LA LEGIÓN ROMANA HASTA LA REFORMA DE MARIO

Al comienzo de la monarquía el ejército romano se formaba sólo con los patricios divididos en 30 curias. Cada curia aportaba 100 hombres de a pie, llamados "milities", y 10 jinetes, o "celeres" que constituían una "decuria". La infantería era mandada por un tribuno militaris y los jinetes por un tribuno celeres, residiendo el mando supremo en el rey. Durante los primeros tiempos de la historia romana el ejército no era permanente.

El sexto rey de Roma, Servio Tulio, acometió una reforma sustituyendo la organización en curias por la de centurias o grupo de 100 hombres y haciendo que los plebeyos prestasen servicio militar. La capacidad del ciudadano de dotarse de equipo personal era lo que determinaba su inclusión en un grupo. Así, los más adinerados componían la caballería (équites) seguidos por quienes formaban la infantería pesada y la ligera. Con la inclusión de los plebeyos el ejército de Servio Tulio llegó a tener unos 4.500 hombres en total, de los que 3.000 aproximadamente formaban la infantería pesada, 1.200 la ligera y 300 la caballería.

Marco Furio Camilo (446? - 365 a. C.) vivió los agitados tiempos de la invasión de los galos senones, a los que derrotó, y acometió una importante reforma de la legión.

En primer lugar, Camilo modificó el orden de combate olvidando, para la infantería pesada, el basado en la riqueza o censal (según el cual los más ricos formaban en las primeras filas y los menos detrás) adoptando en su lugar la formación de acuerdo con la edad y grado de instrucción. De este modo, la infantería pesada pasaba a formar en tres líneas: en la primera se integraban los más jóvenes (hastados), en la segunda los más veteranos (príncipes), y la en tercera, a modo de reserva, los veteranos. La infantería ligera (velites) siguió formando de acuerdo con el carácter censal. De esta manera, la Roma convulsionada por las luchas sociales entre patricios y plebeyos, encuentra en la legión el modo de articularse como un todo orgánico y dinámico que engloba a todos los grupos sociales.

En segundo lugar, Camilo introdujo los manípulos (manipulum) o unidades tácticas de de 200 hombres que permitían más movilidad, versatilidad en su empleo y capacidad de reacción. La fuerza de infantería de una legión pasa a dividirse en 21 manípulos que forman en combate en cuatro líneas, contando la primera con 6 manípulos de los velties o infantería ligera; en la con otros 6 manípulos, llamados hastati (hastatos), de la infantería pesada; en la tercera formaban otros 6 manípulos, los príncipes; y, tras estos, los triarii (triatos) que, con 3 manípulos y 600 hombres, contaban con los soldados más viejos y veteranos. Los triatos solo intervenían en casos excepcionales.

Camilo promovió la normalización del armamento haciendo, entre otras cosas, que el yelmo de metal sustituyera al de cuero y se mejorasen el pilum y los escudos. Con su sistema, la legión se componía de 4.200 hombres a pie y 300 jinetes.

Más tarde, con la reforma de Cayo Mario (cerca de 157-86 a. C.), se adoptó el sistema de cohortes. Cada cohorte estaba compuesta por unos 480 hombres divididos en tres manípulos de 160 soldados cada uno. Y cada manípulo se componía de dos centurias de 80 hombres. La división de la infantería entre hastati, príncipes y triarii desaparece y la infantería pasa a convertirse en un cuerpo homogéneo de infantería pesada sin distinguir a sus integrantes de acuerdo con la edad o el tipo de armamento. No obstante, se seguirán conservando las denominaciones de hastati, príncipes y triarii a efectos de escalafón. La infantería ligera o velites compuesta por romanos desapareció y su papel pasó a ser asumido por los auxilia o auxiliares no romanos, tropas mercenarias reclutadas entre aliados que eran agrupadas según su nacionalidad conservando su uniformidad, armas y modo de combate. Con el tiempo, la legión pasará a dividirse en 10 cohortes compuestas de 6 centurias cada una y alcanzará la cifra de 6.000 hombres de infantería y 300 jinetes a los que, cada vez más, habrá de sumarse personal de oficios, manteniéndose este orden hasta tiempos de Diocleciano. Junto al personal propio de la legión hay que contar un número indeterminado de comerciantes, prostitutas y compañeras de de legionarios (estos no podían casarse), que creaban auténticas ciudades alrededor de los campamentos romanos.

La reforma de Mario respondió a las nuevas necesidades de Roma tras las graves derrotas en las guerras contra cimbrios y teutones en 106 y 105 a. C. ya que a las grandes pérdidas en personal hubo de hacerse frente junto con un creciente desinterés de los ciudadanos romanos por servir en su ejército. Esto obligó a abandonar el concepto de ejército de ciudadanos y la idea de un servicio militar que comenzaba a los 17 años y mantenía como reservista al ciudadano hasta los 60. En su lugar se constituyó un ejército profesional reclutado entre las clases más desfavorecidas que lucha por la promesa de una paga y de un retiro, muchas veces consistente en tierras. El ejército profesional originó una creciente inestabilidad del gobierno republicano ya que los soldados tendían a ser más leales a sus generales que a sus gobernantes, sobre todo cuando algunos generales, como es el caso de Julio César en la guerra de las Galias, pagaba a sus soldados con sus fondos particulares. De esta manera, el ejército se conviertió en una herramienta para conquistar y conservar el poder.

Gonzalo Antonio Gil del Águila
28/11/10

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