuente se refiere? Quizás sean sólo un recurso estilístico sin mayor conexión con los símbolos presentes en otros textos pero podría ser interesante investigar las posibles conexiones espirituales e intelectuales que unían a parte de las minorías cultas de aquella época.

Gonzalo Antonio Gil del Águila

Granada, 19 de Abril de 2008.



Texto completo de EL CRIMEN FUE EN GRANADA: A FEDERICO GARCÍA LORCA de ANTONIO MACHADO

1. El crimen

Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
—sangre en la frente y plomo en las entrañas—
... Que fue en Granada el crimen
sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada.

2. El poeta y la muerte

Se le vio caminar solo con Ella,
sin miedo a su guadaña.
—Ya el sol en torre y torre, los martillos
en yunque— yunque y yunque de las fraguas.
Hablaba Federico,
requebrando a la muerte. Ella escuchaba.
«Porque ayer en mi verso, compañera,
sonaba el golpe de tus secas palmas,
y diste el hielo a mi cantar, y el filo
a mi tragedia de tu hoz de plata,
te cantaré la carne que no tienes,
los ojos que te faltan,
tus cabellos que el viento sacudía,
los rojos labios donde te besaban...
Hoy como ayer, gitana, muerte mía,
qué bien contigo a solas,
por estos aires de Granada, ¡mi Granada!»

3.

Se le vio caminar...
Labrad, amigos,
de piedra y sueño en el Alhambra,
un túmulo al poeta,
sobre una fuente donde llore el agua,
y eternamente diga:
el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!

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